Pequeños diálogos internos. Soliloquios desbordados. Sentir que no se tiene deseo sexual puede encender múltiples alarmas. La primera, la más obvia, quizá, en el corazón de la pareja. Eso de que «ya- no es como antes». O «es lo mismo de siempre». Y la novedad que trae y atrae nubarrones: advertir con singular potencia que el deseo –el sexual–, el que nos erotiza toda la piel, no está en la cama conocida sino detrás de otro cuerpo, de otro nombre, de otro olor.
Según diversos estudios, la prevalencia de la falta de deseo en las parejas es del 40 por ciento, en promedio. A la hora de señalar los motivos que la persona siente como disparador, ranquea en punta el estrés de la vida cotidiana como factor importante. Una encuesta realizada por el Consultorio Sexológico de PRIME aporta detalles interesantes: la mayoría de los hombres (68%) dijo que nunca le faltó deseo sexual frente a un 42% de las mujeres. Y si no tienen ganas de hacer el amor, los varones (59%) aseguraron que se lo expresaban a sus parejas, mientras que ellas (41%) eludían el tema.
Lo que erotiza mi vida. ¿Dónde está puesto el deseo? ¿Qué es lo que, de alguna manera, erotiza nuestras vidas? ¿Qué elijo: mi pareja o chatear o mirar los mails aun en la madrugada? Las pantallas nos van invadiendo y las parejas no encuentran espacios para hablar o tienen buenas excusas para no hacerlo.
La mente “tomada” por problemas económicos, la falta de tiempo cronológico para encontrarse, para cortejarse, seducirse; la ausencia de comunicación sobre las necesidades o fantasías de cada uno, la llegada de los hijos.
La psicoanalista Adriana Guraieb dice que el aburrimiento es otro factor en la pareja (sea una pareja sexual o una estable) en cuanto a los mismos rituales, la misma previa, las mismas posiciones en la cama; en definitiva, una rutina conocida que, repetida una y otra vez, quitando creatividad y estimulación, empobrece cualquier encuentro.
Según la especialista, en la sexualidad entran en juego estímulos internos y externos que se meten por los sentidos. En la mujer son importantes el oído y el olfato. En el hombre prevalece el estímulo visual. “Los estímulos internos son fantasías, recuerdos, todo lo que se construye como recompensa».
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