Marcelino tiene 65 años y su vida gira en torno a su carrito de choripán, ubicado cerca del Oasis. A pesar de las dificultades que enfrenta, sigue luchando por su sustento. “Yo vivo de esto, no tengo otra forma de ganarme la vida”, asegura con firmeza. Aunque no está jubilado y carece de pensión, nunca dejó de trabajar durante toda su vida. “Toda la vida laburé, en HD Agronomía, en Corpico, en Vizental. mientras reconoce que, pese a contar con algunos aportes, aún debe esperar para poder jubilarse.
Su emprendimiento de choripanes, aunque humilde, ha sido su fuente de ingresos. Sin embargo, recientemente se encontró con un obstáculo: fue denunciado por un colega y la municipalidad le impuso algunas infracciones, aunque él no niega la situación y está dispuesto a regularizar su situación explico que el funcionario a cargo del área le hablo muy bien “Yo reconozco que tengo infracciones y quiero regularizarlas. Pero no tengo plata para terminar el carrito”, explica. Para cerrar el carrito como corresponde, según lo que le indicó el funcionario municipal, necesitaría entre tres y cuatro millones de pesos. “Lo único que necesito es un crédito, un micro emprendimiento para cerrar el carrito”, dice, con la esperanza de poder cumplir con los requisitos y seguir trabajando.
La situación de Marcelino no es fácil. A sus 65 años, padece problemas de salud que requieren una gran cantidad de medicación, algo que agrava aún más su difícil situación económica. “A veces los doctores me ayudan con las muestras, pero el resto lo pago por salud pública”, cuenta, mientras muestra una gran cantidad de medicamentos que toma diariamente.
Sin embargo, lo que más le molesta es la falta de apoyo para su esfuerzo. “Yo no quiero que me den una bolsa de alimento, porque mi madre me enseñó a trabajar, no a robar”, asegura con firmeza. “Lo único que le pido a la gente es que me den una mano para poder seguir trabajando, no quiero vivir de la limosna, quiero seguir luchando por lo que me corresponde”, concluye, lleno de esperanza por que su situación mejore pronto.
Marcelino, con su carrito de choripán, sigue luchando por lo que ha sido su medio de vida durante tantos años. Solo espera que le den una oportunidad para poder regularizar su emprendimiento y seguir trabajando. Ojalá pronto podamos verlo nuevamente vendiendo sus famosos choripanes, como él desea.
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