La Secretaría de Derechos Humanos abrirá una línea de atención gratuita para familiares de personal de las fuerzas armadas y de seguridad responsables de crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura cívico militar en Argentina que repudian y cuestionan su accionar durante ese periodo y necesiten asesoría, acompañamiento psicológico y gestiones administrativas, informaron fuentes oficiales.
“Ser familiar de un genocida no te hace cómplice», es la consigna bajo la cual se lanza esta iniciativa que surgió a partir de testimonios de nietos y nietas de genocidas, quienes como parte de la campaña contra el negacionismo que viene realizando la Secretaría, «relataron la difícil situación que vivieron luego de conocer que sus abuelos eran criminales y estaban siendo juzgados por delitos de lesa humanidad».
“Recuerdo llegar a mi casa del colegio y que mi mamá me diga que mi abuelo estaba preso en San Luis y lo iban a enjuiciar. Fue un baldazo de agua fría porque era una historia que no conocía. En ese momento, uno siente que pierde la identidad y comienza un camino de empezar a saber quién soy y que fue todo lo que paso en mi vida todo ese tiempo. Empezar a vivir con esta verdad es empezar a vivir con la identidad de uno. Empezar a saber quién realmente soy, quién realmente es mi abuelo, cuál es la historia de mi familia, de mi sangre”, contó Augusto De Bernardi uno de los jóvenes que prestó su testimonio para esta campaña que pueden verse en el canal de YouTube de la Secretaría.
Y en esa línea, Augusto asegura que le «gustaría que cualquier familiar de genocida pueda dedicarse unos minutos y preguntarse: ¿Quién soy? ¿Qué pasó en mi vida? ¿Qué sucedió en Argentina? ¿Qué hizo mi familiar y qué quiero hacer yo con todo eso, que quiero ser yo con la historia que hay detrás de eso?”,
María Corvalán, nieta del ex militar ya fallecido Benito Ángel Rubén Omaecheverría, relató que conocer la verdad la alejó de sus familiares, quienes mantienen posturas negacionistas sobre la última dictadura.
“Fue un proceso de mucho dolor, mucho sufrimiento, pero al fin y al cabo conlleva la calma y recuperás gran parte de tu identidad. Ser familiar no te hace cómplice ni te obliga a callarte. Les diría que ojalá en algún momento puedan ponerse en pos de la verdad, elegir el camino de los derechos humanos, que es nada más ni nada menos que el camino de la vida”, manifestó.
María relata que “a todos los familiares de genocidas que sientan que el silencio les pesa, sepan que hay otra alternativa y que no están solos, más allá del amor que le puedan haber tenido a esta persona» involucrada en delitos de lesa humanidad.
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