En una reunión que organizó la Fundación para la Libertad que preside Mario Vargas Llosa, Mauricio Macri tuvo nuevamente un comentario despectivo para la Argentina, el país que presidió durante cuatro años. Macri afirmó, flanqueado por el Premio Nobel peruano, que la argentina «claramente, debe ser la sociedad más fracasada de los últimos 70 años. Era una de las cinco más ricas y hoy estamos llegando a niveles de 50% de pobreza en muchas regiones del país. Eso es mucho dolor, mucha tristeza, mucha gente angustiada, desesperanzada, no entendiendo el por qué». La evidencia de la falta de comprensión por parte de Macri de los problemas del país que condujo no oculta la frustración que implica ser el primer presidente sudamericano que buscó su reelección y no lo consiguió, y tampoco cierto desprecio cuando las cosas no salen como se desean. Cierto enojo caprichoso con la realidad.
En una muy recordada entrevista radial con Carlos Polimeni, el extraordinario humorista Diego Capusotto acertó con una definición que puede ayudarnos a definir algunos de los episodios de esta semana madrileña de Macri. “Se creen dueños de un país que detestan”, aseguró Capusotto haciendo gala de un poder de observación y análisis envidiable acerca del modo en el que las clases dominantes encaran su relación con las mayorías.
Los ecos del día posterior a las primarias de 2019, cuando un resentido primer mandatario casi que culpaba al pueblo por haber votado en su contra, mientras sus funcionarios económicos permitían una corrida cambiaria demoledora, aún resuenan.
En toda su gira por España, Macri ha sostenido como caballito de batalla una serie de conceptos que, no sólo son erróneos históricamente, sino que además muestran la real laya de su proyecto político. En efecto, deseó que «el país que inventó el populismo con Evita y Perón sea el primero en sacárselo de encima». Por supuesto, cualquier lector un tanto avisado de cuestiones históricas sabe que la noción de populismo existe desde décadas antes a que Perón llegara al poder y en latitudes completamente lejanas a las fuentes de la Plaza de Mayo.
Pero hay otros elementos que inquietan más que la aparente ignorancia o tergiversación de la historia (nos inclinamos por esto último) del ex presidente. Por un lado esa añoranza a la Argentina del centenario que las élites de derecha siempre sostienen: 1910 es para ellos una especie de Edad dorada mítica en la que la extraordinaria riqueza que nuestro país producía tenía que ser escasamente compartida con las masas que comenzaban a luchar por sus derechos. No es casual que hace un tiempo el propio Macri haya tildado a Hipólito Yrigoyen de populista, lo que le valió una de las tantas amargas polémicas que ha mantenido con el radicalismo en el último tiempo. El otro elemento alarmante es esa compulsión por la eliminación que ostentan en el PRO cuando se refieren a los movimientos nacionales y populares.
El terremoto en Juntos por el Cambio por los dichos de Facundo Manes
En este sentido, parece una broma del destino que la acusación de “populista institucional” haya sido la utilizada por un radical, Facundo Manes, para admitir que durante el gobierno de Cambiemos hubo operadores que presionaban a la Justicia y que se espió a dirigentes.
El terremoto interno que desataron sus acusaciones en Juntos por el Cambio es indisimulable y demuestra un verdadero tabú, algo que no puede ser dicho en voz alta, como toda verdad oscura. Todos los cambiemitas conocen la peligrosa relación entre el macrismo, Comodoro Py y los organismos de inteligencia. Y todos temen sus consecuencias. El debate interno es tolerado de bastante buen grado en la alianza opositora, incluso a veces más que en el oficialismo. Se puede criticar al gobierno que terminó en 2019 por su política económica, por su toma de deuda indiscriminada y hasta por la fuga. Ha sucedido y lo han hecho distintos dirigentes sin causar un malestar tan profundo.
Pero Manes fue demasiado lejos y se notó incluso dentro del radicalismo. Mientras Gerardo Morales contradecía al diputado, el mismo Comité Nacional que preside el jujeño se despegó en el mismo sentido. En cambio la UCR bonaerense, gran patrocinadora de la novel carrera de Manes lo apoyó y reclamó “pluralidad para sostener la unidad”.
Europa, la meca de las derechas extremas
Volviendo a la gira europea de Macri, Madrid parece haberse convertido en la Meca de las derechas extremas de Iberoamérica. No es casual que en más de un encuentro de los últimos tiempos el peronismo haya sido fustigado en la capital española. El episodio más comentado esta semana fue el la alcaldesa de la ciudad, Isabel Díaz Ayuso, con motivo del debate del proyecto para gravar las grandes fortunas que intenta aprobar el gobierno central. En su discurso Díaz Ayuso consideró que “le quitan el dinero a la gente para luego, como hacen los peronistas, repartirlo en pagas, ayudas, subsidios”. Horas antes se había reunido con Macri y el hecho de que haya sido su gobierno el que duplicó los planes en la Argentina no pareció importar.
Javier Milei también fue a Madrid, en su caso a reunirse con dirigentes del partido ultraderechista Vox y con la electa primera ministra italiana Giorgia Meloni. En el cierre de su alocución Milei arengó a los gritos: “No tengan miedo, den la batalla contra el zurderío. No tengan miedo, vamos a ganar. Somos superiores productivamente. Somos superiores moralmente. Vayan, y den la pelea. Esto no es para tibios, es para tomarlo de cara a los socialistas y ganarles la batalla. ¡Viva la libertad carajo!”. Es el mismo Milei que hace una semana negó en Tucumán los 30 mil desaparecidos flanqueado por el hijo del genocida Bussi.
Las agendas de la derecha parecen unificarse en el mundo y correrse hacia posiciones cada vez más extremas que crecen en sociedades insatisfechas por el mismo capitalismo que esos grupos defienden. Será tarea de los gobiernos o grupos progresistas señalar esa contradicción con estrategias que generen adhesión y, por supuesto, no correr detrás de esas agendas, que piden represión y más exclusión con discursos clasistas y cargados de racismo.
En la Argentina, el oficialismo está en pleno debate acerca de eso luego de los episodios de Villa Mascardi y la represión durante el partido entre Gimnasia y Boca en La Plata. La salida de la ministra Elizabeth Gómez Alcorta fue consecuencia directa de lo primero, pero no será el único cambio en el gabinete que se anuncie por estas horas, vinculado a la situación social.
Deja tu comentario!