La Voz
La relación entre el gobernador Martín Llaryora y los sindicatos estatales de Córdoba entró esta semana en una fase de confrontación abierta, con un cruce de una dureza poco habitual incluso para los estándares de la política gremial cordobesa. El detonante fue la protesta convocada en la ciudad de Córdoba contra los cambios previsionales impulsados por el Gobierno provincial, pero el trasfondo es más profundo: una disputa por quién paga el déficit de la Caja de Jubilaciones y hasta dónde está dispuesto a llegar cada actor para imponer su relato.
La movilización sindical del pasado lunes volvió a paralizar el centro de la Capital, con cortes y caos en los alrededores del Centro Cívico. El acto de cierre tuvo como figura central al histórico secretario general del Suoem, Rubén Daniele, que decidió llevar el conflicto a un terreno personal y verbalmente extremo.
Lejos de moderarse (pese a antecedentes judiciales por expresiones similares), Daniele eligió el insulto directo y la amenaza como forma de interpelar al gobernador.
En su discurso, acusó a Llaryora de priorizar su reelección en 2027 y de avanzar contra los trabajadores estatales que, según remarcó, “pusieron el pecho” durante la pandemia. Las descalificaciones escalaron hasta un nivel que desbordó el marco sindical y se convirtió en un hecho político en sí mismo, con frases que rápidamente circularon por redes sociales y medios, generando repudios y apoyos cruzados.
El gobernador respondió horas más tarde, ya no desde un escenario sino desde su cuenta en la red X. El tono fue deliberadamente opuesto. Llaryora rechazó los agravios, calificó las expresiones de Daniele como una “clara incitación a la violencia” y, al mismo tiempo, descartó avanzar por la vía judicial.
No fue un gesto menor, sino que recordó que tampoco denunció cuando fue víctima de campañas de difamación con inteligencia artificial, y pidió a sus seguidores que no respondan con violencia.
El mensaje del gobernador buscó fijar un encuadre político más amplio. Reivindicó la llamada “ley de equidad jubilatoria”, insistió en que el esfuerzo debe ser compartido y sostuvo que la reforma apunta a mejorar los haberes más bajos, incluidos los de jubilados municipales.
Recibo muchos mensajes de apoyo frente a los insultos y agravios de Rubén Daniele, que implicaron una clara incitación a la violencia. Algunos me sugieren denunciar. No lo hice cuando me difamaron usando mi imagen con IA y no lo voy a hacer ahora.
Les pido también a nuestros… pic.twitter.com/csvqm30Ezd
— Martín Llaryora (@MartinLlaryora) December 29, 2025
También colocó el conflicto en una agenda mayor, al mencionar la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, y dejó en claro que no se siente intimidado por los ataques personales.
Reacción de la reacción
La reacción no se agotó en ese intercambio. El propio Suoem difundió luego un duro documento en el que intentó correr el foco del debate.
Allí, el gremio planteó que la discusión no pasa por las formas sino por el fondo: calificó las medidas previsionales como una “violencia económica e institucional” que se expresa en el recibo de sueldo y en la jubilación, y acusó al Gobierno de invertir los valores al condenar palabras pero naturalizar, según su visión, decisiones que empobrecen a miles de familias.
¿TAN MAL ESTAMOS COMO SOCIEDAD?
👇👇👇https://t.co/SPUx8QKRZD pic.twitter.com/P364AdRQ31
— SUOEM CÓRDOBA (@suoemcordoba) December 30, 2025
El texto fue una defensa explícita del tono de Daniele, aunque sin repetir los insultos. Para el sindicato, el problema no es el grito sino el ajuste; no es el lenguaje, sino la política pública.
En ese marco, el Suoem ratificó su derecho a la protesta y su rechazo a lo que considera un intento de disciplinamiento social.
Desde el Gobierno provincial, otros dirigentes salieron rápidamente a respaldar al gobernador y a endurecer el discurso. El ministro de Vinculación y Gestión Institucional, Miguel Siciliano, fue uno de los más enfáticos. Afirmó que Daniele “no va a amedrentar” al Ejecutivo y planteó el núcleo del conflicto en términos fiscales y políticos: el déficit del sector público, dijo, debe ser pagado por el propio sector público, no por el privado.
Según Siciliano, esa es la discusión que el sindicalista busca esquivar.
El intendente de Córdoba, Daniel Passerini, también expresó su respaldo a Llaryora. Sin confrontar directamente con Daniele, habló de agravios y faltas de respeto y reafirmó la vocación de diálogo del oficialismo.
Su mensaje tuvo un tono institucional y apuntó a mostrar cohesión política entre Provincia y Municipio en un momento sensible.
El cruce deja varias lecturas abiertas. Por un lado, expone la fragilidad del vínculo entre el Gobierno y los gremios estatales en un contexto de ajuste y reformas estructurales.
A los agravios y a las faltas de respeto con los que algunos intentan amedrentar, respondemos con la misma vocación de diálogo que nos caracteriza y que siempre van a encontrar en nosotros.
Además de mi solidaridad, el gobernador @MartinLlaryora cuenta con todo mi apoyo y con mi… https://t.co/gGYSTmSK4J
— Daniel Passerini (@PasseriniOk) December 30, 2025
Por otro, muestra estrategias claramente diferenciadas: un sindicalismo que apuesta a la confrontación frontal y a la dramatización del conflicto, y un Ejecutivo que intenta capitalizar la moderación discursiva y presentarse como garante del orden y la convivencia democrática.
En el medio, queda una discusión de fondo que todavía no encuentra cauce (comenzará a develarse este martes): cómo se financia el sistema previsional, quién asume los costos y qué margen real existe para el diálogo cuando el lenguaje se convierte en munición política.
La relación entre el gobernador Martín Llaryora y los sindicatos estatales de Córdoba entró esta semana en una fase de confrontación abierta, con un cruce de una dureza poco habitual incluso para los estándares de la política gremial cordobesa. El detonante fue la protesta convocada en la ciudad de Córdoba contra los cambios previsionales impulsados por el Gobierno provincial, pero el trasfondo es más profundo: una disputa por quién paga el déficit de la Caja de Jubilaciones y hasta dónde está dispuesto a llegar cada actor para imponer su relato.La movilización sindical del pasado lunes volvió a paralizar el centro de la Capital, con cortes y caos en los alrededores del Centro Cívico. El acto de cierre tuvo como figura central al histórico secretario general del Suoem, Rubén Daniele, que decidió llevar el conflicto a un terreno personal y verbalmente extremo. Lejos de moderarse (pese a antecedentes judiciales por expresiones similares), Daniele eligió el insulto directo y la amenaza como forma de interpelar al gobernador.En su discurso, acusó a Llaryora de priorizar su reelección en 2027 y de avanzar contra los trabajadores estatales que, según remarcó, “pusieron el pecho” durante la pandemia. Las descalificaciones escalaron hasta un nivel que desbordó el marco sindical y se convirtió en un hecho político en sí mismo, con frases que rápidamente circularon por redes sociales y medios, generando repudios y apoyos cruzados.El gobernador respondió horas más tarde, ya no desde un escenario sino desde su cuenta en la red X. El tono fue deliberadamente opuesto. Llaryora rechazó los agravios, calificó las expresiones de Daniele como una “clara incitación a la violencia” y, al mismo tiempo, descartó avanzar por la vía judicial. No fue un gesto menor, sino que recordó que tampoco denunció cuando fue víctima de campañas de difamación con inteligencia artificial, y pidió a sus seguidores que no respondan con violencia.El mensaje del gobernador buscó fijar un encuadre político más amplio. Reivindicó la llamada “ley de equidad jubilatoria”, insistió en que el esfuerzo debe ser compartido y sostuvo que la reforma apunta a mejorar los haberes más bajos, incluidos los de jubilados municipales. Recibo muchos mensajes de apoyo frente a los insultos y agravios de Rubén Daniele, que implicaron una clara incitación a la violencia. Algunos me sugieren denunciar. No lo hice cuando me difamaron usando mi imagen con IA y no lo voy a hacer ahora.Les pido también a nuestros… pic.twitter.com/csvqm30Ezd— Martín Llaryora (@MartinLlaryora) December 29, 2025También colocó el conflicto en una agenda mayor, al mencionar la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, y dejó en claro que no se siente intimidado por los ataques personales.Reacción de la reacciónLa reacción no se agotó en ese intercambio. El propio Suoem difundió luego un duro documento en el que intentó correr el foco del debate. Allí, el gremio planteó que la discusión no pasa por las formas sino por el fondo: calificó las medidas previsionales como una “violencia económica e institucional” que se expresa en el recibo de sueldo y en la jubilación, y acusó al Gobierno de invertir los valores al condenar palabras pero naturalizar, según su visión, decisiones que empobrecen a miles de familias.¿TAN MAL ESTAMOS COMO SOCIEDAD?👇👇👇https://t.co/SPUx8QKRZD pic.twitter.com/P364AdRQ31— SUOEM CÓRDOBA (@suoemcordoba) December 30, 2025El texto fue una defensa explícita del tono de Daniele, aunque sin repetir los insultos. Para el sindicato, el problema no es el grito sino el ajuste; no es el lenguaje, sino la política pública. En ese marco, el Suoem ratificó su derecho a la protesta y su rechazo a lo que considera un intento de disciplinamiento social.Desde el Gobierno provincial, otros dirigentes salieron rápidamente a respaldar al gobernador y a endurecer el discurso. El ministro de Vinculación y Gestión Institucional, Miguel Siciliano, fue uno de los más enfáticos. Afirmó que Daniele “no va a amedrentar” al Ejecutivo y planteó el núcleo del conflicto en términos fiscales y políticos: el déficit del sector público, dijo, debe ser pagado por el propio sector público, no por el privado. Según Siciliano, esa es la discusión que el sindicalista busca esquivar.El intendente de Córdoba, Daniel Passerini, también expresó su respaldo a Llaryora. Sin confrontar directamente con Daniele, habló de agravios y faltas de respeto y reafirmó la vocación de diálogo del oficialismo. Su mensaje tuvo un tono institucional y apuntó a mostrar cohesión política entre Provincia y Municipio en un momento sensible.El cruce deja varias lecturas abiertas. Por un lado, expone la fragilidad del vínculo entre el Gobierno y los gremios estatales en un contexto de ajuste y reformas estructurales. A los agravios y a las faltas de respeto con los que algunos intentan amedrentar, respondemos con la misma vocación de diálogo que nos caracteriza y que siempre van a encontrar en nosotros.Además de mi solidaridad, el gobernador @MartinLlaryora cuenta con todo mi apoyo y con mi… https://t.co/gGYSTmSK4J— Daniel Passerini (@PasseriniOk) December 30, 2025Por otro, muestra estrategias claramente diferenciadas: un sindicalismo que apuesta a la confrontación frontal y a la dramatización del conflicto, y un Ejecutivo que intenta capitalizar la moderación discursiva y presentarse como garante del orden y la convivencia democrática.En el medio, queda una discusión de fondo que todavía no encuentra cauce (comenzará a develarse este martes): cómo se financia el sistema previsional, quién asume los costos y qué margen real existe para el diálogo cuando el lenguaje se convierte en munición política.

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