Cuando Benjamín Cinto se enteró que había sido el ganador del concurso de la NASA: “Positive Connections: A Mechanism to Connect on Contact”, no lo podía creer. Recuerda que estaba en una sala de espera a punto de hacerse un análisis de sangre de rutina, cuando le llegó el mail tan deseado: su diseño había sido el elegido entre 140 personas. “Actualizo el correo y veo que estaban las devoluciones y me pongo a leerlas. La gente me miraba, no sé qué habrán pensado”, cuenta, entre risas, sobre quien alguna vez fue un niño que desarmaba juguetes y cosas, como hobby.
Oriundo de Gualeguaychú, se mudó a Rosario para estudiar Ingeniería Mecánica en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). A una materia de recibirse con 24 años, su diseño de la «llave egipcia» -un mecanismo “para unir segmentos de estructuras en el espacio”-, lo puso en lo más alto.
El nacimiento de la llave egipcia
La maña por la invención comenzó desde chiquito, cuando «desarmaba cosas que terminaba rompiendo, más que armando nuevas». Hoy cree que su elección de carrera tiene que ver con su interés eterno por «descubrir un problema, desglosarlo y llegar a soluciones». Es por eso que, cuando la NASA comenzó a pedir proyectos que ofrecieran “una nueva forma de despliegue de estructuras en el espacio, como antenas o telescopios, que son muy grandes y muy precisas”, no lo dudó: quería idearlo él. Para poder enviarlas al espacio, buscan que sean presentaciones más pequeñas, “más empaquetadas, es decir, en una placa arriba de la otra. Una vez que llegan al espacio, se separan y se empiezan a desplegar”, explica.
40 días le llevó a Benjamín lograr la consigna, iniciativa que sucedió en conjunto con la UNR. Gracias a la cátedra de Síntesis de Mecanismos y Máquinas, Benjamín se lució para generar una invención que respondiera a los requisitos. Por esta creación, un docente de la universidad también resultó premiado.
Combinar su vida de estudiante con el proyecto, sin descuidar la cursada, los parciales y los trabajos prácticos le resultó «intenso», pero sus ganas pudieron más. Como resultado, los segmentos de estructuras cumplieron con el desafío de la NASA: “Al insertar el pasador en forma de cuña, se levantan los pestillos que al avanzar caen y lo bloquean. Entonces, se activa con muy poca fuerza y genera mucha fuerza de contacto entre las placas. Esto se da porque las cuñas tienen un ángulo de entrada y de salida, y como consecuencia se produce mucha fuerza cuando el perno pasa”, describe, sobre su invención, a quien tituló «llave egipcia» por una ocurrencia de su hermano más chico. «Me dijo que el objeto le remitía a la cerradura del Antiguo Egipto, entonces decidimos bautizarlo así», revela.
A pesar de recibir una compensación económica, Benjamín está concentrado en el reconocimiento de los seis miembros del jurado con más de 30 años de trayectoria, hecho que le brinda la posibilidad de compartir su diseño a escala mundial. Ahora le tocará a la agencia utilizarla, proceso del que él no participará ya que, como condición del concurso, una vez reconocido como ganador debía brindar los derechos del invento.
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