Con trajes de diseño y pelos coloridos, los BTS impresionaron al mundo con su pop ecléctico y su carisma frente al escenario y las pantallas. Desde Corea del Sur, los artistas fueron los grandes promotores del K-pop, un género que hasta el día de hoy sigue haciendo vibrar el corazón de niños, adolescentes y también adultos.
Más cercano a la región y desde el Perú, Lenin Tamayo se sube a sus conciertos con un look característico de la región andina. El artista suele aparecer envuelto en un largo kimono blanco y rojo, con una corona del inca en la cabeza.
Desde la estética, el enlace es automático.
Qué entendemos por Q-pop
El Q-pop, más que ser solo un estilo de música, funciona como un vehículo: si la música andina tradicional fuera un carruaje que lleva la cultura a su destino, el Q-pop sería un tren moderno y rápido que utiliza la potencia global del K-pop para llevar esa misma cultura a una audiencia mucho más amplia y contemporánea alrededor del mundo.
Pero el Q-pop tiene un detalle más: las letras son en quechua.
Lenin Tamayo, el máximo exponente del género define que el Q-pop no es música, es una plataforma. Y añade: “Es una fusión. Se puede cantar música andina con una guitarra andina, pero también con una guitarra eléctrica. Lo que importa es cuál es tu sonido”, agrega.
Su música se encuentra en la encrucijada de géneros, inspirada en sus raíces andinas, en su “pilar”, su madre Yolanda Pinares (reconocida cantante de cumbia) y en la primera generación de K-pop que Lenin descubrió durante sus años universitarios.
Quién es Lenin Tamayo
Lenin Tamayo tiene 25 años. Su carrera explotó en 2022, al final de la pandemia. Publicó un video de su canción Tusurikusun en TikTok que se volvió viral y lo reveló al público en general. Tres años después, lo siguen 290.000 personas en la plataforma, realizó una exitosa gira por Asia, lanzó dos EP (Amaru I y Amaru II, en referencia a una de las deidades de la mitología andina) y firmó con el sello más grande del K-pop: Hybe, que también produce a BTS, cuyos videos se acercan a los dos mil millones de visitas en YouTube.
Si la progresión parece relámpago, “su carrera comenzó cuando estaba en mi vientre”, dice su madre Yolanda, quien crio sola a su único hijo. “Creció y vivió en el escenario. Se ha estado preparando toda su vida para lo que está viviendo hoy”, recalca. No se sorprendió cuando él le dijo, después de sus estudios de psicología y con total seguridad, que quería ser cantante: “Lo que está pasando no es nuevo para él. Es solo que esta vez él es quien está en el centro de atención. Por eso es fácil para él”, asegura.
Embajador de la cultura quechua
La música siempre estuvo presente en la vida de Lenin. A una edad temprana cantaba, tocaba el violín y el piano, y acompañaba a su madre en las giras durante las vacaciones escolares. Descubre el escenario, asiste a Yolanda y lo hace todo. “Él fue mi productor, mi compositor, diseñó mi vestuario”, explica su madre. Una vida en constante movimiento que lo llevó a explorar sus raíces andinas, a pesar de haber nacido en Lima, la capital peruana.
Aunque su madre siempre le habló en quechua en su casa, Lenin “fue descubriendo poco a poco la cultura de los Andes, a través de viajes y encuentros”. Se dio cuenta de la discriminación que sufren las comunidades quechuas, aun cuando la lengua sigue siendo hablada por casi cuatro millones de personas en el Perú. “Es importante saber de dónde vienes, sobre todo como peruano. Nos resulta difícil mirar nuestra historia. Ha habido abuso y estigmatización en relación con lo que somos”, dice el cantante.
Hoy, orgulloso de su herencia, se presenta como embajador de la cultura quechua y la incorpora en todos sus proyectos. Recientemente, fue elegido para dirigir la banda sonora de la primera serie animada peruana, Apukunapa Kutimuynin (El retorno de los dioses), codirigida por estudios peruanos y japoneses e inspirada en la mitología andina. La serie, cuyo estreno está previsto para los próximos meses, ya promete ser un éxito tanto en Perú como en Japón.
Las estrellas parecen estar alineadas para Lenin, pero no olvida las dificultades que atravesó. Burlado en la universidad por sus orígenes andinos y su físico andrógino, también tuvo que luchar para imponer su nuevo estilo en la industria musical peruana, un país que venera a los artistas de cumbia y salsa.
En diálogo con la BBC, Lenin dijo que cada vez que canta en quechua la garganta le queda destrozada por el sentimiento que le pone a cada interpretación.
“El quechua necesita compromiso; si no, es mejor no hablarlo. Cuando hablamos de definiciones, tú dices que el español es un idioma embaucador, mientras que el quechua es blanco y negro”, afirmó.
También le dijo al medio inglé: “Yo estudié psicología y una de las cosas más claras que me quedaron de esos años es que, básicamente, el idioma que hablamos diseña o programa la forma en la que pensamos. El español que hemos aprendido no solo en la casa, sino también en el colegio hace que tengamos una forma de pensar muy determinada”.
El periodista Alejandro Millán Valencia le preguntó: “¿Cómo te encontraste con el K-pop y lo mezclaste con el quechua?
Y la respuesta de Tamayo lo define: “La violencia que yo vivía en el colegio era grande. Muchas burlas, presión grupal por la forma en que hablaba, por la forma en que caminaba. Incluso llegó a la agresión física.Buscando lugares dentro del colegio donde evitar que me agredieran, me encontré con un grupo de compañeras encantadas con el K-pop. Yo ya había escuchado algo, pero esa vez me llamó la atención cómo este grupo se reunía alrededor de la música. También me impresionó que Corea, un país al otro lado del mundo, tuviera una industria discográfica de esa naturaleza, capaz de producir y producir este tipo de bandas”, detalla.
Y en su desarrollo, continúa: “Entonces, lo primero que pensé fue de qué manera podía trasladar ese fenómeno (la relación de los grupos con sus fans y su producción musical— al entorno andino), a la música que hacía mi mamá o decenas de grupos del interior del país que yo conocía (…)Ha sido una hermosa manera de ampliar los espacios de la música andina, porque estoy seguro de que, si yo hiciera música andina tradicional, me criticarían por los atuendos que uso o por las coreografías que realizo», comenta.
Y cierra: “Entonces llamarlo Q-pop me permite más libertad, más expresión y más espacios para validar que somos andinos y que hablamos quechua”.
Con trajes de diseño y pelos coloridos, los BTS impresionaron al mundo con su pop ecléctico y su carisma frente al escenario y las pantallas. Desde Corea del Sur, los artistas fueron los grandes promotores del K-pop, un género que hasta el día de hoy sigue haciendo vibrar el corazón de niños, adolescentes y también adultos.Más cercano a la región y desde el Perú, Lenin Tamayo se sube a sus conciertos con un look característico de la región andina. El artista suele aparecer envuelto en un largo kimono blanco y rojo, con una corona del inca en la cabeza. Desde la estética, el enlace es automático.Qué entendemos por Q-popEl Q-pop, más que ser solo un estilo de música, funciona como un vehículo: si la música andina tradicional fuera un carruaje que lleva la cultura a su destino, el Q-pop sería un tren moderno y rápido que utiliza la potencia global del K-pop para llevar esa misma cultura a una audiencia mucho más amplia y contemporánea alrededor del mundo.Pero el Q-pop tiene un detalle más: las letras son en quechua.Lenin Tamayo, el máximo exponente del género define que el Q-pop no es música, es una plataforma. Y añade: “Es una fusión. Se puede cantar música andina con una guitarra andina, pero también con una guitarra eléctrica. Lo que importa es cuál es tu sonido”, agrega.Su música se encuentra en la encrucijada de géneros, inspirada en sus raíces andinas, en su “pilar”, su madre Yolanda Pinares (reconocida cantante de cumbia) y en la primera generación de K-pop que Lenin descubrió durante sus años universitarios.Quién es Lenin TamayoLenin Tamayo tiene 25 años. Su carrera explotó en 2022, al final de la pandemia. Publicó un video de su canción Tusurikusun en TikTok que se volvió viral y lo reveló al público en general. Tres años después, lo siguen 290.000 personas en la plataforma, realizó una exitosa gira por Asia, lanzó dos EP (Amaru I y Amaru II, en referencia a una de las deidades de la mitología andina) y firmó con el sello más grande del K-pop: Hybe, que también produce a BTS, cuyos videos se acercan a los dos mil millones de visitas en YouTube.Si la progresión parece relámpago, “su carrera comenzó cuando estaba en mi vientre”, dice su madre Yolanda, quien crio sola a su único hijo. “Creció y vivió en el escenario. Se ha estado preparando toda su vida para lo que está viviendo hoy”, recalca. No se sorprendió cuando él le dijo, después de sus estudios de psicología y con total seguridad, que quería ser cantante: “Lo que está pasando no es nuevo para él. Es solo que esta vez él es quien está en el centro de atención. Por eso es fácil para él”, asegura.Embajador de la cultura quechuaLa música siempre estuvo presente en la vida de Lenin. A una edad temprana cantaba, tocaba el violín y el piano, y acompañaba a su madre en las giras durante las vacaciones escolares. Descubre el escenario, asiste a Yolanda y lo hace todo. “Él fue mi productor, mi compositor, diseñó mi vestuario”, explica su madre. Una vida en constante movimiento que lo llevó a explorar sus raíces andinas, a pesar de haber nacido en Lima, la capital peruana.Aunque su madre siempre le habló en quechua en su casa, Lenin “fue descubriendo poco a poco la cultura de los Andes, a través de viajes y encuentros”. Se dio cuenta de la discriminación que sufren las comunidades quechuas, aun cuando la lengua sigue siendo hablada por casi cuatro millones de personas en el Perú. “Es importante saber de dónde vienes, sobre todo como peruano. Nos resulta difícil mirar nuestra historia. Ha habido abuso y estigmatización en relación con lo que somos”, dice el cantante.Hoy, orgulloso de su herencia, se presenta como embajador de la cultura quechua y la incorpora en todos sus proyectos. Recientemente, fue elegido para dirigir la banda sonora de la primera serie animada peruana, Apukunapa Kutimuynin (El retorno de los dioses), codirigida por estudios peruanos y japoneses e inspirada en la mitología andina. La serie, cuyo estreno está previsto para los próximos meses, ya promete ser un éxito tanto en Perú como en Japón.Las estrellas parecen estar alineadas para Lenin, pero no olvida las dificultades que atravesó. Burlado en la universidad por sus orígenes andinos y su físico andrógino, también tuvo que luchar para imponer su nuevo estilo en la industria musical peruana, un país que venera a los artistas de cumbia y salsa.En diálogo con la BBC, Lenin dijo que cada vez que canta en quechua la garganta le queda destrozada por el sentimiento que le pone a cada interpretación.“El quechua necesita compromiso; si no, es mejor no hablarlo. Cuando hablamos de definiciones, tú dices que el español es un idioma embaucador, mientras que el quechua es blanco y negro”, afirmó. También le dijo al medio inglé: “Yo estudié psicología y una de las cosas más claras que me quedaron de esos años es que, básicamente, el idioma que hablamos diseña o programa la forma en la que pensamos. El español que hemos aprendido no solo en la casa, sino también en el colegio hace que tengamos una forma de pensar muy determinada”.El periodista Alejandro Millán Valencia le preguntó: “¿Cómo te encontraste con el K-pop y lo mezclaste con el quechua?Y la respuesta de Tamayo lo define: “La violencia que yo vivía en el colegio era grande. Muchas burlas, presión grupal por la forma en que hablaba, por la forma en que caminaba. Incluso llegó a la agresión física.Buscando lugares dentro del colegio donde evitar que me agredieran, me encontré con un grupo de compañeras encantadas con el K-pop. Yo ya había escuchado algo, pero esa vez me llamó la atención cómo este grupo se reunía alrededor de la música. También me impresionó que Corea, un país al otro lado del mundo, tuviera una industria discográfica de esa naturaleza, capaz de producir y producir este tipo de bandas”, detalla. View this post on Instagram Y en su desarrollo, continúa: “Entonces, lo primero que pensé fue de qué manera podía trasladar ese fenómeno (la relación de los grupos con sus fans y su producción musical— al entorno andino), a la música que hacía mi mamá o decenas de grupos del interior del país que yo conocía (…)Ha sido una hermosa manera de ampliar los espacios de la música andina, porque estoy seguro de que, si yo hiciera música andina tradicional, me criticarían por los atuendos que uso o por las coreografías que realizo», comenta.Y cierra: “Entonces llamarlo Q-pop me permite más libertad, más expresión y más espacios para validar que somos andinos y que hablamos quechua”. La Voz

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