Hay mayoría de adolescentes, principalmente chicas. El verde, los pañuelos, las consignas por los derechos feministas ganaron varias cuadras en los alrededores del Congreso. Festival, olla popular, actividades en carpas y vigilia durante toda la noche.
Los vendedores ambulantes, se sabe, son astutos a la hora de hacer lo suyo. En una muestra más de esa buena lectura, sólo exhibieron pañuelos verdes. Las columnas esperanzadoras y esperanzadas llegaron temprano, cuando el debate en el recinto recién comenzaba. Sobre el andarivel de la calle Rivadavia al 1400, cuando todavía no es avenida, la calzada se hizo ancha al ritmo que impusieron las chicas y chicos de la escuela Federico García Lorca, de La Paternal, “la banda más ruidosa que hay”, según definieron algunas de sus integrantes. Expresaron la esperanza con aquello de “alerta, alerta que camina la lucha feminista por América Latina”. Y también dejaron planteada la advertencia: “Si no hay aborto legal, que quilombo se va a armar”. Sol y Josefina, las dos de 15 años, estudiantes de la escuela que lleva el nombre de una figura histórica en la lucha por las libertades, resaltaron que están “muy organizadas para salir a reclamar el aborto legal, seguro y gratuito, y recibimos mucho apoyo de parte de la mayoría de los docentes”.
Para alentar la participación y para concientizar, el lunes pasado, en la escuela de la calle Chorroarín, se organizaron talleres y charlas para desmentir “una serie de leyendas y mitos” que los sectores más regresivos de la sociedad vienen tratando de meter en la cabeza de los chicos. “Está bueno que se hayan hecho esos talleres, porque eso contribuye a la comprensión y también a la participación en esta marcha para reclamarle a los legisladores que aprueben el proyecto”. De fondo se escuchaba el grito multitudinario de sus compañeras: “Aborto legal, en el hospital”.
“El lenguaje, la palabra, es una forma más de Poder (con mayúsculas y recuadro), una de las muchas que se nos ha estado prohibido”.
El manifiesto formaba parte de los textos que exhibía el Espacio Cultural La Oleada Feminista. Lis Díaz, del grupo Mujeres Evita, que repartía en forma gratuita un libro que compila poesía feminista de autoras argentinas, la dijo a PáginaI12 que “la idea de repartir poesía feminista tiene con ver con una realidad que indica que las editoriales también están copadas por el patriarcado y lo que nosotras queremos es difundir el trabajo de las grandes poetisas argentinas”.
Desde las tres de la tarde, en la carpa se desarrollaron charlas culturales, a las ocho de la noche montaron en el mismo una olla popular contra el ajuste y los tarifazos. Las actividades del grupo concluyeron cerca de las diez de la noche, con una representación artística y a la medianoche: batucada. En forma paralela, funcionaba otro stand instalado por ellas mismas, que tenía el carácter de “una consultoría bisexual”. Lo más importante era mostrar “todos los trabajos que tienen que ver con nuestra militancia de todos los días” en distintos barrios del partido de Tres de Febrero, donde tienen una consultoría sobre violencia de género, aborto y “todos los temas que tienen que ver con la mujer”.
Marina Boldrini, de Rosario, que participa activamente en la campaña NiUnaMenos a nivel nacional, dijo que no puede “ponerse en la cabeza” de los legisladores que voten en contra del aborto legal, seguro y gratuito, pero que sí puede decir que “hay muchos sectores que han recibido y reciben muchas presiones, a lo que se suma que muchas son personas que votan por su ideología, por sus intereses personales, sin pensar que el reclamo que estamos haciendo tiene que ver con la salud pública y con la vida de muchas mujeres pobres”.
Boldrini recalcó que “lo que tienen que pensar los que hoy están votando y los que luego tendrían que votar en el Senado, tienen que pensar que son representantes del pueblo y que deben responder a ese mandato”. Para eso “esos legisladores tienen que pensar que el aborto en la Argentina es un problema de la salud pública que afecta a las mujeres y que se lleva la vida de las pibas más humildes”. Resaltó también que la aprobación del proyecto de ley “le pondría fin a un negocio ilegal, clandestino, que maneja mucho dinero y que realiza los abortos de manera clandestina, sin dar seguridad a las mujeres que concurren a esos lugares”.
A María Bordeu, vecina de Floresta, “propietaria de un montón de años de lucha feminista”, le costaba un poco caminar por “estas veredas tan rotas de Buenos Aires”, pero le dijo a este diario que “los ruidos, la alegría, la participación de tantos jóvenes me ponen muy contenta y me dan alguna esperanza de que esto finalmente se defina a favor no solo de la Justicia, sino de la conciencia, de la salud, de lo que debe hacerse ya, porque es imprescindible”. Elisa, de 67 años, una “vieja militante socialista” estaba “realmente encantada, maravillada diría, de ver a las chicas gritar ‘poder popular’, una consigna nuestra, de los sesenta, que intentó ser aplastada por la dictadura con miles de muertes, pero que resiste y que por suerte se ha incorporado al movimiento feminista”.
Desde la Plaza de Mayo hasta el Congreso, por la 9 de Julio, seguía creciendo la “marea verde”, que había empezado lenta pero firme desde antes del mediodía. El sector “de las buenas”, como le dijo a este diario María Rosa Altúnez, “sobreviviente de la Vidal en el conurbano”, no dejó en ningún momento de llenarse. Desde temprano, Rivadavia tenía los colores que impusieron las luchas feministas de las últimas décadas. María Rosa tenía esperanzas de que el proyecto “se apruebe en diputados, porque eso nos va a dar fuerzas para salir a presionar después a los senadores”.
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