El cura José Miguel Padilla, quien fuera enjuiciado el año pasado en La Pampa por un presunto caso de abuso sexual en perjuicio de un seminarista que habría ocurrido cuando era el párroco a cargo de la «Fraternidad de Belén», que funciona en la parroquia La Inmaculada de Intendente Alvear, murió ayer a los 70 años en San Luis, donde estaba refugiado tras su alta exposición pública, víctima de una durísima enfermedad.
Las últimas semanas de vida las pasó en la habitación 1 del Centro Oncológico San Luis, donde recibía constantes visitas de sus fieles. Lo veían demacrado, carcomido por el cáncer que se había ramificado. Incluso a mitad de semana pasada su familia tuvo que salir a desmentir la noticia de su muerte, informada por redes sociales.
La vida del sacerdote estuvo signada por la polémica. Fue capellán del GADA 161 -cuartel puntano del Ejército Argentino por entonces- entre 1980 y 1983 y su participación en el levantamiento carapintada de 1987 en la guarnición local fue tan evidente que las cámaras de televisión lo registraron en la puerta del regimiento.
Por entonces, Padilla era el ladero más fiel -aunque con algunas internas que con el tiempo se tornaron evidentes- de Juan Rodolfo Laise, obispo de San Luis desde 1971 hasta 2001, juzgado por crímenes de lesa humanidad y fallecido en Roma en 2019.
Otro hecho que lo marcó del que fue difícil despegarlo fue de la contención y el refugio que le dio primero en la iglesia del Carmen -de la que fue párroco- y luego en el seminario de El Volcán a Oscar Bianchi, un profesor de natación de Buenos Aires que fue señalado por los padres de Jimena Hernández de violar y asesinar a su pequeña hija, de 11 años, en 1988. El crimen fue en un colegio católico de Caballito y prescribió en la impunidad.
El otro pueblo que marcó para siempre la vida de Padilla fue Intendente Alvear. Llegó en 2004, desautorizó al intendente, renovó la pequeña capilla y se dedicó a trabajar en la «Fraternidad de Belén», la orden capuchina que él mismo fundó.
Entre 2014 y 2015 habrían sucedido los hechos denunciados por el joven seminarista, de los que fue absuelto por la Justicia pampeana en 2023 por el «beneficio de la duda».
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