La defensora de Yamila Coronel, Camila Aimar, pidió la absolución de su defendida por el beneficio de la duda. Pero dedicó el juicio a cuestionar el accionar de la Brigada de Investigaciones y de la Agencia de Investigación Científica.
«Trabajaron con relax», sostuvo al ser consultada si hubo mala fe. Dijo que los integrantes de la AIC jamás pensaron que alguien iba a cuestionar aspectos técnicos y formales del procedimiento: apuntó específicamente al hallazgo de una bolsa con «metomil» en una casa vecina a los Páez-Coronel.
Hubo dos albañiles y el vecino de testigos. El tribunal deberá definir si detrás de eso hubo una maniobra o si fueron sinceros esos testimonios.
Aimar buscó sembrar dudas en cada paso de la investigación. Con la sentencia de Saez Zamora, Ongaro y Olié se sabrá si lo logró.
Además, invocó la denuncia de violencia de género que se conoció después del envenenamiento: Coronel afirma que era víctima de violencia por parte de Páez Albornoz. Y por la pertenencia a la fuerza nunca pudo hacer la denuncia.
Pero la paradoja de esa estrategia es que Yanina Coronel negó haber envenenado a su pareja. Aimar buscó instalar la sospecha que el veneno (que estaba en el área de Seguridad Rural) fue introducido por compañeros de Páez Albornoz en su trabajo o que por causalidad lo ingirió el policía.
En esa línea, la hipótesis de Aimar es que la Policía buscó encubrir el incidente o la propia negligencia apuntando a Coronel.
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