El boxeo argentino está de luto. Perdió a otra de sus leyendas, protagonista de inolvidables veladas y tres veces retador por títulos mundiales contra rivales de la elite. Juan Domingo “Martillo” Roldán murió este miércoles en Córdoba a los 63 años por las complicaciones derivadas de un coronavirus que lo afectó seriamente al ser diabético, hipertenso y obeso.
Para los más jóvenes, su nombre puede pasar inadvertido. Probablemente no tienen idea de que está asociado inequívocamente con una gran época del boxeo argentino, allá por mediados de los ochenta, con él como habitué de las mejores peleas en Las Vegas.
Ya pasó mucho tiempo de aquellos combates épicos, pero Martillo será siempre prócer, sobre todo en Freyre y en San Francisco, sus lugares en el mundo.
Todos lo recuerdan como “un gordo bueno” que a los 14 años tuvo la osadía de pelear contra un oso en un circo. También lo señalaban como “el tambero”. O como aquél que combatió contra las aguas cuando hubo una inundación en Freyre. Son pocos los que hablaban de cuando Martillo estuvo a punto de ser campeón del mundo en un tiempo en que los medianos, más que una categoría, era una constelación.
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