Llegando al fin de esta semana, el presidente Javier Milei inició otro de sus recurrentes viajes que meten cada vez más ruido y a los que cuesta encontrarles motivaciones que tengan al interés de la Argentina como principal rector. Esta nueva excursión a España, con un costo aproximado de 500 mil dólares sólo en transporte, despertó inéditas críticas de sectores del periodismo y la oposición dialoguista, que encuentran muy poco justificada la vocación viajera del libertario. Incluso, en privado, son varios sus socios políticos que deslizan que Milei usa la presidencia más como una plataforma de lucimiento individual que como un hombre de gestión.
Cuando está en nuestro país, Milei festeja el altísimo número de inflación (8,8 %) y no hace mención a la caída brutal de la actividad económica, con bajas interanuales en sectores sensibles como la Industria (21 % interanual) y la construcción (más del 42 % en relación con el mismo mes del año pasado). Pero estos números no pasan desapercibidos y es por eso que o durante el almuerzo del Consejo interamericano del Comercio y la Producción (CICyP), el círculo rojo acercó al gabinete reclamos y propuestas por igual.
En el primer grupo estuvo la preocupación por lo que consideran es un dólar atrasado que quita competitividad, la necesidad de salir del cepo, la necesidad de un plan de reactivación industrial y la falta de diálogo político para cerrar acuerdos que propicien los cambios estructurales que Milei propone y el establishment apoya. Entre las propuestas está la posibilidad de un salvataje de la obra pública a través de fideicomisos privados. Los popes de la industria, los servicios y las patronales agrarias, reunidos en el CiCyP, apoyan fervorosamente al presidente en sus ideas a mediano y largo plazo -su búsqueda de modificar para siempre la matriz laboral y de distribución de la Argentina- pero entienden que el corto plazo se complica por la negativa (explícita en su discurso ante ellos) de devaluar y su desprecio por la negociación con sectores acuerdistas.
Desde ya que esta reticencia a los pactos es personal y no se traslada a sus colaboradores que, durante las últimas dos semanas, han ido tejiendo el marco de posibilidad de que la Ley bases se apruebe en el Senado. Los alfiles oficialistas han concedido gran cantidad de modificaciones y confían en que en la semana que entra habrá dictamen favorable para que, antes de que comience junio, el proyecto vuelva a Diputados para convertirse en ley.
Es cierto, no habrá Pacto de Mayo con los dirigentes el 25, pero con el DNU 70/2023 vigente y la mini Ley Ómnibus avanzando, las perspectivas han mejorado para el gobierno. Está claro que ese optimismo no puede trasladarse a todo el pueblo argentino y las consecuencias de un ajuste con pocos precedentes en nuestra historia comienzan a notarse. Por primera vez en años, se vuelve masiva la pérdida de puestos de trabajo y el clima social se resiente como sucede por estas horas con el reclamo de los estatales misioneros. Si este tipo de manifestaciones se multiplicarán como un reguero de pólvora o no es algo que aún no puede predecirse. Pero el clima se va gestando.
Mientras tanto, el Presidente participa del encuentro de la ultra derecha mundial en Madrid con contertulios como el líder de Vox, Santiago Abascal, el chileno José Antonio Kast y la francesa Marine Le Pen. Sus voceros se la ven cada vez más en figurillas para explicar de qué modo se financia y qué interés tiene la nuestra Patria un viaje como este, como los que pasaron y los que vienen.
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