Luis Aroca:
En la esquina de la calle 20 y 5 de General Pico, con un cartel simple que dice “Busco trabajo rural”, se para todos los días Luis Adrián Aroca, un hombre de 54 años que llegó desde Río Negro, con la esperanza de encontrar lo que dignifica: un empleo.
«Toda la vida trabajé. No quiero que me den nada, quiero laburar», dice con voz firme pero los ojos vidriosos. Su historia, aunque silenciosa, grita una realidad que muchas veces no se ve: hombres y mujeres de esfuerzo que, después de años de trabajo, terminan sin red de contención.
Del campo a la calle
Luis nació en General Roca pero se crió en Comayo, siempre vinculado al trabajo rural: hacienda, alambrados, bolleros, tareas con caballos. «Arranqué a los cinco años, en el campo, con ovejas. Sé lo que es», cuenta. En los últimos años trabajó en Quemú Quemú, contratado por un productor rural. “Estuve tres años con el señor Faruk. Él tuvo problemas con las tierras y sacó los animales. Me quedé sin trabajo”, explica.
Sin empleo, sin casa y sin nadie que lo espere, decidió viajar a Pico para probar suerte.
El frío y la espera
Hace una semana duerme afuera de la terminal de ómnibus, en la calle, o en cercanías del supermercado Simple. “Primera vez en mi vida que me pasa esto. Estoy solo desde que me separé hace seis años. Mis hijos ya están grandes, tienen su vida. Pero yo necesito trabajar. Tengo fuerza, tengo salud y tengo ganas”, dice.
Con ese cartel como única herramienta de visibilidad, se para cada día a la intemperie. “Adentro de la terminal ya no me dejan estar, así que me quedo afuera. Con este frío es muy difícil. Pero no me queda otra”.
Luis busca una oportunidad
Luis está dispuesto a cualquier tarea vinculada al campo: alambrado, hacienda, caballo, mantenimiento. No pide plata, ni ropa, ni ayuda material. Solo un trabajo.
Quienes puedan ofrecerle una oportunidad o estén buscando personal rural, pueden contactarlo directamente al número:
2984 86 1802
Y si no lo encuentran por teléfono, lo pueden ubicar en las inmediaciones de la terminal o del supermercado Simple, sobre la ruta.
Un reflejo de muchos
“Siempre trabajé, pero casi siempre en negro. Así que ni jubilarme puedo. No me queda otra que seguir”, dice con esa mezcla de orgullo y resignación que marca a tantos trabajadores rurales de la Argentina profunda.
Luis no está solo. Es parte de una generación que construyó con las manos, que se levantó antes del sol y que hoy, en silencio, pide una oportunidad. No limosna. No caridad. Trabajo.
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