Mientras la campaña del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva se concentra en sumar más aliados, disputar las mentiras del oficialismo y recorrer más el país, el bolsonarismo está apostando por endurecer aún más su discurso y promesas políticas, y mimetizarse con las comunidades religiosas más grandes del país. Solo en esta primera semana de campaña de cara al balotaje del 30 de octubre, ya lanzaron dos propuestas concretas: limitar el poder de la corte suprema, que tiene al mandatario en la mira hace tiempo, y empoderar más a la policía en el estado más poblado del país, San Pablo, quitándole las cámaras del uniforme, herramienta central para evitar o demostrar abusos de fuerza o autoridad.
El foco de ambas campañas está puesto no solo en ganar los más de 8 millones de votos que obtuvieron los dos candidatos de la tercera vía, la liberal Simone Tebet y el centro-izquierdista Ciro Gomes, sino principalmente en lograr convencer al más del 20% del padrón que no participó en la primera vuelta y al 10% de los votantes que se definieron entre la víspera y el día mismo de la elección, según informó este domingo Datafolha, y, por lo tanto, no se considera que tengan una posición inamovible de cara al balotaje. Por ejemplo, un cuarto de los casi 5 millones de votantes de Tebet se definió en las últimas 48 horas del proceso electoral.
Redoblar la batalla con la corte
En el discurso del bolsonarismo, la corte suprema -o el Supremo Tribunal Federal (STF), como se llama oficialmente- es parte de ese sistema o establishment político al que el presidente dice no pertenecer y hasta combatir. Por eso, para muchos de sus seguidores -e incluso votantes de otras fuerzas que se siguen declarando como anti-lulistas ante todo- no es difícil creerle al mandatario cuando sugiere que la máxima instancia del Poder Judicial anuló todas las condenas y juicios contra Lula por corrupción por un supuesto acuerdo político. Por eso, también fue fácil para Jair Bolsonaro desestimar las investigaciones, denuncias y fallos en contra le propinó la corte suprema en los últimos tiempos por varios motivos, entre ellos, la difusión de mentiras que socavan la democracia.
En este contexto de creciente confrontación entre el presidente y la corte suprema, la campaña oficialista decidió endurecer su discurso de campaña en este frente. El vicepresidente de Brasil y ahora senador electo, el general retirado Hamilton Mourao, anunció esta semana que, una vez que asuma, abrirá un debate para ampliar el máximo tribunal y limitar su poder. «Yo no hablo apenas de ampliar la corte. Hay que reformar todo el modelo. Hay que trabajar para ponerle límite a las decisiones cautelares monocráticas y limitar el mandato de los jueces. No pueden seguir siendo jueces hasta los 75 años, tienen que tener un mandato de 10 o 12 años», afirmó en una entrevista con el canal Globo News y retomó una de las principales acusaciones de Bolsonaro: «El STF invadió de manera contundente atribuciones de otros poderes».
Ya Bolsonaro había hablado de la necesidad de ampliar la corte de los 11 miembros actuales a 16 y, hace solo tres meses, un diputado de la misma fuerza a la que pertenece el mandatario, el Partido Liberal (PL), había liderado una junta de firmas para una Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC) para que el Congreso pueda, con una mayoría calificada, revertir decisiones del STF.
La pulseada entre el bolsonarismo y la corte también obliga a poner el foco en el Senado, donde el avance del bolsonarismo fue contundente. El PL se convertirá en la primera minoría y buscará llevar la voz cantante cuando, el año que viene, se tenga que aprobar los reemplazos de dos jueces del STF, Rosa Weber y Ricardo Lewandowski, quienes cumplirán 75 años y están obligados, por ley, a jubilarse.
Bolsonaro ya logró aprobar en el Senado a dos miembros de la corte suprema durante su mandato y, tanto si gana la reelección como si la pierde, sumar a otros dos magistrados de claro corte conservador sería un gran logro para su movimiento de extrema derecha.
Apoyo a la Policía
Muchos analistas coinciden en que la principal batalla de cara al balotaje presidencial será la conquista del Sudeste y, dentro de esa región, de San Pablo, el estado más poblado y rico del país. Quizás por eso Tarcísio de Freitas, el candidato del bolsonarismo que llega como favorito a la segunda vuelta con más del 42% de los votos para poner fin al reinado de la socialdemocracia y las aspiraciones del Partido de los Trabajadores (PT), decidió endurecer aún más su discurso.
Después de afirmar varias veces que lo analizaría de ser electo, el dirigente del partido Republicanos anunció esta semana que si gobierna el estado, quitará las cámaras de los uniformes de la Policía, una herramienta que ya demostró en el país y en el exterior que ayuda a evitar o, al menos, a probar muchos casos de abusos de la fuerza o de la autoridad.
«Los policías deben percibir que el Estado está de su lado y, por eso, he tenido una postura muy crítica con respecto a las cámaras. ¿Qué representan las cámaras? Dejan a los policías en una situación de desventaja con respecto al bandido», explicó en una entrevista con Jovem Pam, la mayor radio de San Pablo, en la que también prometió que mejorará el salario y la asistencia médica y jurídica a las fuerzas de seguridad.
La disputa entre los conservadores por el Congreso
El PL al que pertenece ahora Bolsonaro ganó las primeras minorías en las dos Cámaras del Congreso y ahora quiere que esa nueva posición de poder se refleje en la elección de autoridades parlamentarias que se definirá el año próximo con la asunción del próximo Legislativo. Aunque en el análisis de la polarización de la elección presidencial se suele hablar de un bloque monolítico del bolsonarismo y sus aliados, esto no se sostiene más allá de la confrontación con Lula por el Poder Ejecutivo.
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Lira es del partido Progresistas y, según informó la prensa brasileña, está discutiendo una posible alianza con Unión Brasil para formar un interbloque -o federación partidaria, como le llaman en el país vecino- para el próximo Congreso. Si lo consigue, tendría una bancada de 106, diputados, mayor que la del PL con 99 y del PT con 68. Y si además estas dos fuerzas pudieran replicar la alianza en el Senado también se convertirán en la primera minoría con 19 senadores frente a los 12 del PL y los 9 del PT.
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