Un contingente de 43 personas, 37 de ellas jóvenes de entre 15 y 20 años, debió interrumpir su viaje desde el sur argentino a Chaco por una intoxicación masiva que afectó a prácticamente todo el grupo. Tan así fue que al menos 38 de ellos debieron recibir intervención médica, y 15 quedaron internados en el Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria. Ayer por la tarde, ya recuperados, siguieron camino, pero eso no los salvó del susto.
El grupo pertenece a la Casa Vedia, de la Fundación Valdocco, institución que trabaja con chicos en situación de calle, abandono o con problemas de adicciones, que en este caso pertenecen, en su gran mayoría, a la comunidad aborigen wichi. La casa funciona en General Vedia, a unos 80 kilómetros de Resistencia, y allí asisten chicos de distintas zonas, como Comandancia Frías, Saucesito y Pompella, algunas en pleno Impenetrable chaqueño.
Como todos los años, la institución organizó un viaje para pasar las fiestas. Esta vez, el destino elegido fue la lejana Caleta Olivia, Santa Cruz, a unos 2.600 kilómetros de donde residen, y donde pasaron Navidad y año nuevo.
Todo el viaje, ida y vuelta, fue normal. Hasta que pararon en una estación de servicios ubicada a unos 50 kilómetros de Venado Tuerto. Allí almorzaron pizzas y sándwiches de pollo, y prepararon jugo con agua de la canilla. Siguieron su marcha y a poco de andar los chicos empezaron a sentir náuseas, ganas de vomitar y dolores intestinales. Primero fueron algunos, pero le siguieron los demás, incluso de los seis adultos que formaban parte del contingente.
Descompuestos. Así lo recordaron ayer Rodolfo Viera, director de la Casa Vedia, y Damián Ríos, coordinador de la institución, quien también ofició de chofer del colectivo que llevó al grupo. «Hicimos la parada el jueves, a eso de las 11. Todo hasta el momento era normal», recordó Viera, y aclaró que en ningún momento sintieron mal gusto o sospecharon de la comida. «Comimos todo», contó, y deslizó su sospecha de que el problema puede haber sido el agua, aunque no pudo asegurarlo.
El grupo se dirigió primero a Andino. Allí recibieron las primeras atenciones, pero en seguida, contaron Viera y Ríos, un grupo fue trasladado al Hospital Granaderos a Caballo, de San Lorenzo, y el más numeroso fue al Eva Perón.
El director de ese hospital, Eduardo Codino, contó a este diario que debieron activar un sistema de emergencia. Y 15 de los chicos intoxicados quedaron internados toda la noche por precaución.
En diálogo con LaCapital, Codino confirmó que los pacientes sufrieron gastroenterocolitis que, aunque resultó leve, fue masiva, de modo tal que tiene que estar asociado a la ingesta de algún alimento o de agua no apta para el consumo. «Todos tenían un cuadro similar. Vinieron en el colectivo y se los revisó; 15 de ellos quedaron anoche (por anteanoche) en el hospital. Siete se fueron por la mañana, otros permanecieron unas horas más», contó.
Pasado el mediodía, el contingente, ya recuperado, fue alojado en la Escuela especial Nuestra Señora de la Esperanza, de Granadero Baigorria. De allí pasaron por la flamante Casa Terapéutica que funciona en la ciudad, para seguir viaje.
La comunidad. La mayoría de los chicos forma parte de la comunidad wichi, que habita la zona norte del país, sobre todo en Chaco, Formosa, Salta y parte de Santiago del Estero. Ayer, se mostraban curiosos pero retraídos, miraban por las ventanillas del colectivo o detrás de los vidrios de la Casa Terapéutica. Sólo uno se acercó al coordinador que dialogaba con La Capital y lo abrazó, sin decir palabra. «Este es uno de los que quedó en el hospital, pero ya está bien», dijo Viera acariciándole el pelo.
Codino confesó que, aunque el hospital recibe permanentemente pacientes con distintos cuadros, algunos de suma gravedad, no es común que aparezcan tantas personas juntas, lo que obligó a otra estrategia de atención, y que por suerte, todo salió bien. Contó que por la etnia a la que pertenecen, algunos no entendían a los profesionales, y que por suerte hubo gente que se ofreció a ayudarlos como intérpretes. «Fue una experiencia de aprendizaje», confesó.
Por su parte, los responsables del contingente agradecieron la actitud de las autoridades, tanto sanitarias como de Granadero Baigorria, que «estuvieron siempre presentes y nos atendieron muy bien en todo momento». Y se rieron, porque cuando llegaron al hospital «se creían que veníamos de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, y no sabíamos cómo explicarles que éramos de Argentina y veníamos del sur».
Piden a Vialidad que repare la deteriorada ruta provincial 26 S
El eterioro que presenta un tramo de la ruta provincial 26 S que une Casilda con Carcarañá movilizó al titular de la delegación casildense de la Defensoría del Pueblo, Tomas Morales, quien reclamó, aún sin éxito, la intervención de la Dirección de Vialidad provincial a fin de revertir la situación con la vista puesta en la seguridad vial.
El funcionario reclamó al organismo la «pronta reparación de baches existentes» entre los kilómetros 82 y 98 del corredor por el que transita diariamente una importante cantidad de vehículos de pequeño y mediano porte así como camiones que trasladan sus cargas de cereal a las terminales portuarias de Rosario.
Morales fundamentó su pedido en «la peligrosidad que representan estos pozos sobre la cinta asfáltica ya que en algunos casos el diámetro de la rotura supera el metro de longitud».
Y en ese contexto además puntualizó que en algunos sectores «se detectaron banquinas descalzadas» con el riesgo que implica para quienes utilizan habitualmente la transitada ruta provincial.
Después de casi un mes de haber realizado el reclamo sin obtener soluciones, Morales volvió a la carga para insistir con el pedido inicial al que adjuntó fotografías que comprueban las denunciadas averías. Las notas fueron dirigidas al administrador general de Vialidad de la Provincia, Omar Alfredo Saab, de quien Morales espera obtener «la respuesta que amerita el caso».
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