Crecemos con la frase “los sueños se hicieron para cumplirse”, sin embargo, muchas veces el destino nos lleva a lugares impensados y los sueños se transforman. De esa forma empezó a escribirse la historia de Eulalio “Coco” Muñoz, el maratonista de 27 años que soñaba con ser un futbolista reconocido, pero terminó siendo un atleta mundial que va por su segundo Juego Olímpico.
Gualjaina es un pueblito en Chubut, a 90 kilómetros de Esquel, donde Eulalio se crió y comenzó su vida como deportista, a los 8 años. Al igual que le sucede a muchos niños, él soñaba con ser jugador de fútbol y vivir del deporte. Fue en ese momento cuando empezó a entrenar en el club del pueblo, pero al tiempo, la falta de recursos de la institución, lo obligaron a dejar de lado ese sueño. Lo que Eulalio no sabía era que estaba a punto de conocer una nueva pasión, que lo llevaría a romper muchos récords y viajar por el mundo.
“Después de 9 años haciendo fútbol, tuve que dejar y ahí me anime a empezar en el running. Un día me invitaron a correr una maratón en mi pueblo y la gané. Desde ese momento me anime a hacerlo más seguido y siento que el atletismo cambió mi vida para siempre, porque me enseñó a valorar muchas cosas”, destacó.
Su infancia: del fútbol al atletismo
Entre sus primeros recuerdos de la infancia, el joven recuerda su casa en Gualjaina desde donde, junto a su familia, se trasladaban 13 kilómetros todos los días para ir al hospital o hacer compras. La distancia, o los pocos recursos de su pueblo, no fueron un impedimento para que él se proyectara en grande.
Si bien su primera ilusión era ser un futbolista, “como Maradona”, tal como lo decía él, el fútbol terminó por ser la puerta de bienvenida al mundo del deporte.
Casi por casualidad, una vez que el club al que asistía tuvo que cerrar sus puertas, un amigo lo invitó a correr su primera maratón. Lejos de ser un deporte en equipo, y en contacto con una pelota, el atletismo le presentaba un nuevo desafío.
Fue así que, en 2012, se anotó en su primera carrera de 12 kilómetros, la que le marcó el rumbo para lo que le esperaba. “Cuando corrí mi primera carrera, yo no entendía mucho del mundo del atletismo, solo sabía que era importante llegar primero. Esa carrera la gané y, hasta el momento, nunca dejé de correr”.
Luego de su primera carrera, viajó con su amigo a Esquel para correr una segunda maratón de 5 kilómetros, pero cuando llegaron a la inscripción, ya no había cupos para esa distancia y, sin pensarlo, se anotó para correr 21 kilómetros.
No solo superó la prueba con comodidad, en una hora y 22 minutos, sino que su marca había sido tan buena para ser su segunda carrera que la gente no podía creer su poca trayectoria dentro de la disciplina.
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