En Las Rosas, una pequeña localidad de Córdoba, la desesperación y la impotencia se apoderan de los dueños de un restaurante que, en los últimos siete meses, han sido víctimas de cinco robos. El dueño del establecimiento, Ariel, se quiebra al compartir la angustiante situación que atraviesa, revelando que tuvo que recurrir a armarse para proteger su negocio.
Hace quince días, un grupo de delincuentes ingresó al restaurante y se llevó todo el equipo de aires acondicionados. Este martes, en plena madrugada, los ladrones volvieron a hacer de las suyas. Esta vez, se llevaron televisores y parlantes. Para los dueños, ya no hay sorpresa en la frecuencia de los robos, pero el dolor persiste cada vez que los atacan.
Con lágrimas en los ojos, uno de los dueños comentó que, a pesar de las medidas de seguridad que implementaron –cámaras de vigilancia, sensores de movimiento y alambres de púa–, los robos siguen ocurriendo. «Cada vez tenemos menos ganas de seguir en esto. Se nos ha hecho insostenible. Las deudas se acumulan, los pagos se atrasan, porque cada dos meses tenemos un robo grande», expresó.
Ariel, el otro propietario del restaurante, añadió que lo que más les duele no es solo la pérdida material, sino el daño diario que los robos provocan en su trabajo. «Nosotros llegamos y nos encontramos con que los extractores no funcionan o que nos robaron los cables de la cocina. Es el daño continuo que nos generan», lamentó.
La situación llegó a tal punto que los dueños decidieron grabar un video y publicarlo en redes sociales, en el que uno de ellos reveló que, ante la inseguridad, se vio obligado a armarse para defender su negocio. «Ayer subimos el video porque estábamos realmente molestos. Nos tuvimos que armar para que no entraran al local. Un amigo me trajo el arma», contó. Aunque confesó que no se siente orgulloso de esa decisión, aclaró: «Sé que está mal, sé que me ven mis hijos, pero es la única forma en la que vivimos. Si alguien intenta entrar, estoy preparado para recibirlo».
Los dueños también se refirieron al apoyo de sus clientes, quienes los respaldan en su decisión de portar armas por la situación de inseguridad que atraviesan. «Todo el mundo me apoya porque tengo un arma. Lo vivo con mucho dolor, tengo hijos y mi hija no entiende por qué tengo que estar armado», relató uno de los responsables del restaurante. En medio de todo esto, añadió que tiene un hijo viviendo en otro país y que, por miedo a la violencia, le pide que no regrese. «¿Qué es lo peor que puede pasar? Matar a alguien para que no entren más», reflexionó.
La preocupación de los dueños va más allá del miedo a los robos, ya que sienten que la policía no hace lo suficiente. «Es siempre la misma gente la que entra. Ya no sabemos qué hacer para evitarlo. A pesar de que hemos puesto más cámaras y sensores, siguen entrando por otros lugares», dijeron. Y, en cuanto a la respuesta de la policía, se mostraron frustrados: «Cuando tuvimos el robo más grande, entregamos videos y hasta las caras de los ladrones, pero nunca los atraparon. La policía llega solo cuando ya ocurrió el robo, pero no patrullan constantemente», explicaron.
Con una creciente sensación de impotencia, los dueños cerraron su relato con un fuerte lamento: «Esto ya no se aguanta más. Nos están quitando todo, nos están limitando cada vez más. Estamos endeudados porque en el último robo tuvimos que salir a pedir ayuda», concluyeron.
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