El proyecto destaca la necesidad de contar con los desfibriladores porque una de cada mil personas fallece de muerte súbita o infarto de miocardio y el 50 por ciento de ellas fallece antes de ingresar a un centro asistencial.
«Los primeros diez minutos son cruciales en la sobrevida a un infarto de miocardio. Se estima que el uso del desfibrilador externo automático aumenta en un 70 por ciento las posibilidades de sobrevida en estas circunstancias», fundamentó Kroneberger.
«La desfibrilación debe ser inmediata y debería poder efectuarse antes de la llegada del servicio de emergencias que está estimada como mínimo en unos 10 minutos», agregó.
La Organización Mundial de la Salud recomienda la instalación de desfibriladores en toda área en la que circulen o trabajen una cantidad importante de personas convirtiéndolas en espacios cardio protegidos.
Los desfibriladores externos automáticos son pequeñas computadoras que pueden analizar el ritmo cardíaco y que tienen una batería capaz de liberar una elevada cantidad de energía eléctrica. Cuentan además con un sistema de luces, altavoces y una voz grabada que guía al operador durante el proceso.
El proyecto establece su instalación en terminales de transportes nacionales e internacionales, teatros, supermercados, bancos, clubes de futbol y cualquier otro lugar en el que la concurrencia de personas sea masiva.
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