“La infertilidad masculina representa un 40% de los casos. La causa más común es el varicocele, una condición en la que se desarrollan varices en los testículos, lo que aumenta la temperatura de la zona y afecta la producción de espermatozoides”, explica el especialista. Esta alteración provoca que los espermatozoides tengan una forma y movilidad anormal, reduciendo las probabilidades de fertilidad. “La solución al varicocele es quirúrgica”, enfatizó Dédola, subrayando que, si bien antes esta condición se diagnosticaba más temprano, hoy en día se detecta con mayor frecuencia cuando los hombres comienzan a buscar embarazo en edades más avanzadas.
La infertilidad masculina, sin embargo, no siempre es tan sencilla de tratar. El Dr. Dédola señala que, además del varicocele, existen otras causas como trastornos hormonales, infecciones y problemas genéticos. A esto se suman factores ambientales como la exposición a agroquímicos, altas temperaturas o radiaciones, que también pueden afectar la fertilidad. “El daño causado por estos factores es irreversible”, afirma Dédola, destacando la vulnerabilidad de los testículos a este tipo de agresiones.
El diagnóstico de la infertilidad masculina comienza con una revisión física y una ecografía, explica el urólogo. En caso de no detectar varicocele, se pueden explorar otras causas. Algunas de ellas tienen tratamiento, como las infecciones o trastornos hormonales, pero otras, como los daños ambientales, no.
Cuando los tratamientos convencionales no funcionan, se recurre a técnicas de fertilización asistida: “si la mujer está bien ginecológicamente, se pueden realizar tratamientos de fertilidad como inseminación, fertilización in vitro o la inyección intracitoplasmática de espermatozoides”, detalla Dédola. A pesar del avance de la medicina en este campo, no todos los tratamientos garantizan el éxito. Según el especialista, la tasa de éxito en una fertilización in vitro es de alrededor del 40%, lo que significa que sigue habiendo un 60% de probabilidades de no conseguir un embarazo.
Otro tema abordado en la entrevista fue el impacto del estrés en la fertilidad masculina. Dédola explica que el “estrés oxidativo” puede dañar el ADN del espermatozoide, acortando su vida útil y disminuyendo la calidad fértil del hombre. “El espermatozoide normalmente vive 120 días, pero con el estrés oxidativo vive menos, lo que reduce las probabilidades de fertilidad”, comenta el urólogo.
En cuanto al rol de la edad en la fertilidad masculina, si bien los hombres no tienen una “fecha de vencimiento” tan clara como las mujeres, también experimentan una disminución en la calidad de los espermatozoides con el tiempo. “He tenido pacientes de 75 años que lograron embarazos, pero la calidad espermática disminuye con la edad”, comenta Dédola.
Finalmente, el doctor también se refirió a los cambios en la percepción sobre la infertilidad masculina. Si bien antes se solía culpar principalmente a la mujer cuando una pareja no lograba concebir, hoy se sabe que el hombre es responsable en un 40% de los casos. Dédola concluye que el tratamiento debe abordarse siempre de manera conjunta: “No hay que mirar al hombre o a la mujer de forma aislada, sino tratar siempre a la pareja”.
Este enfoque integral es clave para afrontar los desafíos que implica la infertilidad, y cada vez más parejas buscan soluciones en tratamientos de fertilización asistida, apoyados por especialistas como el Dr. Dédola. “Hoy en día, las obras sociales y la salud pública cubren los tratamientos de fertilidad”, señala, lo que ha facilitado el acceso a estos procedimientos.
En definitiva, la infertilidad masculina es un problema con múltiples causas, algunas tratables y otras no. Con la ayuda de la medicina moderna, muchas parejas logran superar estos obstáculos, aunque siempre es necesario un diagnóstico adecuado y un tratamiento personalizado. Como concluye Dédola, “la fertilidad es un tema amplio y complejo, pero con los tratamientos adecuados, las probabilidades de éxito aumentan significativamente”.
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