Martes 18 de abril de 2023. Habían transcurrido varios minutos de las once de la noche. El ocaso avizoraba inminente. Y la Bombonera, aquel inexpugnable y mítico reducto en el que Boca supo cimentar una importante porción de su grandeza durante extensas décadas, había vuelto a escupir, después de un largo tiempo, el grito de guerra por excelencia (“Jugadores…”). Algo estaba roto y no era para menos: si existe un pecado que la gente del Xeneize no puede perdonar es la falta de entrega. El devenir de los tiempos y el cúmulo de epopeyas bien podrían confluir en una máxima cuasiabsoluta: en Boca se mete y después se juega.Los minutos corren tan rápido como la luz. La desesperación crece. Boca lo tiene claro: pierde 1-0 ante el Deportivo Pereira colombiano y, en caso de confirmarse el resultado, tendrá que sufrir las próximas cuatro fechas para superar la fase de grupos de la Copa Libertadores. Restan menos de sesenta segundos para que se cumpla el tiempo reglamentario. La Bombonera ya se siente en estado de ebullición. Entonces, la esperanza. Valentín Barco toma la pelota, la pide, la pasa, esquiva marcadores y se convierte en un transgresor.Quema, pero el Colo Barco, un pequeño y tenaz adolescente de 18 años, la lleva pegada en sus pies. La pelota le responde y el atrevido lateral izquierdo ordena el desorden. Luis Advíncula saca un sablazo que no imaginó en su vida para el empate y, cuando corre el décimo minuto de descuento, Barco se habrá ganado la ovación: gira, suelta un centro con forma de asistencia y le facilita el festejo a Alan Varela.
La historia de Valentín Barco, el pibe que hizo que un día la Bombonera volviera a latir
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3 De Junio De 2023
CON FÚTBOL, Y SOBRE TODO CON ENTREGA, CONMOVIÓ A LA BOMBONERA Y SE CONVIRTIÓ EN LA MAYOR REVELACIÓN DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS. UN CAMINO QUE VA DEL ESFUERZO PROPIO Y DE SU FAMILIA A UN FUTURO PROMETEDOR CON LA SELECCIÓN ARGENTINA. ESTA ES LA HISTORIA DEL COLO.
Martes 18 de abril de 2023. Habían transcurrido varios minutos de las once de la noche. El ocaso avizoraba inminente. Y la Bombonera, aquel inexpugnable y mítico reducto en el que Boca supo cimentar una importante porción de su grandeza durante extensas décadas, había vuelto a escupir, después de un largo tiempo, el grito de guerra por excelencia (“Jugadores…”). Algo estaba roto y no era para menos: si existe un pecado que la gente del Xeneize no puede perdonar es la falta de entrega. El devenir de los tiempos y el cúmulo de epopeyas bien podrían confluir en una máxima cuasiabsoluta: en Boca se mete y después se juega.Los minutos corren tan rápido como la luz. La desesperación crece. Boca lo tiene claro: pierde 1-0 ante el Deportivo Pereira colombiano y, en caso de confirmarse el resultado, tendrá que sufrir las próximas cuatro fechas para superar la fase de grupos de la Copa Libertadores. Restan menos de sesenta segundos para que se cumpla el tiempo reglamentario. La Bombonera ya se siente en estado de ebullición. Entonces, la esperanza. Valentín Barco toma la pelota, la pide, la pasa, esquiva marcadores y se convierte en un transgresor.Quema, pero el Colo Barco, un pequeño y tenaz adolescente de 18 años, la lleva pegada en sus pies. La pelota le responde y el atrevido lateral izquierdo ordena el desorden. Luis Advíncula saca un sablazo que no imaginó en su vida para el empate y, cuando corre el décimo minuto de descuento, Barco se habrá ganado la ovación: gira, suelta un centro con forma de asistencia y le facilita el festejo a Alan Varela.Barco_EPU_10Es El Cuarto Jugador Debutante Más Joven En La Historia Del Club. Solo Víctor Hugo Romero, Leandro Paredes Y Denny Ramírez Tenían Menor Edad En Sus Respectivos Estrenos Oficiales Con La Camiseta Azul Y Oro. (Foto: Hector Vivas – FIFA/FIFA Via Getty Images)Una génesis entre sueños y carencias“Había veces que no teníamos nada para llevar. Teníamos para pagar el gas y el peaje. Volvíamos de La Candela y le daban un sánguche y un juguito. En el auto él preparaba el mate y me daba medio sánguche a mí. ‘Yo sé que vos también tenés hambre’, me decía. Y yo no se lo agarraba.” El recuerdo escapa de la voz de Patricia, su madre, y corresponde al momento en el que Barco, nacido el 23 de julio de 2004, tenía apenas nueve años.La secuencia, en la memoria, resulta sistemática. Sucede cuatro días por semana. El origen es la localidad de 25 de Mayo, ubicada al centro-norte del interior de la provincia de Buenos Aires; la meta, el predio de infantiles de La Candela, en San Justo. Son unos 225 kilómetros de ida y otros 225 kilómetros de regreso. Casi seis horas de periplo. El Renault 12 de papá Walter y mamá Patricia se convierte en un vehículo a los sueños de un chico cuyas cualidades exceden la media y fueron advertidas por –¿quién otro?– el legendario Ramón Maddoni, sagaz buscador de talentos de Boca.No es pedantería: cuando lo descubrí ya lo veía en Primera. Era un jugador diferente. Yo sabía que en algún momento iba a hacer algo distinto. Fue increíble cómo un chico aportó la tranquilidad necesaria para un equipo lleno de estrellas”, soltó su descubridor el día después de la gloriosa noche copera frente a Deportivo Pereira. Y avisó: “Barco no se va a quedar con esto. Va a llegar a la Selección argentina. Parecía un profesional que hacía 30 años que jugaba en Primera. Si me lo encontrara mañana le diría que va a estar en el próximo Mundial, porque juega en un puesto en el que hay pocos”.El inicio de todoEl disco rígido que Patricia rebobinó para develar el sacrificio en el que se forjó el pequeño Barco tuvo lugar luego de un momento más que atinado: nada menos que el debut de su hijo en la Primera de Boca, el viernes 16 de julio de 2021, en el empate 1-1 ante Unión en Santa Fe, con Miguel Russo como entrenador. Tenía apenas 16 años, 11 meses y 23 días. Habían pasado nada más que treinta días luego de su incorporación oficial a la institución de Brandsen 805. “Muy feliz por haber firmado mi primer contrato profesional con Boca, que me abrió las puertas desde un principio. Gracias a mi familia y a mis amigos por bancarme en todo momento. Vamos por más. Vamos Boca”, escribía en sus redes sociales.Para dimensionar lo que representa la aparición de Barco en el ecosistema de Boca alcanza con decir que es el cuarto jugador debutante más joven en la historia del club. Solo Víctor Hugo Romero (16 años, 11 meses y 17 días, en 1966), y Denny Ramírez (15 años, 11 meses y 25 días, en 1982) tenían menos edad en sus respectivos estrenos oficiales con la camiseta azul y oro.
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