Norberto G. Asquini
La detención de Cristina Fernández de Kirchner y todo lo que giró en torno a su figura sacudió el tablero político nacional. En pocos días, alteró la agenda mediática, desorientó a dirigentes y forzó a reconfigurar cualquier análisis electoral. En La Pampa, el peronismo no fue ajeno a este impacto, aunque eligió una postura más distante.
El gobernador Sergio Ziliotto repudió públicamente el accionar judicial y expresó su apoyo a la ex presidenta, pero evitó participar del acto en Plaza de Mayo. Tampoco lo hicieron la mayoría de los dirigentes del PJ pampeano, aunque un grupo reducido de militantes y referentes representó a la provincia en la movilización.
Este nuevo lema sintetiza la resistencia a un gobierno nacional que recortó drásticamente los recursos a las provincias y cuyas políticas económicas golpean de lleno las finanzas municipales y provinciales. La Pampa no es la excepción. Incluso intendentes de la UCR y del PRO pampeano hicieron público su rechazo al ajuste libertario, que los llevó a “administrar la miseria”.
La defensa del Estado provincial -ya sea en su versión peronista, presente o eficiente- frente al desguace impulsado desde la Casa Rosada es parte central del discurso que comienza a delinearse en los equipos del PJ local. No solo se trata de una postura ideológica, sino de una estrategia territorial: el peronismo pampeano necesita provincializar la campaña y tomar distancia de una confrontación nacional que lo podría perjudicar, especialmente si se asocia directamente a la figura de Cristina Kirchner.
La necesidad de provincializar la campaña ya se vislumbra también en otras provincias patagónicas. El politólogo Facundo Cruz habla de una “segunda oleada de provincialismos”, similar a la de los años 90, pero más intensa. Ejemplos recientes lo confirman: los gobernadores Rolando Figueroa (Neuquén) y Alberto Weretilneck (Río Negro) unificaron hace unos días sus reclamos ante la Nación y anticiparon que buscarán llevar una agenda propia al Congreso, desmarcándose de la polarización entre el oficialismo nacional y La Libertad Avanza. En Chubut, el gobernador Ignacio Torres -uno de los pocos mandatarios que conserva el PRO- también trabaja en la construcción de un frente local ante la crisis de su espacio a nivel nacional.
El PJ pampeano ha sabido conjugar, históricamente, esa doble pertenencia: orgánico al peronismo nacional pero con una fuerte identidad provincial. Desde Marín enfrentando el avance privatizador del menemismo, hasta Verna marcando límites a la injerencia del kirchnerismo, el peronismo local ha defendido su autonomía sin fracturas nacionales. Esa tradición parece revivir ahora frente al gobierno de Milei.
“La Pampa o Milei” resume esa continuidad: el Estado provincial que resiste frente a un presidente que busca desmantelarlo. Y el peronismo, con sus matices, como el único bloque político dispuesto a oponerse a fondo a una gestión nacional que, en nombre del ajuste, arrasa con derechos y recursos del interior. Ni siquiera los intendentes radicales se salvan. Y eso, para el PJ, es un mensaje claro de por dónde debe ir la campaña.
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