Para varios dirigentes del PRO, es casi natural que Mauricio Macri de a conocer su pensamiento y lo que él considera necesario para un eventual futuro gobierno de Juntos por el Cambio. Esos pliegos y condiciones fueron los que circularon el lunes feriado con la publicación en soledad de unos apartados del capítulo 25 de su segundo libro, que ya entró en preventa a la mitad del valor que el texto de su esposa, Juliana Awada. Quien compre la nueva bibliografía de la pareja, deberá invertir casi quince mil pesos para lograr la dupla en su biblioteca.
El libro del fundador del PRO no circuló demasiado en la previa, no pasó de mano en mano y muchos dirigentes están esperando tenerlo para poder leerlo de forma íntegra. Incluso hubo algún nombre importante dentro del armado amarillo que ni siquiera leyó lo que se adelantó a través del diario La Nación. En ese medio, el ex presidente optó por dar a conocer uno de los capítulos más adelantados en la lectura de su nuevo escrito. No fue algo casual, los extractos reflejaron qué es lo que, para él, tiene que hacer un nuevo gobierno de Cambiemos que, confía, estará comandado por su espacio.
Los puntos publicados mostraron una versión de Macri más dura que en 2015. Algo que podría acompañar la visión del radicalismo sobre su socio más conocido, una visión que indica un Mauricio más difícil para negociar y escuchar las opiniones del resto. El pliego de condiciones funcionaría como un ejemplo de ello. De todos modos, al recorrer los ítem centrales, no es difícil encontrar coincidencias nodales con la cosmovisión que ensaya la alianza y que, según los planes, debería presentar a finales del año. Entre ellas, las reformas previsional y laboral o políticas de shock para ordenar la macroeconomía. El líder espiritual amarillo también habló de la desaparición o privatización de empresas estatales, ajustes ministeriales, represión de la protesta social, tarifazos, el fin del “buenismo” y la cancelación del “populismo light”.
Básicamente, lo que pidió fue carácter, decisión y firmeza a la hora de tomar decisiones que impliquen un verdadero cambio, no como durante su gestión. Un factor que, claramente, lo acerca más al discurso de Patricia Bullrich que al de Horacio Rodríguez Larreta o el radicalismo. Lo extraño es que incluso los presuntos moderados del PRO consideran que la transformación no será fácil y que habrá que enfrentar meses de dificultades para llegar al horizonte positivo propuesto por la coalición. Y también creen que la comunicación será central para explicar el por qué de esa situación de malestar para lograr acomodar los rieles. La diferencia estaría en las formas. En las alianzas. En el trato al otro.
“¿Para qué?”, el libro del ex presidente, saldrá a la venta el 18 de octubre, veinticuatro horas después de una masiva marcha hacia Plaza de Mayo por el Día de la Lealtad, y casi un mes antes del inicio del Mundial. Todavía no hubo precisiones sobre la presentación, pero algunas miradas se concentraron en intentar predecir ese acto, sus invitados, sus ubicaciones y las definiciones que dejará.
En la previa, todos siguieron con sus esquemas de campaña y las recepciones no fueron uniformes. Para algunos, los fragmentos conocidos forman parte del pensamiento de Macri y no se sintieron interpelados por la marcación del territorio. La del ex presidente sería, entonces, una opinión importante dentro del ecosistema opositor, sobre todo del PRO, que construye, a su vez, opinión pero no funciona como condicionamiento.
Otros entendieron que formar parte del PRO implica entender que Macri señala el rumbo, que siempre va a marcar agenda dentro del espacio, tanto para el resto de los candidatos como para él mismo. El libro también es un recordatorio para el propio Mauricio. Es que si bien hubo expresiones desde ambos bandos, más cercanos o lejanos al ex presidente, sobre su no participación en la contienda electoral, nadie se animó a correrlo de la cancha. Las especulaciones mayoritarias lo ubicaron fuera de la carrera pero no fuera del intentar jugar, intentar mantenerse con poder, intentar ser relevante y, también, intentar postularse para el segundo tiempo.
Así lo vieron desde el PRO, con los movimientos de los últimos meses, y desde el radicalismo. La UCR y Macri son como el agua y el aceite pero, de uno u otro modo, desde el 2015 a la fecha, lograron la convivencia. Para el partido centenario, la crítica a la moderación, expresada por Mauricio, no fue una crítica a la presunta moderación durante la gestión Cambiemos sino un cuestionamiento a los que optaron por adoptar esa posición camino al 2023. No fue autocrítica, fue un lineamiento interno a futuro pero, si bien el ex presidente mostró la intención de estar presente, se puso en duda su efectividad. La misma dependerá, básicamente, de si el resto de Juntos por el Cambio le hace caso o no.
Una vez más, la diferencia estaría en las formas. En líneas generales, Macri planteó puntos de llegada abstractos, sin los detalles del camino a recorrer para lograrlos. ¿Quién paga el ajuste? ¿Quién paga las políticas de shock? ¿Quién paga las reformas? Esas son algunas de las preguntas hacia el interior, cuyas respuestas separarían al ex presidente del resto. Por eso se planteó que lo que sostuvo el hombre FIFA no es lo que están trabajando las Fundaciones de los espacios. La existencia del famoso plan consensuado evitaría, entonces, el obstáculo de los condicionamientos de Mauricio, básicamente porque contendría los condicionamientos de todos. La gran incógnita pasaría, en ese caso, por quiénes son los dirigentes más confiables para respetarlo.
Y Macri no entraría en ese grupo. Alguien que hizo de los consensos la parte central de su campaña fue Horacio Rodríguez Larreta. Tal vez el dirigente que vivió la mayor confrontación con Mauricio, quien le criticó el dialoguismo. La respuesta del jefe de Gobierno a esta actitud fue muy visible y tomó mayor cuerpo en los últimos días. Para él, «el verdadero cambio es hacer». Por eso, volvió una y otra vez sobre la gestión en la Ciudad, que considera exitosa y es el ámbito en el que mejor se siente. Entre esas transformaciones, los puntos que siempre destacó fueron la apertura de escuelas en plena pandemia (una cruzada de la que participaron todos discursivamente, pero él fue el ejecutor), el manejo de la seguridad y la modificación del estatuto docente. Este eje funcionó como un ejemplo bastante celebrado, de hecho lo resaltó en el encuentro industrial en Córdoba y se lo adjudicó directamente al amplio acuerdo que cosechó en la CABA con otras fuerzas políticas tras el rechazo sistemático en periodos anteriores.
En esa exposición en la UIA cordobesa también abordó, como contra punto para validar su construcción amplia, la fallida reforma previsional de Macri. Para el jefe de Gobierno, la modificación duró poco porque Cambiemos no logró generar consensos amplios para poder mantenerla en el tiempo. Por lo tanto, el cambio no sucedió. Por eso Larreta se concentró, desde el minuto cero, en construir acuerdos para garantizar la gobernabilidad, para generar las condiciones que permitan pasar de la promesa de la transformación a su ejecución.
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