En Alberdi, cada vez que se dice “Ulises”, la memoria todavía va directo a ese extremo encarador, formado en casa, que asomó tímido en 2019 y que supo transformarse en uno de los proyectos más interesantes del club. Pero hoy, a un año de que venza su contrato, el nombre Ulises Sánchez ya no dispara certezas: dispara preguntas.
El volante de 27 años atraviesa un cierre de año clave. Porque tras volver en enero de una lesión que lo dejó ocho meses afuera —la ruptura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha—, nunca logró reencontrarse con aquel nivel que había mostrado justo antes del golpe.
Y Belgrano, que lo acompañó paso a paso durante todo el proceso de rehabilitación, ahora enfrenta una decisión compleja: ¿renovarle por más tiempo, buscar una venta, pensar en un préstamo con cargo o sostenerlo un año más esperando su despegue?
Sánchez lo vivió en carne propia. En su regreso reconoció que el retorno no fue sencillo:“Me faltó ritmo, tuve errores que antes no tenía. Pero de a poco voy a ir agarrando confianza”, dijo el día en que volvió a pisar el césped. No sonaba a excusa: era la honestidad de quien conoce el precio físico y mental que se paga después de una lesión de ese calibre.
Le tocó mirar desde afuera. Acompañar, empujar, sostener. “Fueron meses duros, de pelearla”, repitió más de una vez. Esa frase, esa mezcla de humildad y resiliencia, lo describe mejor que cualquier estadística.
Su historia en Belgrano está llena de mojones. Debutó en noviembre de 2019 frente a Alvarado, fue campeón con la cuarta, se reinventó como volante por izquierda, aprendió a moverse por otros sectores, marcó su primer gol ante Chicago en 2020… y en cada etapa, pese a los cambios de entrenadores, categorías e ideas futbolísticas, Ulises siempre apareció como ese producto genuino de Alberdi que juega con la camiseta tatuada.

Pero el fútbol no concede pausas largas. Y el Belgrano de hoy —que ya planifica el 2026— necesita certezas, rendimiento inmediato y continuidad. Sánchez, en cambio, todavía intenta recuperar su mejor versión. Desde su regreso, alternó buenas participaciones con otras más discretas, sin lograr la regularidad que lo había convertido en pieza valiosa.
Por eso la situación actual es tan sensible. Su contrato, renovado en agosto de 2023, vence el 31 de diciembre de 2026. Le queda un año entero de vínculo, pero en términos de mercado ese margen es el momento justo para definir un camino. Las opciones:
- Renovarle para no arriesgar una salida libre más adelante y volver a apostar por él.
- Buscar una venta mientras conserva valor.
- Renovarle para intentar un préstamo con cargo para que sume minutos afuera y vuelva más fuerte.
Mientras tanto, el mediocampista de Río Segundo se entrena y espera. Sabe que la próxima pretemporada será determinante. Sueña con volver a ser ese Ulises eléctrico que Belgrano disfrutó antes de la lesión. Y entiende que, para seguir en Alberdi, deberá pelearla igual que siempre.
Del otro lado, en las oficinas del club, domina la prudencia. No hay decisiones tomadas, pero tampoco definiciones inmediatas. El contexto competitivo del plantel crece, los objetivos deportivos también, y cada detalle pesa en la balanza.
En Belgrano lo conocen bien. Saben que, cuando está pleno, Sánchez te puede cambiar un partido. Que tiene pase, carácter, rebeldía. Pero también saben que su último año no fue el que imaginaban para un jugador que venía en franca evolución.
La gran pregunta que hoy sobrevuela el Gigante es simple y gigante a la vez: ¿Puede volver a ser el Ulises que deslumbró? ¿O su historia empieza a transitar su tramo final?
El tiempo —y la pelota— tendrán la respuesta. Belgrano deberá decidir. Ulises, como siempre, está dispuesto a pelearla.
En Alberdi, cada vez que se dice “Ulises”, la memoria todavía va directo a ese extremo encarador, formado en casa, que asomó tímido en 2019 y que supo transformarse en uno de los proyectos más interesantes del club. Pero hoy, a un año de que venza su contrato, el nombre Ulises Sánchez ya no dispara certezas: dispara preguntas.El volante de 27 años atraviesa un cierre de año clave. Porque tras volver en enero de una lesión que lo dejó ocho meses afuera —la ruptura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha—, nunca logró reencontrarse con aquel nivel que había mostrado justo antes del golpe. Y Belgrano, que lo acompañó paso a paso durante todo el proceso de rehabilitación, ahora enfrenta una decisión compleja: ¿renovarle por más tiempo, buscar una venta, pensar en un préstamo con cargo o sostenerlo un año más esperando su despegue?Sánchez lo vivió en carne propia. En su regreso reconoció que el retorno no fue sencillo:“Me faltó ritmo, tuve errores que antes no tenía. Pero de a poco voy a ir agarrando confianza”, dijo el día en que volvió a pisar el césped. No sonaba a excusa: era la honestidad de quien conoce el precio físico y mental que se paga después de una lesión de ese calibre.Le tocó mirar desde afuera. Acompañar, empujar, sostener. “Fueron meses duros, de pelearla”, repitió más de una vez. Esa frase, esa mezcla de humildad y resiliencia, lo describe mejor que cualquier estadística.Su historia en Belgrano está llena de mojones. Debutó en noviembre de 2019 frente a Alvarado, fue campeón con la cuarta, se reinventó como volante por izquierda, aprendió a moverse por otros sectores, marcó su primer gol ante Chicago en 2020… y en cada etapa, pese a los cambios de entrenadores, categorías e ideas futbolísticas, Ulises siempre apareció como ese producto genuino de Alberdi que juega con la camiseta tatuada.Pero el fútbol no concede pausas largas. Y el Belgrano de hoy —que ya planifica el 2026— necesita certezas, rendimiento inmediato y continuidad. Sánchez, en cambio, todavía intenta recuperar su mejor versión. Desde su regreso, alternó buenas participaciones con otras más discretas, sin lograr la regularidad que lo había convertido en pieza valiosa.Por eso la situación actual es tan sensible. Su contrato, renovado en agosto de 2023, vence el 31 de diciembre de 2026. Le queda un año entero de vínculo, pero en términos de mercado ese margen es el momento justo para definir un camino. Las opciones:Renovarle para no arriesgar una salida libre más adelante y volver a apostar por él.Buscar una venta mientras conserva valor.Renovarle para intentar un préstamo con cargo para que sume minutos afuera y vuelva más fuerte.Mientras tanto, el mediocampista de Río Segundo se entrena y espera. Sabe que la próxima pretemporada será determinante. Sueña con volver a ser ese Ulises eléctrico que Belgrano disfrutó antes de la lesión. Y entiende que, para seguir en Alberdi, deberá pelearla igual que siempre.Del otro lado, en las oficinas del club, domina la prudencia. No hay decisiones tomadas, pero tampoco definiciones inmediatas. El contexto competitivo del plantel crece, los objetivos deportivos también, y cada detalle pesa en la balanza.En Belgrano lo conocen bien. Saben que, cuando está pleno, Sánchez te puede cambiar un partido. Que tiene pase, carácter, rebeldía. Pero también saben que su último año no fue el que imaginaban para un jugador que venía en franca evolución.La gran pregunta que hoy sobrevuela el Gigante es simple y gigante a la vez: ¿Puede volver a ser el Ulises que deslumbró? ¿O su historia empieza a transitar su tramo final?El tiempo —y la pelota— tendrán la respuesta. Belgrano deberá decidir. Ulises, como siempre, está dispuesto a pelearla. La Voz

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