La audiencia de ayer dejó imágenes estremecedoras y desnudó datos que favorecen la hipótesis de los acusadores y contradicen versión esgrimida por la defensa. El juicio por el crimen de la estudiante pampeana asesinada el 2 de julio de 2022, continuará en los tribunales de Cipolletti hasta el sábado. Luego de que declaren más de cien testigos, las partes ofrecerán sus alegatos y el jurado popular decidirá si Pablo Parra es culpable o inocente por el femicidio de Agustina Fernández.
Varias amistades confirmaron que la joven no tenía ningún interés en “el vecino”; una profesional reveló que el imputado está capacitado en primeros auxilios, y una policía contó que hallaron en su poder elementos que le habían robados. También declaró una mujer acosada por Parra tras terminar una relación, y se supo que, dos semanas después del crimen, el imputado vendió 400 dólares.
Los testimonios y pericias exhibidas durante la segunda jornada afectan notablemente la hipótesis del robo y parecen fortalecer la teoría de fiscales y querellantes.
Heridas que hablan.
El primer testigo fue Gabriel Tonon, arquitecto especializado en reconstrucción virtual de la justicia rionegrina, quien realizó un escaneo 3D del departamento, el complejo y su área circundante. Con imágenes tomadas por un dron exhibió una vista aérea de varias manzanas alrededor del complejo y mostró detalles precisos del patio trasero, por donde habría ingresado Parra para sorprender a su víctima.
Tonon también tomó fotografías de las heridas que registraba el cuerpo. Antes de exhibirlas, alertó al juez Guillermo Baquero Lazcano y al jurado que observarían “imágenes explícitas muy fuertes”. Los padres de Agustina abandonaron la sala, donde solo permaneció su tía Claudia Cappello.
El perito midió las heridas del rostro, la cabeza y la mano izquierda con un equipo de alta precisión que procesa mediante un programa informático y utiliza un “testigo métrico” como parámetro. Las imágenes, destinadas a establecer cómo fue el ataque y trazar un perfil del asesino, provocaron fuerte impacto en los asistentes y el mismo acusado, que había permanecido impávido desde el inicio del juicio, se apoyó sobre el escritorio de sus defensores, Juan Manuel Coto y Gonzalo Rodríguez, y comenzó a sollozar.
¿Un robo inexistente?
El listado de testigos incluía amigos de Agustina, periodistas, policías, peritos y un compañero de trabajo que le compraba dólares a Pablo Parra. Este trabajador, llamado José Lorenzato, declaró que le ofreció dólares varias veces y la fiscalía Fiscalía reprodujo un audio del 18 de julio, cuando Parra ofreció cambiar 400 dólares “para comprar algo”, y el testigo aceptó. Habían pasado 16 días desde el ataque a Agustina.
El sospechoso contó que Agustina fue víctima de un ladrón que robó dólares que guardaba en su departamento. Para la fiscalía, la fecha de este intercambio de divisas contradice aquella teoría.
Otro dato que contraría esta hipótesis apareció durante la declaración de Rocío Durán, docente de medicina laboral y primeros auxilios, quien reveló que Parra posee conocimientos sobre asistencia médica de urgencia. Explicó que ante una emergencia se implementa “una cadena de atención a la víctima, se evalúan signos vitales y se convoca “al servicio de urgencias médicas”. Cuando Parra encontró a Agustina agonizante en el suelo, salió a pedir ayuda y le pidió a un vecino que llamara a la policía y a una ambulancia
Apareció lo robado.
Otro elemento clave fue presentado por la perito policial Florencia Massa, quien informó que algunos elementos denunciados por Parra como robados fueron secuestrados en su nuevo domicilio. Según Massa, Parra fue requisado varios meses después del crimen, cuando le secuestraron llaves y un celular. Contó que en su nuevo departamento incautaron también una musculosa Puma blanca con una mancha rojiza, un rosario plateado y otras prendas, que coincidían con las que había denunciado como robadas el 2 de julio.
“Ningún interés en él”.
Familiares y amigos coinciden que, si bien habrían mantuvo algún acercamiento, Agustina nunca mostró interés en el trabajador petrolero. Desde Santa Rosa declaró por Zoom Julián Mussa, un joven “muy amigo” con quien se comunicaba asiduamente desde Cipolletti. Ella le contó que había conocido a un vecino que “estaba lindo”, luego confió que “había estado con el vecino” y finalmente expresó que “se estaba cansando de la situación” porque Parra “estaba flasheando un poco y le pintaba casamiento”.
Entonces fue reproducido un audio de Agustina que confirma un encuentro con Parra pero deja claro que no tenía intenciones en avanzar con una relación. En el último contacto mantenido con su amiga, Mussa preguntó cómo andaba con “el vecino”, y la respuesta fue: “qué me importa el maní ése, es re intenso”.
Un grave acoso previo.
Finalmente, hubo otro testimonio que contribuyó a sumar más sospechas sobre el acusado y que, según la querella “permite describir el perfil de Parra”. Una mujer, no identificada y que ofreció un “testimonio reservado”, sin la presencia de Parra en la sala, enumeró distintos episodios violentos que vivió con él durante una relación de pareja. Dijo que tuvieron varias “idas y vueltas” hasta que cortaron definitivamente.La mujer aseguró que Parra espiaba su correo electrónico y hasta simuló ser otra persona con quien ella se escribía. La seguía por la calle exigiéndole que contara con quién estaba y una vez le tiró “el auto encima” mientras ella circulaba en moto: “fueron varias cuadras, quería hacerme algo”, dijo
Pero el mayor riesgo lo vivió en su lugar de trabajo, un día que “estaba sola en el edificio” y alguien intentó “forzar la cerradura desde afuera, con un destornillador o algo así”. Asustada, convocó a la policía. Dijo estar “segura” de que era Pablo Parra.
Fuente: c5n
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