Aunque la AFA ya había avisado hace poco que se venía un nuevo certamen para el calendario 2026, la oficialización de la Recopa de Campeones volvió a generar esa misma sensación de siempre: aun cuando lo anuncian, todo parece salir de la nada. Un torneo que nadie tenía realmente incorporado, que no figuraba en los planes de nadie y que se suma a un ecosistema donde, año tras año, las reglas se escriben y se borran como en un cuaderno de primaria.
Según el Boletín Especial N° 6795, la Recopa enfrentará a los campeones de la Copa Argentina, la Supercopa Argentina y la Supercopa Internacional, en un triangular de tres partidos. Tres títulos, tres equipos, una minitabla y hasta un sistema de Fair Play que arranca con 30 puntos por equipo —por si toca desempatar— y descuenta por amarillas, rojas y hasta por expulsiones del cuerpo técnico. Un reglamento rebuscado que confirma que la prolijidad sigue siendo una deuda.
El cronograma es sencillo en teoría: primero se cruzan los campeones de ambas Supercopas; luego se suma el ganador de la Copa Argentina para cerrar el triangular. Y si quedan igualados, llegan las clásicas herramientas del fútbol local: diferencia de gol, goles a favor, goles en contra y, como broche, el ranking de Fair Play. Todo muy AFA: letra chica, caminos alternativos y la sensación permanente de que siempre puede aparecer un artículo nuevo.
La creación de este torneo revive una percepción que ya es parte del ADN del hincha argentino: cada año cambia todo. Torneos largos, cortos, copas, supercopas, minitorneos, repechajes, playoffs, formatos híbridos y una lista que se renueva más que los mercados de pases. Este nuevo invento, aunque anunciado, no deja de reforzar esa idea de improvisación crónica.
Lo concreto es que la AFA sumó otra pieza al rompecabezas. Los clubes deberán ajustar calendarios y planteles, y los hinchas volverán a preguntarse qué se juega, cuándo se juega y para qué se juega.
Porque campeonatos sobran. Lo que sigue faltando —y cada vez más— es entenderlos.
Aunque la AFA ya había avisado hace poco que se venía un nuevo certamen para el calendario 2026, la oficialización de la Recopa de Campeones volvió a generar esa misma sensación de siempre: aun cuando lo anuncian, todo parece salir de la nada. Un torneo que nadie tenía realmente incorporado, que no figuraba en los planes de nadie y que se suma a un ecosistema donde, año tras año, las reglas se escriben y se borran como en un cuaderno de primaria.Según el Boletín Especial N° 6795, la Recopa enfrentará a los campeones de la Copa Argentina, la Supercopa Argentina y la Supercopa Internacional, en un triangular de tres partidos. Tres títulos, tres equipos, una minitabla y hasta un sistema de Fair Play que arranca con 30 puntos por equipo —por si toca desempatar— y descuenta por amarillas, rojas y hasta por expulsiones del cuerpo técnico. Un reglamento rebuscado que confirma que la prolijidad sigue siendo una deuda.El cronograma es sencillo en teoría: primero se cruzan los campeones de ambas Supercopas; luego se suma el ganador de la Copa Argentina para cerrar el triangular. Y si quedan igualados, llegan las clásicas herramientas del fútbol local: diferencia de gol, goles a favor, goles en contra y, como broche, el ranking de Fair Play. Todo muy AFA: letra chica, caminos alternativos y la sensación permanente de que siempre puede aparecer un artículo nuevo.La creación de este torneo revive una percepción que ya es parte del ADN del hincha argentino: cada año cambia todo. Torneos largos, cortos, copas, supercopas, minitorneos, repechajes, playoffs, formatos híbridos y una lista que se renueva más que los mercados de pases. Este nuevo invento, aunque anunciado, no deja de reforzar esa idea de improvisación crónica.Lo concreto es que la AFA sumó otra pieza al rompecabezas. Los clubes deberán ajustar calendarios y planteles, y los hinchas volverán a preguntarse qué se juega, cuándo se juega y para qué se juega.Porque campeonatos sobran. Lo que sigue faltando —y cada vez más— es entenderlos. La Voz

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