En las filas de Juntos por el Cambio La Pampa se vivieron dos emociones encontradas en las PASO del domingo: la alegría chica de los de Bullrich que ganaron la interna pero la celebración fue opacada por la ola Milei; y la derrota grande de Horacio Rodríguez Larreta que hace unos meses parecía tener todo allanado para ser presidente y desbarrancó.
La sorpresiva victoria de Bullrich, analizan los politólogos, llevó a que la UCR fuera la fuerza que más sufriera con la derrota. Andrés Malamud afirma que la ola Milei golpeó al sistema de partidos tradicionales, a los tres por igual, pero que el mayor fracaso fue el del radicalismo, un partido más orgánico e institucional que se dividió y quedó mal herido al apostar al perdedor. Su presidente que iba como vice fue derrotado, en las provincias radicales ganó Milei y en CABA cayó Martín Lousteau en la interna para jefe de gobierno. Desde el vamos, ni siquiera estuvo cerca de tener un precandidato a presidente y quedó nuevamente como actor de reparto.
¿Y en La Pampa? La UCR seguirá siendo la principal fuerza de oposición al peronismo, más allá del avance paso a paso del PRO en la provincia, pero terminó muy disminuida. Perdió una banca en el Congreso y el candidato que apoyó la estructura radical y los dirigentes provinciales fue derrotada. Se desdibujaron las referencias: Martín Berhongaray decidió especular y no presentarse a una interna (que hubiera sido catastrófica) lo que demostró que su capital político no era tan fuerte; Francisco Torroba cayó derrotado nuevamente, lo que lo llevó al retiro; el senador Daniel Kroneberger apoyó a Larreta y Morales y perdió; Juan Carlos Marino parece fuera de juego. Es cierto que las PASO fueron una elección no obligatoria (donde la estructura no tiene tanto peso) y que se votaba más a los presidenciables, pero el radicalismo territorial le sacó el cuerpo.
Sin embargo, no es toda la película. Durante 2023 la UCR también tuvo un crecimiento en el territorio. No solo en algunas gobernaciones donde fue derrotado el peronismo, sino sobre todo en el interior de La Pampa donde en mayo Juntos por el Cambio arrasó y desde diciembre gobernará 31 municipios y comisiones de fomento.
Ese escenario pareció despertar a los intendentes, siempre relegados a un papel secundario en la toma de decisiones. Esta vez parece que quieren hacer valer su peso político y territorial. Sobre todo ante el puñado de referencias provinciales que hace décadas son las que lideran (y se repartían los principales cargos) pero que han quedado debilitadas con los últimos resultados.
Los intendentes comienzan a pensar en una estrategia común que tenga en cuenta su peso político, y electoral, y también frente a la situación económica que deberán afrontar a partir del 10 de diciembre. Y no solo los radicales, que juegan su espacio dentro de la estructura de la UCR, sino también en conjunto con el PRO. Se verá con el correr de los meses si vuelven a conformar una especie de la Liga de los Intendentes como la que renovó a la oposición a comienzos del 2000 venciendo a las líneas tradicionales de la UCR o si queda solo en un intento.
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