A las 20.30 horas del domingo Nicolás Rodríguez (42) conducía su vieja camioneta Ford F 100 por Toscano sur. Había completado algunas actividades en Santa Rosa y para pasar la Nochebuena con su familia. “Al llegar a calle Calo doblé a la izquierda. Venía un vehículo en dirección contraria y me tiré levemente hacia la derecha para hacer espacio. Entonces caí en la zanja. El volante saltó de mis manos y la camioneta se clavó de punta”, contó la víctima del pozo de enormes dimensiones.
Sendos golpes fuertes en la cabeza y el pecho lo dejaron inconsciente. Los serenos del obrador instalado en esa esquina observaron el episodio, lo sacaron de la camioneta y rápidamente lo trasladaron “en automóvil hasta una sala de emergencias”. Luego de reanimarlo, el personal de salud constató que no presentaba lesiones graves y Nicolás pudo regresar al vehículo, que permanecía literalmente enterrado en un socavón formado por el agua que escurre desde los barrios ubicados calle arriba.
“Pude comunicarme con mi mujer y mis hijas, para contarles que había tenido un accidente pero estaba bien. Pasé la Nochebuena dentro de la camioneta y esta mañana (por ayer), cuando empezó a circular gente, estas personas decidieron ayudarme”, comenta.
Solidarios.
Cuando llegó la policía, cerca de las 11 de la mañana, ya se habían organizado algunos hombres con palas y una soga para que un Mercedes Benz pudiera tirar de ella. Pero sin trailer, el camión resultaba demasiado liviano y los primeros intentos no dieron resultado. Dos mujeres que pasaban convocaron a otro camión más pesado, mientras los vecinos decidían invertir la maniobra y amarrar la camioneta por su sector delantero.
A las 12, en un solo intento, lograron sacar a la Ford de esa profunda grieta, con algunos abollones en la trompa. Nicolás encendió el motor, entregó sus datos a la policía, agradeció a quienes lo ayudaron, saludó y emprendió el regreso a Anguil.
En esa zona de la ciudad, las empresas constructoras están utilizando maquinaria pesada para rellenar una enorme depresión sobre la que construirán futuros barrios de viviendas sociales. Desde su cruce con Toscano, la calle Calo baja empinada hacia Circunvalación. Durante lluvias intensas se convierte en río que socava la tierra y abre un inmenso zanjón. Si bien las motoniveladoras municipales rellenan y reacondicionan periódicamente la calle, sin entoscado ni apisonamiento el arreglo dura solamente hasta la lluvia siguiente.
Deja tu comentario!