Se trata de mujeres extranjeras, migrantes y embarazadas, por lo que denegarles el acceso podría constituir un caso de discriminación, fue el criterio adoptado, señalaron las fuentes consultadas.
Ayer a la tarde, la directora nacional de Migraciones, Florencia Carignano, aseguró que la inadmisión de las seis ciudadanas rusas embarazadas para ingresar al país respondió, en principio, al habitual procedimiento administrativo para resolver casos sospechados de mentir y de ser “falso turista”.
En ese contexto, la funcionaria nacional advirtió que el arribo de estas mujeres al país ocurrió mientras en la Argentina se desarrolla una investigación judicial sobre bandas “delictivas”, que tramita en el fuero federal porteño.
Ese expediente, según pudo averiguar Télam, está en manos de la jueza federal María Servini y el fiscal Federico Delgado, y se encuentra en pleno trámite y con medidas de prueba en curso.
El caso estalló este viernes a raíz de que Migraciones, con la conducción de Florencia Carignano, frenó el ingreso de seis chicas y les dio la orden a las respectivas aerolíneas -sobre todo KLM y Ethiopian- que las devolvieran a su país de origen. La troupe de abogados contratados intervino a los pocos minutos, el juez Luis Armella rechazó un habeas corpus, pero la Cámara Federal de La Plata consideró que el caso debía ser tratado de inmediato. Armella aquel magistrado mencionado en el caso de la GestaPRO– dictaminó que, mientras se trata el fondo de la cuestión, las chicas -que son también víctimas de la operación- pueden entrar al país. Sólo en el vuelo de Ethiopian de este jueves, llegaron 33 mujeres rusas embarazadas.
El caso de las embarazadas rusas llegó al juzgado de Servini hace ya varios meses. Y lo que se investiga es una trama compleja, con hipótesis variadas:
- El parto en la Argentina es barato. No parece ser buena razón. El viaje y lo que aparentemente les cobra la organización suma unos 15.000 dólares. De manera que el costo es alto, no bajo.
- Lo que se busca es el pasaporte. Efectivamente ahí está una de las claves, según razonan en Migraciones. Con el pasaporte ruso es difícil transitar hoy en día. El documento argentino permite entrar, sin visa, en 171 países, incluyendo los europeos. Pero, además, el pasaporte argentino tampoco es un obstáculo para el acceso a Estados Unidos, algo que no resulta sencillo con un pasaporte ruso.
- Para conseguir el pasaporte, se necesita la nacionalidad. Tener un hijo o hija nacido en el país permite a los padres el logro de la nacionalidad argentina. Ahí entra a jugar –siempre según el diagnóstico de Migraciones– el team de abogados. Se afirma que la nacionalidad la consiguen en apenas cinco meses. Un venezolano, que además tiene el beneficio de ser latinoamericano, tiene un largo trámite para conseguir la nacionalización en la Argentina (ver aparte): en promedio, unos cuatro años. Además, tienen que estar residiendo en el país, sin irse por más de tres meses. En el caso de las embarazadas, dan a luz, se van y no vuelven. Los abogados consiguen todo sin la presencia ni del padre ni de la madre.
- Lavado de dinero. Según cuentan quienes está en la investigación, este es uno de los delitos que se investigan. Usando el pasaporte argentino, sacan dinero de la Federación Rusa o realizan movimientos vedados de fondos. No resulta fácil creer esta variante, porque en verdad un argentino seguramente tiene más restricciones que un ruso en Rusia.
- Sustitución de identidad: Es otro de los delitos que se están investigando, pero parece poco sostenible y seguramente puede tratarse de algunas excepciones. La mayoría de las chicas llegan solas –incluyendo las seis que fueron frenadas por Migraciones este jueves–, de manera que la identidad del padre resulta un casillero vacío que se llena con el parto. En la justicia afirman que la maniobra de los nacimientos en Argentina, la nacionalidad y los pasaportes también se usa para cambios de identidad. Por ejemplo, en Eslovenia fueron detenidas dos personas, supuestos espías, que usaban pasaporte argentino aparentemente obtenido tras dos partos en Buenos Aires.
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