Que Cristian “Pity” Álvarez vuelva a la música en vivo en Córdoba (será el sábado en el estadio Mario Alberto Kempes, a las 21) tiene todo el sentido.
Es que en la primera década de este siglo, Cristian “Pity” Álvarez generó un fuerte vínculo con esta plaza, que ni su desbarranco personal pudo ablandar.
Todo comenzó con el debut de Intoxicados en el 990 Arte Club, en marzo de 2002 y a instancias de los productores Christian Merchot y Federico Pulisich.
Ese show salió bien y le permitió a la banda testear por primera vez en el interior los temas de su disco debut Buen día (2001) y los clásicos de Viejas Locas, la exbanda de Álvarez que durante los ’90 no había podido replicar en esta plaza el impacto que generaba en el hoy denominado Amba. Viejas Locas vino una vez y al toque se separó, por lo que no pudo desarrollar nada.
Merchot – Pulisich repitieron proyecto y espacio meses después, con gente en el acceso de bulevar Los Andes presionando para entrar sin pagar y con Intoxicados más afianzado como big band, fluyendo en jams en los temas funkeros, mostrando feeling implacable en los rocks.

De ahí para adelante, todo fue a más: presentación en el mítico festival de La Falda (21 de septiembre de 2002); demanda de show en otro espacio con otro productor (Captain Blue, octubre de 2003); incursiones auspiciosas en Cosquín Rock (febreros de 2003 y 2004); primera pegada popular en el gimnasio de un colegio (Corazón de María, abril de 2004 y con demasiadas bengalas encendidas); y conciertos a escala mainstream como soporte de los mexicanos Molotov (ex-Vieja Usina, octubre de 2004).
Por supuesto que contribuyó al salto de convocatoria la publicación de No es sólo rock and roll (2003), segundo disco de Intoxicados que trasciende la modalidad stone para animarse al hip hop, al reggae y al punk, con la idea de airear letras crudas sobre el barrio, el mundo y los pensamientos afiebrados del líder. El citado salto de convocatoria fue previsible, por cuanto hablamos de la obra que tiene a Una vela, Está saliendo el sol, Tema de mierda y Reggae para los amigos.
En el pos-Cromañon, Intoxicados aceleró el ritmo de presentaciones en Córdoba, en su tránsito de banda en permanente crecimiento a otra que ya podía hablar de igual a igual con los grandes. Estuvo en el festival Siempre Rock (febrero de 2005) y en las ediciones 2006 y 2007 de Cosquín Rock. En estas últimas dos, capitalizando el impacto de Otro día más en el planeta tierra (2005), que llegó con más hits: Fuego, Niña de Tilcara, Señor Kiosquero y Nunca quise.
Y así hasta que un show en el gimnasio cerrado de Juniors, en mayo de 2007, sentó las bases para que la banda sea considerada central en un Quilmes Rock realizado en la cancha de “Los Poetas”. Así los “Cosquines” 2008 y 2009 tuvieron a Intoxicados apenas debajo de sus headliners.
Bueno, en todo ese devenir, Pity afianzó su amistad con Pulisich, quien a su vez se convirtió en puente para que el líder conozca al (y quede embelesado con) percusionista peruano Bam Bam Miranda, miembro clave de la banda de Carlos “La Mona” Jiménez.

Un refugio
En este tiempo y para Álvarez, mientras Buenos Aires era fragor, presión y relaciones artísticas a punto de romperse, Córdoba era un refugio para vivir una vida más desconectada de las demandas de un negocio, el del rock, que ya lo había entronizado como referencia insoslayable.
Tan a gusto se sintió aquí, que entre 2008 y 2009 se estableció en la ciudad. Alternó entre las casas de Pulisich y de Miranda en Cofico y la de una pareja amiga en Alta Córdoba. Entre esos barrios pegados, se desplazaba como un vecino más.
Paseando por Córdoba, a Pity se lo veía feliz, sosegado. Parecía estar cómodo y contenido emocionalmente. Su vida mediterránea consistía en componer sin red, ayudar a amigos en lo que necesitaban (en ese marco se dio el financiamiento del disco de Guarango, la banda de afrojazz de Miranda) y, fundamentalmente, en pasarla bien.
“Estar en Córdoba es como estar en mi casa”, le dijo “Pity” a La Voz en aquel tiempo.
“Me conoce la Policía, me conocen los chorros. No tengo dramas con nadie. Y en Buenos Aires tengo un par de problemas”, añadió.
Cómo nació el proyecto Pity y Las Inconscientes
En ese contexto despreocupado fue que vio en vivo al trío femenino Lucila Cueva y que se le ocurrió armar un proyecto paralelo a unos tambaleantes Intoxicados con las chicas que lo formaban. “Se copó con las chicas y fue para adelante”, le cuenta Pulisich a La Voz.
“Con el Pity tuvimos esta aventura rockera, esta aventura de vida, que fue épica y muy hermosa”, dice la cantante y guitarrista Marian Pellegrino, vértice de Lucila Cueva, en contacto con La Voz.
“Todo se desencadenó después de que sacamos nuestro álbum Lucila Cueva (2007) y de que estábamos súper ahí como punta de lanza abriendo caminos. Éramos reconocidas. Habíamos salido revelación en Clarín y en el suple No de Página 12, y la Rolling Stone nos había publicado algo sobre nuestro tema Noches de Sol…”, recuerda sobre aquella “Córdoba del pos-Cromañón, en la se habían achicado mucho los lugares para tocar”.
“La cultura independiente siempre fue muy pro en Córdoba, pero en ese momento hubo un quiebre medio extraño, al cual nosotras sobrevivimos a puro empuje. Pero necesitamos un poquito más para despegar, para hacer otro disco y continuar con el plan que nos habíamos trazado. Fue en ese momento que Pity se nos cruza porque teníamos muchos amigos en común en el 990”, amplía.
“Ellos nos conectaron; de ahí sale su propuesta de hacer una banda que se llamara Pity y Las Inconscientes, que se completó con mis compañeras Laura Volando en la batería y Trini Bertero en el bajo. Hacíamos una gama de covers supercool. Pity tenía muchas ganas de divertirse, de pasarla bien y de hacer algo que no afecte a Intoxicados, que en ese momento estaba en una transición media extraña. Parecía que la banda se separaba…”, redondea la también productora.
Pellegrino señala que, además de pasarla bien, el cruce con Álvarez les permitió “hacer una diferencia económica” para llegar mejor a la antesala de un nuevo disco. “Y al repertorio lo armábamos en esa casa esquina en Alta Córdoba. Fue una experiencia alucinante con algunas cosas escabrosas. Muchos pros y algunas contras relacionadas con el hecho de estar con una persona con varias adicciones”, confiesa.
–¿Cómo reaccionaban ante eso?
–Tratábamos de respetarlo y de cuidarlo; en ese momento también pudimos notar cómo reacciona el medio ante situaciones así. Es una cuestión compleja, porque hay que respetar sus delirios al mismo tiempo que se debe llevar todo a buen puerto. Lo de Pity fue duro por el tema de adicciones y adorable por la buena persona que fue él con nosotras. Fue supergeneroso, un tipazo. Después de nuestra experiencia con él, nos separamos; y Pity también se separó de Intoxicados.
—Tocaron mucho, ¿no?
–Sí. Hicimos gran parte del interior de Córdoba, con puntos altos en Bell Ville y Río Tercero. Después, Mendoza capital y Federación en Entre Ríos, donde pasaron un par de cosas medias extravagantes, pomeleadas y demás por una producción un tanto errática. Es un gran artista, una persona supersensible. Por eso, creo, tiene tanta necesidad tanto de anestesia y como de creación. Tiene los dos polos.
Para ir
Los costos de las plateas altas son de $90.000, mientras que las plateas bajas ascienden a $110.000. El campo se encuentra agotado. Las entradas se pueden conseguir a través de Enigma Ticket, y el día del evento funcionará una boletería desde las 12 del mediodía hasta las 22.
Que Cristian “Pity” Álvarez vuelva a la música en vivo en Córdoba (será el sábado en el estadio Mario Alberto Kempes, a las 21) tiene todo el sentido. Es que en la primera década de este siglo, Cristian “Pity” Álvarez generó un fuerte vínculo con esta plaza, que ni su desbarranco personal pudo ablandar. Todo comenzó con el debut de Intoxicados en el 990 Arte Club, en marzo de 2002 y a instancias de los productores Christian Merchot y Federico Pulisich. Ese show salió bien y le permitió a la banda testear por primera vez en el interior los temas de su disco debut Buen día (2001) y los clásicos de Viejas Locas, la exbanda de Álvarez que durante los ’90 no había podido replicar en esta plaza el impacto que generaba en el hoy denominado Amba. Viejas Locas vino una vez y al toque se separó, por lo que no pudo desarrollar nada. Merchot – Pulisich repitieron proyecto y espacio meses después, con gente en el acceso de bulevar Los Andes presionando para entrar sin pagar y con Intoxicados más afianzado como big band, fluyendo en jams en los temas funkeros, mostrando feeling implacable en los rocks. De ahí para adelante, todo fue a más: presentación en el mítico festival de La Falda (21 de septiembre de 2002); demanda de show en otro espacio con otro productor (Captain Blue, octubre de 2003); incursiones auspiciosas en Cosquín Rock (febreros de 2003 y 2004); primera pegada popular en el gimnasio de un colegio (Corazón de María, abril de 2004 y con demasiadas bengalas encendidas); y conciertos a escala mainstream como soporte de los mexicanos Molotov (ex-Vieja Usina, octubre de 2004). Por supuesto que contribuyó al salto de convocatoria la publicación de No es sólo rock and roll (2003), segundo disco de Intoxicados que trasciende la modalidad stone para animarse al hip hop, al reggae y al punk, con la idea de airear letras crudas sobre el barrio, el mundo y los pensamientos afiebrados del líder. El citado salto de convocatoria fue previsible, por cuanto hablamos de la obra que tiene a Una vela, Está saliendo el sol, Tema de mierda y Reggae para los amigos. En el pos-Cromañon, Intoxicados aceleró el ritmo de presentaciones en Córdoba, en su tránsito de banda en permanente crecimiento a otra que ya podía hablar de igual a igual con los grandes. Estuvo en el festival Siempre Rock (febrero de 2005) y en las ediciones 2006 y 2007 de Cosquín Rock. En estas últimas dos, capitalizando el impacto de Otro día más en el planeta tierra (2005), que llegó con más hits: Fuego, Niña de Tilcara, Señor Kiosquero y Nunca quise. Y así hasta que un show en el gimnasio cerrado de Juniors, en mayo de 2007, sentó las bases para que la banda sea considerada central en un Quilmes Rock realizado en la cancha de “Los Poetas”. Así los “Cosquines” 2008 y 2009 tuvieron a Intoxicados apenas debajo de sus headliners. Bueno, en todo ese devenir, Pity afianzó su amistad con Pulisich, quien a su vez se convirtió en puente para que el líder conozca al (y quede embelesado con) percusionista peruano Bam Bam Miranda, miembro clave de la banda de Carlos “La Mona” Jiménez. Un refugioEn este tiempo y para Álvarez, mientras Buenos Aires era fragor, presión y relaciones artísticas a punto de romperse, Córdoba era un refugio para vivir una vida más desconectada de las demandas de un negocio, el del rock, que ya lo había entronizado como referencia insoslayable. Tan a gusto se sintió aquí, que entre 2008 y 2009 se estableció en la ciudad. Alternó entre las casas de Pulisich y de Miranda en Cofico y la de una pareja amiga en Alta Córdoba. Entre esos barrios pegados, se desplazaba como un vecino más. Paseando por Córdoba, a Pity se lo veía feliz, sosegado. Parecía estar cómodo y contenido emocionalmente. Su vida mediterránea consistía en componer sin red, ayudar a amigos en lo que necesitaban (en ese marco se dio el financiamiento del disco de Guarango, la banda de afrojazz de Miranda) y, fundamentalmente, en pasarla bien.“Estar en Córdoba es como estar en mi casa”, le dijo “Pity” a La Voz en aquel tiempo. “Me conoce la Policía, me conocen los chorros. No tengo dramas con nadie. Y en Buenos Aires tengo un par de problemas”, añadió. Cómo nació el proyecto Pity y Las InconscientesEn ese contexto despreocupado fue que vio en vivo al trío femenino Lucila Cueva y que se le ocurrió armar un proyecto paralelo a unos tambaleantes Intoxicados con las chicas que lo formaban. “Se copó con las chicas y fue para adelante”, le cuenta Pulisich a La Voz. “Con el Pity tuvimos esta aventura rockera, esta aventura de vida, que fue épica y muy hermosa”, dice la cantante y guitarrista Marian Pellegrino, vértice de Lucila Cueva, en contacto con La Voz. “Todo se desencadenó después de que sacamos nuestro álbum Lucila Cueva (2007) y de que estábamos súper ahí como punta de lanza abriendo caminos. Éramos reconocidas. Habíamos salido revelación en Clarín y en el suple No de Página 12, y la Rolling Stone nos había publicado algo sobre nuestro tema Noches de Sol…”, recuerda sobre aquella “Córdoba del pos-Cromañón, en la se habían achicado mucho los lugares para tocar”. “La cultura independiente siempre fue muy pro en Córdoba, pero en ese momento hubo un quiebre medio extraño, al cual nosotras sobrevivimos a puro empuje. Pero necesitamos un poquito más para despegar, para hacer otro disco y continuar con el plan que nos habíamos trazado. Fue en ese momento que Pity se nos cruza porque teníamos muchos amigos en común en el 990”, amplía. “Ellos nos conectaron; de ahí sale su propuesta de hacer una banda que se llamara Pity y Las Inconscientes, que se completó con mis compañeras Laura Volando en la batería y Trini Bertero en el bajo. Hacíamos una gama de covers supercool. Pity tenía muchas ganas de divertirse, de pasarla bien y de hacer algo que no afecte a Intoxicados, que en ese momento estaba en una transición media extraña. Parecía que la banda se separaba…”, redondea la también productora. Pellegrino señala que, además de pasarla bien, el cruce con Álvarez les permitió “hacer una diferencia económica” para llegar mejor a la antesala de un nuevo disco. “Y al repertorio lo armábamos en esa casa esquina en Alta Córdoba. Fue una experiencia alucinante con algunas cosas escabrosas. Muchos pros y algunas contras relacionadas con el hecho de estar con una persona con varias adicciones”, confiesa. –¿Cómo reaccionaban ante eso?–Tratábamos de respetarlo y de cuidarlo; en ese momento también pudimos notar cómo reacciona el medio ante situaciones así. Es una cuestión compleja, porque hay que respetar sus delirios al mismo tiempo que se debe llevar todo a buen puerto. Lo de Pity fue duro por el tema de adicciones y adorable por la buena persona que fue él con nosotras. Fue supergeneroso, un tipazo. Después de nuestra experiencia con él, nos separamos; y Pity también se separó de Intoxicados. —Tocaron mucho, ¿no?–Sí. Hicimos gran parte del interior de Córdoba, con puntos altos en Bell Ville y Río Tercero. Después, Mendoza capital y Federación en Entre Ríos, donde pasaron un par de cosas medias extravagantes, pomeleadas y demás por una producción un tanto errática. Es un gran artista, una persona supersensible. Por eso, creo, tiene tanta necesidad tanto de anestesia y como de creación. Tiene los dos polos. Para irLos costos de las plateas altas son de $90.000, mientras que las plateas bajas ascienden a $110.000. El campo se encuentra agotado. Las entradas se pueden conseguir a través de Enigma Ticket, y el día del evento funcionará una boletería desde las 12 del mediodía hasta las 22. La Voz

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