El peronismo pampeano empezó a despertar lentamente después de la siesta que su maquinaria electoral hizo entre las elecciones provinciales de mayo y las PASO. El error de cálculo que se produjo a nivel nacional respecto de la incidencia de Javier Milei no tuvo una excepción en la provincia, y le costó al PJ y sus aliados una derrota en lo que el gobernador Sergio Ziliotto definió como un «partido amistoso».
La metáfora futbolera, que el diputado nacional Hernán Pérez Araujo prefirió corregir aludiendo a un «primer tiempo», implica que este 22 de octubre hay «revancha», con la expectativa de llegar al «bueno», o «partido final» un mes más tarde, bajo el nombre de balotaje.
- Razones de la pasividad
El resultado pegó fuerte porque resultó una sorpresa, sobre todo en cuanto al alcance de la Libertad Avanza. El oficialismo nacional hasta coqueteó con la idea de inflar un poco a ese espacio para achicar a Juntos por el Cambio, pero se le fue la mano en ese deseo, sobre todo en provincia de Buenos Aires, donde la mano que algunos intendentes le dieron a esa fuerza anabolizó tanto a Milei que terminó dando una sorpresa.
En La Pampa no se dio esa maniobra, pero sí reinó una pasividad poco habitual por parte del peronismo local frente a desafíos electorales. «No hay clima de campaña», llegó a reconocer el candidato a diputado nacional Ariel Rauschenberger en la semana previa a la votación.
Fue notable que no existió ese despliegue típico del peronismo frente a una votación. Para colmo, ese frío se acentuó con la aparición del exgobernador Carlos Verna chicaneando duramente el candidato presidencial con su «ahora nos cagó Sergio Massa».
Un motivo o excusa para el desinterés oficialista fue que la campaña de mayo dejó algo agotada no solo a la ciudadanía, sino también las arcas que se movilizan en estas ocasiones. La dirigencia intentó no hartar a la población con una nueva actividad proselitista intensa. El desdoblamiento electoral había sido una decisión propia, para distanciarse de la mochila que hoy implica acercarse a la administración nacional.
La otra mirada es histórica: el peronismo se acostumbró a que las PASO son ese «partido amistoso» o «primer tiempo». Lo que no significa que tenga la vaca atada o que todo pueda calcularse, pero el propio Rauschenberger supo sacar 20 mil votos menos que Martín Maquieyra en 2017 y después la dio vuelta cuando el PJ puso a andar la maquinaria electoral, el Estado y la foto de sus dirigentes (en aquel momento, especialmente el hombro de Verna).
- Entrando en calor
Como sea, ese partido ya pasó. Viene otro momento y el propio Ziliotto está entrando en calor para la revancha. Se vendrán unos 45 días «a full», en campaña firme para acercarse lo máximo posible a los soñados 100 mil votos en la provincia, que parecen hasta una quimera si se toma en cuenta que Ziliotto sumó 97 mil en mayo. Una tarea que no es sencilla y a la que otros gobernadores también empiezan a sumarse. En la PASO, Unión por la Patria sacó en La Pampa unos 57 mil votos. Votaron unas 15 mil personas menos que en las provinciales.
Las provincias en donde el peronismo hizo los deberes para las PASO fueron las excepciones: Unión por la Patria sumó más votos que las otras fuerzas únicamente en Buenos Aires, Formosa, Chaco, Catamarca, Santiago del Estero.
La apuesta más fuerte vendrá después del regreso de Massa de su viaje a los Estados Unidos. Los gobernadores, además de los contactos que mantengan entre sí, serán convocados a una cumbre más general hacia fin de mes, con la idea de trazar estrategias conjuntas y levantar un mensaje unificado.
Por las dudas, la Provincia ya viene bajando línea a las intendencias peronistas, para que tengan en claro que con vista al 22 de octubre la idea es salir de la modorra y poner toda la carne en el asador.
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