El 8 de septiembre de 1990, hace 32 años, ocurrió un femicidio que conmovió a la Argentina: el crimen de María Soledad Morales, una adolescente que fue violada y brutalmente asesinada. Hubo solo dos condenados: ninguno de ellos cumplió la pena completa y ahora caminan en libertad por las calles de Catamarca, donde se cruzan a diario con la familia de la víctima.
“Los hijos del poder”. Así se conoció a los involucrados en el hecho, debido a sus vínculos con la política. Guillermo Daniel Luque, hijo del entonces diputado nacional Ángel Luque, y Luis Raúl Tula fueron encontrados culpables recién en febrero de 1998. El primero recibió 21 años de prisión, mientras que el segundo, nueve años.
El femicidio de María Soledad Morales
El 7 de septiembre fue la última vez que vieron a María Soledad con vida. Tenía 17 años. Esa noche, fue a un baile con sus compañeras para la elección de la reina del estudiante, cuya recaudación estaba destinada para pagar los gastos del viaje de egresados de las cinco alumnas del curso que no lo podían costear. Una de esas 5 chicas, era ella.
Cerca de las 2.30 de la madrugada María Soledad se despidió de una amiga en la parada de colectivos y se quedó sola. Había acordado encontrarse allí con Luis Tula, un hombre 12 años mayor del cual se había enamorado. Tula pasó a buscarla y la convenció de acompañarlo a un boliche que estaba de moda sobre la ruta 1. En ese lugar, según consta en la causa, se la “entregó a sus asesinos”.
María Soledad quedó entonces a merced de un grupo de “hijos del poder” que le dieron bebidas y drogas y se la llevaron a un hotel. La violaron entre dos y cuatro sujetos, entre ellos Guillermo Luque. Antes de las 6 de la mañana, una sobredosis terminó con su calvario. Su cuerpo fue encontrado dos días después en un basural: le faltaba el cuero cabelludo y una oreja, su cara estaba desfigurada por una roca y tenía varias quemaduras de cigarrillo.
Crimen de María Soledad Morales: qué pasó con los condenados
Luque fue declarado culpable por la violación y el homicidio de María Soledad. La sentencia se le fijó el 28 de febrero de 1998 en 21 años de prisión por la “violación seguida de muerte agravada por el uso de estupefacientes”. Sin embargo, solo estuvo tras las rejas apenas 12 años: salió de la cárcel de Catamarca en abril de 2010 bajo libertad condicional por buena conducta.
Con 56 años, Luque pasa sus días en una propiedad en pleno centro catamarqueño. Tiene un hijo y vive gracias al dinero que le ingresa por las rentas de las propiedades que heredó de su familia, tras la muerte en 2011 de su padre, Ángel Luque, quien era diputado nacional del justicialismo cuando María Soledad Morales fue asesinada.
Tula, por su parte, recibió una pena de nueve años tras haber sido encontrado culpable del delito de “partícipe secundario” en el crimen. Al igual que Luque, no cumplió la totalidad de la pena, sino que solo estuvo en prisión cuatro años y medio.
Ahora tiene 61 años, vive en la zona céntrica de Catamarca y tiene dos hijos con su ex esposa, quien lo denunció en 2019 por violencia de género. “Estoy asustada, tengo miedo de que me mate y de que mande a matar a mi hijo mayor”, expresó entonces la mujer.
Luego de haber estudiado Derecho en la cárcel, se recibió como abogado penalista y juró como letrado en noviembre de 2009. Tiene un estudio jurídico ubicado en la calle Rivadavia al 800 y acostumbra a recorrer juzgados, fiscalías y cárceles de la zona como parte de su trabajo.
“Hace años que Luque y Tula están caminando por la calle como si nada”, se quejó en 2020 Ada Rizzardo, conocida por todos como la mamá de María Soledad. Ella vive en la esquina de siempre del barrio Santa Rosa, en el departamento de Valle Viejo.
A sus 73 años, tiene seis hijos y cinco nietos. Su esposo, Elías Morales, murió en agosto de 2016 de un accidente cardiovascular (ACV). “Cada vez que se van a trabajar ruego para que no se encuentren”, contó. Sin embargo, no siempre tienen esa suerte: “Cuando ven a alguno de ellos, mis hijos vuelven tristes, destruidos. Ellos andan tan tranquilos por la calle como si no hubieran hecho nada”.
“A mis hijos les duele el alma y me dicen ‘mamá, mirá todo lo que luchaste, todo lo que hicieron, y ellos andan en la calle como si no hubieran cometido nada y nosotros con las manos vacías sin nuestra hermana’”, se lamentó.
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