Casi 30 años después de haber protagonizado un show en el estadio porteño de Vélez que dejó un sabor agridulce en sus protagonistas, Divididos volverá a presentarse el 13 de mayo de 2023 en ese escenario para celebrar 35 años de historia, en lo que significará el regreso de la denominada «aplanadora» del rock a un estadio.
El anuncio fue realizado por la propia banda en una extensa conferencia de prensa ofrecida este martes en el Teatro de Flores a la que asistió Télam, en simultáneo a la publicación en redes sociales oficiales del afiche que promociona el concierto, cuyas entradas estarán disponibles desde el 20 de octubre por Ticketek.
«A diferencia de aquella vez, a este Vélez no lo trae el marketing, no está pensado desde la industria, sino que lo trae la vida. La vida nos regala este escenario y por eso es tan distinto», dijo el bajista Diego Arnedo, a la hora de diferenciar el contexto entre el show del 13 de agosto de 1994 y el que se realizará el año próximo.
«En el otro Vélez teníamos cinco años de vida y se dio un poco porque hicimos un disco, hubo buenas ventas, empezó a crecer el público y había todo un agite con nosotros. Hubo algo de marketing porque era lo que seguía tras el éxito del grupo», recordó el bajista.
En el mismo tono, Ricardo Mollo evitó hablar de «revancha» aunque hizo hincapié en que será una oportunidad para «terminar con ese recuerdo» que le quedó de «esa noche que no fue tan feliz».
La comparación entre el único Vélez realizado por la banda y el que llevará a cabo el año próximo resultó inevitable debido a que el propio anuncio de este martes inició con un video alusivo que trazaba una inevitable elipsis en la que ese escenario ocupaba un rol central.
Con textos de Pedro Irigaray y relatos de Alejandro Apo mientras se sucedían imágenes de archivo, algunas de ellas caseras, el video relataba la excursión en 1981 de Mollo y Arnedo a Vélez para asistir al histórico concierto de Queen, el recorrido musical de ambos entre Sumo y Divididos para llegar hasta el show propio en ese lugar en 1994, momento en que se recordó los distintos problemas de sonido y organización que le quitaron brillo a la presentación.
Allí también se remarcó la postura de la banda desde entonces de no tocar en estadios, una regla que solo rompió cuando participó de grandes festivales.
«Quedó una impresión extraña de los espacios tan grandes y por eso siempre volvemos acá», expresó Mollo, en alusión al Teatro de Flores, un reducto al que el grupo casi convirtió en su guarida.
Y amplió: «Una de las fantasías era que no podíamos tocar en lugares grandes porque después no íbamos a poder tocar en lugares chicos, pero nosotros vamos a seguir tocando todo el tiempo porque es una comunión lo que pasa. Para mí, venir acá es un poco de aire fresco para todos. Es terapéutico. Y la gente no se cansa de venir a escuchar las mismas canciones, porque no se trata de las canciones, sino de la energía».
Luego de ese Vélez de 1994, montado tras el fenomenal suceso del disco «La era de la boludez» del año anterior, Divididos sufrió una crisis que derivó en un nuevo cambio de baterista y en una reconstrucción basada simplemente en recuperar la mística que se produce cuando un grupo de músicos se junta a tocar sin mayores ambiciones que compartir el momento.
Aunque no tardó en volver a establecerse como una de las grandes bandas del rock argentino, el trío mantiene hasta hoy esa dinámica del vivo permanente, y es en ese contexto en donde sus integrantes asumen con naturalidad la posibilidad de regresar a un estadio.
A pesar de que ingresó al grupo en 2004, tampoco será la primera vez del baterista Catriel Ciavarella en Vélez junto a Divididos aunque desde otro lugar, debido a que las imágenes del video presentación lo mostró de adolescente rondando por el escenario en la prueba de sonido aquel día de 1994.
Sin embargo, sus consideraciones fueron similares a las de sus dos compañeros mayores: «Antes creíamos que esta música rendía más en espacios chicos pero creo que en los últimos años hemos notado que nos sentíamos cómodos también en espacios grandes, tal vez por la química que hay entre nosotros».
Por supuesto que además de las referencias al show y a su contexto, el grupo también reveló que trabaja en nuevas canciones, repasó innumerables anécdotas y reflexionó sobre el espacio que ocupa la música tocada en vivo en la actualidad.
«Nosotros en esto de juntarse a tocar encontramos una entidad. Queriendo imitar a otros descubrimos nuestras propias cosas y ahí fue cuando empezamos a sentirnos más identificados. Nos empezamos a sentir como entes sociales aceptados y es probable que eso haya hecho que toquemos mucho», analizó Arnedo.
«La música tocada de esta manera, genuina, sanguínea, con pocos aderezos, tal vez es un poco reivindicar una forma de ser. Hoy hay tantas músicas interpretadas de tantas maneras que esta está quedando un poquito relegada, así que tal vez haya algo de trinchera», apuntó Ciavarella.
En ese punto, Mollo salió al cruce de las lecturas que hablan de la «muerte del rock» y las minimizó al advertir que se trata de «una premonición que tiene más de 30 años».
«¿Qué pasa con el tango? ¿Qué pasa con la música clásica o con el folclore? Nada muere. Están los que simpatizan con eso y los que eligen otras cosas, pero a lo largo del tiempo la música sigue estando y cualquier género sigue viviendo. Esas son premoniciones que terminan en la nada. Tiene que ver más con cosas del mercado que de la música», expresó.
Finalmente, con la autoridad que le confiere el hecho de haber sido fiel a una forma de hacer las cosas «sin escuchar los cantos de sirena», el guitarrista y cantante aconsejó «mantener el centro todo el tiempo» como antídoto ante el convulsionado estado de situación social.
«Lo que está pasando es a nivel mundial. Estamos en un momento de mucha confusión que puede ser inducida, pero no hay que perder el centro porque es ahí donde te ganan. Ojito con lo que está pasando. Hay 15 tipos que dominan el mundo y es muy difícil porque tienen un montón de empleados que llevan todo hacia el caos, ni siquiera hacia una dirección clara. Entonces uno tiene que mantener el centro todo el tiempo», concluyó.
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