Inhalar, exhalar. Perfecto. Repetir y respirar bien profundo, cerrar los ojos, pensar en el mar, en la playa… ¡en el terreno de la abuela que se quedó el primo en San Bernardo! Tranquilo, puede pasar que esos pensamientos afloren y más en estas épocas, en que las Fiestas reúnen a la familia en torno a una mesa de amor, cariño, reflexión y miradas de puñal y reclamos intempestivos de los parientes.
Es verdad que la Navidad fue hecha para celebrar el nacimiento de Jesús (o para olvidarse de la dieta y tirarse de cabeza arriba del vitel toné), pero también se volvió un espacio donde los comentarios innecesarios, los “palitos” provocadores y los temas urticantes salen a la cancha como un equipo ganador. Por eso, acercamos cinco consejos para pasar un fin de año pacífico, sereno y apto para todo público. Inhalamos, exhalamos.
Número 1: no saque temas álgidos
No estamos hablando de si Cristina hizo, si Milei respondió, si el Chiqui Tapia es amigo de tal o cual empresario. No, esos no son temas álgidos, son temas de noticiero de la tarde. Los temas candentes son: el asado que está un poco duro y arrebatado, el primo que pidió plata en 2005 para abrir un ciber-café y jamás la devolvió o la prima Agustina que cayó con vestido verde por más que sabía que la madre de la novia también iba de verde. Inhale, exhale. Piense que esos temas no se van a resolver en dos horas y menos con la ensalada rusa en el medio. Lo mejor es que cuando vienen esos dardos voladores, esquivarlos con una risita picarona y rematar con: “Sí, es un tema, eh”. Hay que hacerse el desentendido, como los árbitros de la AFA durante el torneo.
Número 2: los regalos
Salvo que usted sea un nene de 10 años que se enoja porque no le regalaron la PlayStation, trate de no poner cara de cu… de enojo si ve que usted regaló una camisa de primera marca y a usted le regalaron dos jabones de baño. A esta altura ya debería saber con quién se reúne, qué presupuesto le vienen dedicando en otras fiestas y cuánto le sirven los paquetitos que le deja Papá Noel. Y sabe bien que no es un tema de dinero, porque cada cual hace lo que puede, sino que es una cuestión de actitud (como diría Fito Páez). Consejo: usted ya sabe cómo es la gente con la que se junta, piénselo antes de ir al shopping a reventar la tarjeta.
Número 3: ¿y estos quiénes son?
Si usted en todo el año no se ve con su madrina… ¡para qué la sigue invitando! ¿para llenar la mesa? ¿para no sentirse solo? ¿por las dudas? ¡por las dudas de qué! Hay que eliminar esa mentalidad de intendente peronista de llenar los lugares con mucha gente. Consejo por partida doble: no invite a las fiestas a esas personas que solo ve en los velatorios y abra el juego a convocar a sus amigos, a sus compañeros del fútbol, su amante (esto hay que chequearlo previamente con un abogado).
Número 4: ¿cuándo se van?
El tiempo es dinero y también es salud. ¿Qué significa? Que cuanto más largo sea el evento, más chances hay de que termine a los sillazos. No arranquen la reunión a las tres de la tarde, porque a las 8 de la noche ya nadie se banca con nadie y cuando llega Papá Noel ya están agarrándose de los pelos y es probable que un reno se coma un sillazo. Es mejor reunirse tipo diez de la noche, comer rápido medio ahogados y a medianoche besito, besito, a casita… Incluso, si usted es muy innovador, puede convocar a las once de la noche, entonces una horita pasa rápido. O mejor: si usted se anima a patear el tablero como nunca se vio, no invite a nadie y enciérrese a ver los especiales de Lavecchia por TyC Sports.
Número 5: no pregunte si no le preguntan
¿Cuánto te falta para terminar la carrera? ¿estás más gordito vos, no? ¿al final no pudiste cambiar el auto? ¿te enteraste que tu ex se va a casar en mayo? Evitemos las preguntas poco simpáticas porque suelen generar un clima poco amistoso. Dicho de otra forma: tía, si tu sobrina ya se hubiera egresado, te hubieras enterado.
Inhalar, exhalar. Perfecto. Repetir y respirar bien profundo, cerrar los ojos, pensar en el mar, en la playa… ¡en el terreno de la abuela que se quedó el primo en San Bernardo! Tranquilo, puede pasar que esos pensamientos afloren y más en estas épocas, en que las Fiestas reúnen a la familia en torno a una mesa de amor, cariño, reflexión y miradas de puñal y reclamos intempestivos de los parientes. Es verdad que la Navidad fue hecha para celebrar el nacimiento de Jesús (o para olvidarse de la dieta y tirarse de cabeza arriba del vitel toné), pero también se volvió un espacio donde los comentarios innecesarios, los “palitos” provocadores y los temas urticantes salen a la cancha como un equipo ganador. Por eso, acercamos cinco consejos para pasar un fin de año pacífico, sereno y apto para todo público. Inhalamos, exhalamos.Número 1: no saque temas álgidosNo estamos hablando de si Cristina hizo, si Milei respondió, si el Chiqui Tapia es amigo de tal o cual empresario. No, esos no son temas álgidos, son temas de noticiero de la tarde. Los temas candentes son: el asado que está un poco duro y arrebatado, el primo que pidió plata en 2005 para abrir un ciber-café y jamás la devolvió o la prima Agustina que cayó con vestido verde por más que sabía que la madre de la novia también iba de verde. Inhale, exhale. Piense que esos temas no se van a resolver en dos horas y menos con la ensalada rusa en el medio. Lo mejor es que cuando vienen esos dardos voladores, esquivarlos con una risita picarona y rematar con: “Sí, es un tema, eh”. Hay que hacerse el desentendido, como los árbitros de la AFA durante el torneo. Número 2: los regalosSalvo que usted sea un nene de 10 años que se enoja porque no le regalaron la PlayStation, trate de no poner cara de cu… de enojo si ve que usted regaló una camisa de primera marca y a usted le regalaron dos jabones de baño. A esta altura ya debería saber con quién se reúne, qué presupuesto le vienen dedicando en otras fiestas y cuánto le sirven los paquetitos que le deja Papá Noel. Y sabe bien que no es un tema de dinero, porque cada cual hace lo que puede, sino que es una cuestión de actitud (como diría Fito Páez). Consejo: usted ya sabe cómo es la gente con la que se junta, piénselo antes de ir al shopping a reventar la tarjeta. Número 3: ¿y estos quiénes son? Si usted en todo el año no se ve con su madrina… ¡para qué la sigue invitando! ¿para llenar la mesa? ¿para no sentirse solo? ¿por las dudas? ¡por las dudas de qué! Hay que eliminar esa mentalidad de intendente peronista de llenar los lugares con mucha gente. Consejo por partida doble: no invite a las fiestas a esas personas que solo ve en los velatorios y abra el juego a convocar a sus amigos, a sus compañeros del fútbol, su amante (esto hay que chequearlo previamente con un abogado).Número 4: ¿cuándo se van?El tiempo es dinero y también es salud. ¿Qué significa? Que cuanto más largo sea el evento, más chances hay de que termine a los sillazos. No arranquen la reunión a las tres de la tarde, porque a las 8 de la noche ya nadie se banca con nadie y cuando llega Papá Noel ya están agarrándose de los pelos y es probable que un reno se coma un sillazo. Es mejor reunirse tipo diez de la noche, comer rápido medio ahogados y a medianoche besito, besito, a casita… Incluso, si usted es muy innovador, puede convocar a las once de la noche, entonces una horita pasa rápido. O mejor: si usted se anima a patear el tablero como nunca se vio, no invite a nadie y enciérrese a ver los especiales de Lavecchia por TyC Sports. Número 5: no pregunte si no le preguntan¿Cuánto te falta para terminar la carrera? ¿estás más gordito vos, no? ¿al final no pudiste cambiar el auto? ¿te enteraste que tu ex se va a casar en mayo? Evitemos las preguntas poco simpáticas porque suelen generar un clima poco amistoso. Dicho de otra forma: tía, si tu sobrina ya se hubiera egresado, te hubieras enterado.

Más historias
Edición Especial. ¡A la mesa!
Dólar hoy, dólar blue hoy: a cuánto cotiza este lunes 22 de diciembre
Javier Milei, en vivo: las últimas medidas del Gobierno