Ante la polémica, Gabriel Cercato, escultor de las estaciones del Vía Crucis de la Catedral de La Plata y encargado del taller de utilería y escultura del Teatro Argentino de la capital bonaerense, opinó que «en muchas ocasiones el artista busca representar y exagerar algunas características que simbolizan al personaje».
«En ocasiones hacer algo parecido tiene la deficiencia de que le falta espíritu, le falta carácter, le falta expresividad, porque el arte es mucho más que una copia de algo parecido. Como artista, uno busca representar las características más profundas y expresar las emociones y sentimientos del personaje retratado», reflexionó.
Por su parte, Julio Ricciardi, escultor del Teatro Argentino de La Plata, resaltó la importancia de la licencia artística en la obra que, dijo, se puede acordar con el cliente de antemano.
«Por eso es importante la etapa del boceto y que quien financia la obra esté de acuerdo, porque esto permite un margen para la creatividad. Para nosotros, el objetivo es que la obra final sea como fue acordada con el cliente», afirmó.
La escultura es una disciplina de las bellas artes que crea a través de la acción de esculpir, sobre materiales sólidos, una forma tridimensional a través de la cual el autor, ya sea a título personal o por encargo de un tercero, consigue expresar sus ideas, figurativas o abstractas.
Dentro de esta expresión artística, las técnicas para crear esculturas consisten en moldear, tallar, fundir, o vaciar objetos a través del manejo o labrado de los materiales.
Dentro del proceso, el artista debe atravesar diferentes etapas para la constitución de la obra, que en ocasiones puede afectar el desarrollo de la escultura, producto del grado de complejidad de los procesos de trabajo.
Para Ricciardi, la etapa más compleja «depende de la técnica que cada escultor elija», y reveló: «uno de los momentos más complicados es el proceso después del moldeado, porque ahí se va perdiendo lo que uno hizo. Es un momento de mucha incertidumbre para nosotros porque un mal movimiento puede arruinar la obra».
En esta misma línea, Gabriel Cercato enfatizó que la complejidad es «relativa porque uno debe tener cierto conocimiento técnico del material, de las herramientas y de las formas de abordar la obra» y agregó que «a esto se le puede sumar la complejidad intelectual que puede tener una obra relacionada con cuestiones del sentido de los mensajes políticos, ideológicos, estéticos y religiosos que se abordan en el trabajo».
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