Dos de los detenidos en el marco de la feroz represión ocurrida el miércoles de la semana pasada en las inmediaciones del Congreso mientras el Senado debatía la Ley Bases estuvieron en Argenzuela y brindaron un dramático testimonio de lo que les tocó vivir en las horas en las que estuvieron privados de su libertad.
Se trata de Sofía Ottogalli, estudiante, quien fue liberada el viernes a las 3 de la mañana en Comodoro Py, y Nicolás Mayorga, también estudiante y trabajador de Telefe, quien estuvo preso varios días en el penal de Marcos Paz.
Ambos manifestaron haber sufrido abusos de todo tipo por parte de las fuerzas de seguridad y del personal penitenciario. Desde golpes, insultos y hostigamiento hasta tener que dormir en el piso, rodeados de ratas, sin agua y sin comida.
«Fui a la marcha, ya me estaba yendo, estaba muy lejos del Congreso cuando me detuvieron. Estaba caminando por la 9 de Julio, a la altura del McDonalds. Me tiraron al piso y con mucha brutalidad casi me pasan una moto por encima. Me hacían levantar y me volvían a tirar al piso. Me cagaron a patadas, me rompieron el pantalón que tenía puesto. Nos tuvieron dos horas en el piso. No nos decían por qué, cuál era la causa, no dejaban comunicarnos con ningún familiar», relató Ottogalli a Jorge Rial.
La estudiante contó que desde allí la llevaron junto a otros detenidos, todos esposados, a la comisaría número 4. Permanecieron arriba de la camioneta alrededor de 15 horas, ya que no había lugar en ninguna comisaría, y tuvieron que dormir arriba del móvil policial.
«Al otro día nos mandaron a la comisaría 15 de Chacarita. Estuvimos tiradas en un pasillo, acurrucadas y tapadas con frazadas que nos mandaron nuestros familiares. No había agua. Luego nos trasladan a Comodoro Py para las indagatorias. Nos tuvieron en una celda, nos sacaron todas las cosas que nos habían mandado nuestros familiares para comer. Nos tuvieron sin comer. Nos mandaron bidones de agua y no nos llegaron. Todo el tiempo nos amenazaban y nos trataban muy mal. Nos decían ‘ustedes no tienen derecho a nada’. Las policías hacían alianza con las presas comunes para que nos verduguearan para que nosotros la pasemos mal. Desde que me liberaron siento angustia, miedo, ataques de pánico, siento persecución. Es una situación muy difícil, la verdad», agregó Ottogalli.
Mayorga, por su parte, quien estudia Relaciones Internacionales en la Universidad de San Martín (Unsam) y además es campeón de ajedrez, estuvo preso varios días en el penal de máxima seguridad de Marcos Paz, en el Pabellón 9, donde hay detenidos por narcotráfico, asesinato y secuestro, entre otros casos.
«El pabellón estaba inundado cuando llegué, lleno de ratas, los cables pelados, era un peligro de electrocutarse. Jamás me hubiera imaginado tener una causa por terrorismo. Los presos se reían. Decían: ‘al final al perejil le van a dar más años que a nosotros’. Los presos me trataron mejor que la Policía», reveló Mayorga, quien al momento de su detención estaba caminando por Avenida Belgrano y 9 de Julio, cerca del edificio de Desarrollo Social.
«Escuchamos una detonaciones, balazos, las motos a toda velocidad… Me asusté, empecé a caminar rápido y se subieron tres motos a toda velocidad por la vereda, nos tiraron, tengo dos heridas de bala de goma en las piernas. Se baja un policía federal y empieza a pegarme con la cachiporra por todo el cuerpo. Me empujó y me dio la cabeza contra la pared. Me precinta y después la Policía de la Ciudad me mantuvo ahí por dos horas. Tenía bañada en sangre la pierna derecha, pedí que llamaran al SAME varias veces. Pasamos la noche en el patio de la Alcaidía 4, esposados, durmiendo en el piso, como animales. Cuando me dijeron que me trasladaban a Marcos Paz se me heló la sangre. La policía todo el tiempo me preguntaba de qué agrupación era», concluyó Mayorga.
Lo llevaron detenido por estar «en un lugar que no debía»
Micaela Gómez es la hermana de Facundo, uno de los cinco que aún permanecen detenidos en la cárcel de Ezeiza, que en las últimas horas pasó a estar procesado.
Al momento de su detención, Facundo estaba sentado hablando por teléfono con su madre, que estaba en cama y por eso no fue a la marcha. En el medio de la comunicación lo rodean cuatro policías, le manotean el celular y lo llevan detenido por averiguación de antecedentes. «Estaba en un lugar que no debía», le explicaron a su madre, cuando intentó volver a comunicarse con su hijo.
«Empezamos a buscarlo, tiré un mensaje en Instagram, conseguí un teléfono de derechos humanos… Fue muy desesperante no poder hacer nada. Lo encontramos a las 12.30 de la noche por información que nos llegó a través de contactos. Estuvo toda la noche en la dependencia de Lugano, hasta el otro día que lo trasladaron a Comodoro Py para la indagatoria», explicó Micaela.
Deja tu comentario!