Con una proyección mayor al 50 por ciento, Argentina cerrará este año una inflación 40 por ciento mayor al 29 proyectado por el gobierno en su Presupuesto 2021, lo que resulta una clara derrota del equipo económico en el manejo de esta variable, pero atenuada por dos elementos en el actual contexto mundial.
El primero de ellos, se relaciona con el crecimiento, ya que con una cifra que muy posiblemente supere al 10 por ciento en relación a 2020, la suba del PBI incide de manera especial en las tensiones inflacionarias, producto de una fuerte reactivación de la demanda. De hecho, de acuerdo a un reciente informe del CEP XXI del Ministerio de Desarrollo Productivo, la fuerte recuperación del tercer trimestre, de 4,1 por ciento del PBI, fue la cuarta más alta dentro de 31 países centrales que publican información económica.
La segunda razón que atenúa el índice de inflación, es que la inflación proyectada se encuentra aún por debajo de la experimentada en 2019, último año de la alianza Cambiemos en el poder, lo que implica que el país fue uno de los pocos que no hizo crecer el guarismo inflacionario en relación al pasado. Y es que de acuerdo al citado informe, los países centrales y de la región tuvieron un fuerte crecimiento inflacionario, pero al mismo tiempo tasas de crecimiento menores a las proyectadas.
Así, para Estados Unidos, el FMI recortó su previsión de crecimiento en un punto porcentual completo, lo que la ubicaba en el 6 por ciento, mientras que la OCDE pronostico recientemente una nueva baja, para situarla en el 5,6 por ciento del PBI. El Banco Central de Alemania, por su parte, que en junio había pronosticado un crecimiento del 3,7 por ciento del PBI para este país, recortó sus previsiones al 2,5 por ciento, así como del 5,2 por ciento al 4,2 por ciento para el año próximo. España, por su parte, que preveía un crecimiento del 6,3 por ciento en septiembre, lo redujo al 4,5 por ciento para la actualidad, y del 5,9 al 5,4 para el próximo año. Asimismo, y de acuerdo al informe, la OCDE ajustó a la baja la previsión de crecimiento de México del 6,5 por ciento al 5,9 en 2021, y del 3,4 al 3,3 por ciento para el año próximo, mientras que para la economía brasilera, el Banco Central redujo sus previsiones de crecimiento del 4,7 al 4,4 para este año y del 2,1 al 1 por ciento para 2022.
El menguado crecimiento, con el consecuente enfriamiento de la demanda, no impidió que estos países batieran récord inflacionarios. Por caso, en los Estados Unidos, la inflación se ubicó en 6,8 por ciento anualizada, llegando al mayor valor desde 1982. En toda la zona euro, el indicador de precios al consumidor llegó al 4,9 por ciento interanual en noviembre, lo que lo configura como el mayor desde la adopción del euro, mientras que en el Reino Unido, el 5,1 por ciento se configuró como el mayor en una década. Por su parte, México experimentó una suba interanual del 7,4 por ciento en noviembre, el mayor valor en más de dos décadas, mientras que Brasil, con una inflación interanual del 10,6 por ciento, sufre la mayor en dos décadas.
2022 y un complejo panorama
La distancia entre el crecimiento de la economía argentina durante este año y el experimentado por gran parte del mundo, así como el hecho de que la inflación local no tuvo saltos considerables en relación a los años previos como sí sucedió en otros países, no implica que la tendencia se mantendrá en 2022. A nivel local, el Gobierno ya anunció que comenzará a modificar dos elementos que actuaron como ancla inflacionaria, como lo son el retraso del tipo de cambio en relación con la inflación y el congelamiento de tarifas. Pero además, no solo el factor FMI incidirá en las variables de inflación y crecimiento, sino que también el país es interdependiente de un mundo cuyo panorama global de recorte de crecimiento y suba inflacionaria parece estar lejos de finalizar.
De acuerdo al citado informe del CEP XXI, la aparición de la nueva variante Omicron termina “por echar por tierra” las expectativas de final cercano de la pandemia, con modificaciones en los patrones generales de consumo que contribuyen al “sostenimiento de las presiones inflacionarias”, mientras que los intentos de normalización económica “siguen enfrentando las dificultades causadas por problemas logísticos y los cuellos de botella en la producción y la provisión energética y de insumos claves”. En esto último coincide el último Informe de Coyuntura de la Universidad Nacional del Moreno, que luego de sostener que para los países desarrollados la inflación 2021 “ya duplica o triplica los niveles de más de dos décadas”, y registra además “un repunte considerable”, informa que casi el 40 por ciento de las empresas norteamericanas con demora en la producción e indisponibilidad de materiales cree que recién dentro de un año se normalizarán sus problemas, mientras que en la zona Euro, la situación continúa siendo crítica por los problemas en la disponibilidad de materiales, que supera el 50 por ciento de las firmas en sectores como autos, electrónica, plásticos, computaciones y maquinaria.
Desde el CEP, plantean incluso que el cambio de tendencia de los bancos centrales, que en el contexto pandémico están efectuando una reducción de los programas de estímulo monetario y debido a la inflación tienen perspectivas de subas de tasas de interés, enfrenta “dos grandes riesgos: que no resulte efectivo en un marco de disrupciones de carácter global que presionan básicamente sobre los costos y que una nueva ola de temor o restricciones causados por la pandemia converjan con un accionar monetario de tipo recesivo”.
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