Desde entonces, y a raíz del éxito mundial del filme, la mujer resignó su nombre real para todo el mundo por el de «Mamá Coco» y cada día posaba junto a los turistas que reclamaban una foto con ella. De hecho, ese pueblo se convirtió en un paseo obligado para millones de personas que visitan la zona.
Sin embargo, según declaraciones de una de sus nietas, la familia nunca obtuvo ningún tipo de reconocimiento financiero por parte de Pixar a pesar de sus insistentes reclamos.
A diferencia del personaje de la película, la verdadera «Mamá Coco» no dedicó su vida a la zapatería sino a la alfarería, un oficio que se mantuvo a lo largo de los años en distintas generaciones de esa familia.
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