«Estamos en un loop infinito y no aislarnos es nuestra salvación». Parece una contradicción, ¿no? Justamente la pandemia del COVID-19 enseñó que cuánto más aislados más a salvo, pero no funciona así con la salud mental, que sufrió uno de los embates mas fuerte durante estos últimos dos años. Es que mientras médicos y científicos trabajan para tratar y curar esta enfermedad que vino a hacer estragos desde fines de 2019 y parece no terminar, millones de personas enfrentan otra pandemia: la de los transtornos y problemas mentales.
Duelos sin resolver, miedos, dolores, ansiedades, fobias, adicciones, depresión y angustia, son algunos de los problemas psicológicos y emocionales que provocó o agravó la pandemia del COVID-19. Los embates del Covid-19 fueron múltiples: se perdieron seres queridos, rupturas sentimentales, perdidas de trabajo. Se postergaron sueños, metas, despedidas, abrazos.
Un reciente estudio científico nacional expuso por primera vez el impacto de la pandemia del COVID-19 en la salud mental de los argentinos y argentinas y reveló que el 47,2% de las personas consultadas tuvo algún “trastorno de ansiedad”, seguido por la “depresión” (36,8%) y afecciones de tipo “psiquiátrico” (14,0%). El estudio estuvo a cargo de la doctora en Ciencias Sociales, Gabriela Irrazábal (UNLP-UBA), del centro de estudios CEIL-Piette de CONICET sobre más 4.537 casos relevados en todo el país.
La población consultada declaró haber sufrido tres dificultades principales en su salud, y de ellas, las afecciones mentales estuvieron en primero lugar, seguido por las alergias (42,3%) y los problemas de la piel (34,7%), ambas se pueden relacionar a algún desequilibrio emocional. En tanto, el Covid-19 apareció en quinto lugar, con el 25%. De entre quines sufrieron ansiedad o depresión solo un 35% recurrieron a profesionales de salud mental. En tanto, de los 4537 casos en todo el país, 1799 casos que declararon sufrir ansiedad, 511 (28,4%) consultó a psicólogo/a y 118 (6,6%) consultó al psiquiatra. Para los 1401 que consignaron depresión, unos 367 (26,2%) recurrieron a un psicólogo/a y 122 (8,7%) a un/a psiquiatra. Entre un 14 y 16 por ciento acudieron a un familiar o amigo para contarle sus problemas. El informe expuso que tres de cada diez personas que tuvieron ansiedad y depresión no recurrieron a nadie, y casi dos de cada diez (16,5%) que reflejaron algún problema “psiquiátrico” asumieron la misma actitud.
«La pandemia puso en evidencia que la salud mental forma parte de la vida de todos y todas, en la salud mental confluyen situaciones singulares y determinaciones colectivas de la vida social. Mismo, ya previo a la pandemia, hay información a nivel mundial que señala la relevancia de las consultas por motivo de salud mental en la población general, confirmando que es uno de los aspectos de la salud de mayor incidencia de la necesidad de cuidados«, remarcó la licenciada Julieta Calmels, de la subsecretaria de Salud Mental y Consumos Problemáticos y Violencias en el ámbito de la salud.
En esta línea, la licenciada en psicología Marina, que además es influencer a través de su página «Querida Guachita«, con más de 100 millones de seguidores, coincidió en que «la pandemia nos afectó a todes y a aquellas personas que estaban con un cuadro de psicopatologia se agravó, porque lo traumático de la pandemia es que fue algo inesperado que ocurrió de un momento al otro y afectó a todo el planeta y no nos dio tiempo de procesar todo lo que fue pasando». «Ahora estamos entrando en este tercer año de pandemia y por un lado es esperanzador ver el avance de las vacunas pero por otro lado es agotador para la mente ver que estamos en una especie de loop infinito que también agravó muchas patologías de la ansiedad, del vincularse con otres (que tiene que ver con la fobia social) y ni hablar de lo que tiene que ver con la hipocondría«, puntualizó.
Como expresa la influencer en psicología, la pandemia del COVID-19 agravó y provocó el incremento de cuadros desde depresivos hasta de ansiedad. «Hubo un aumento de consultas psicológicas, justamente en enero bajan mucho después de las fiestas pero realmente no se notó, todo lo contrario, muchas personas deprimidas en estas fiestas, con personas llorando porque perdieron familiares por el Covid, algunos vacunados o no, pero las fiestas fueron un momento muy emotivo y movilizante emocionalmente hablando», agregó la licenciada Adriana Murcia, en diálogo con este medio.
La profesional explicó que el aislamiento social no es recomendable para los que están deprimidos, así que los que ya estaban con un cuadro de depresión empeoraron justamente por el confinamiento de la cuarentena. «En general varios cuadros se agravaron, por ejemplo al trastorno obsesivo compulsivo es algo que se agravó con la desinfección, con esto de no tener contacto por los contagios, como por dar ejemplos. Estos cuadros se agravaron y se hicieron mucho más difícil de lo que eran antes de la pandemia por lo tanto muchos pacientes que solamente con la psicoterapia les hubiese alcanzado se tuvieron que derivar a psiquiátrica por lo que debieron hacer un tratamiento psicológico y psiquiátrico simultáneamente«, admitió.
Murcia clasificó los diferentes cuadros de los cuales algunos fueron provocados puntualmente por la pandemia. «Hay casos de depresiones pasajeras que duraron la cuarentena del año pasado y cuando se comenzó a abrir todos lentamente comenzaron a mejorar pero que no precisamente necesitaron tratamiento psicológico sino que eran depresiones exógenas (están motivadas por un motivo externo al sujeto a diferencia de las endógenas que están motivadas por causas interiores de la persona tienen que ver con la personalidad, el carácter de la persona)».
La personas depresivas tienden a:
- Aislarse
- No soportar reuniones sociales mucho tiempo
- Tienden a ensimismarse (dependiendo de la estructura psíquica)
- Otros síntomas son: dificultad para concentrarse, fatiga permanente, desgano, apatía, irritabilidad, bronca.
En el caso de los Trastornos Obsesivos Compulsivos (TOC), detalla la profesional, se agravaron los síntomas de chequear muchísimas veces si algo está desinfectado, si se desinfectaron bien los objetos o las manos, que provocó hasta problemas en la piel. También hubo casos de agorafobia (miedo a los lugares y las situaciones que pueden ocasionar pánico, impotencia o vergüenza), por lo que muchas personas querían seguir con el homeoffice para evitar los contagios, lo que también se le llama el síndrome de la cabaña.
«Algunos de estos cuadros tienen que ver con un duelo mal curado, la gente tuvo que buscar otras maneras de elaborarlos, ya que no han podido despedirse bien de un ser querido, Por ejemplo. Esta fase del duelo que es la negación muchos no podían salir de esa fase entonces necesitaron de tratamiento psicológico para procesarlos y pasar a las fases de la bronca, dolor hasta la aceptación, resignación y disminución del dolor. Es así que un duelo mal curado genera depresión», detalló.
Finalmente en los cuadros histéricos (neurosis histérica o que tiene una estructura histérica) tienen la tendencia a somatizar (transformar las emociones a síntomas físicos) y en ese marco hay muchas personas con náuseas, vomitos, ataques de pánico por temor a morir. «Todos los cuadros que han sido motivo de consulta prepandemia todos se agravaron. La pandemia más la cuarentena han sido desencadenantes para el agravamiento o surgimiento de cuadros depresivos, de síntomas fobicos y tocs«, concluyó.
Duelo constante, otra consecuencia de la pandemia
Lo cierto es que la pandemia del COVID-19 no solo provocó duelos por la perdida de un ser querido sino también de la perdida de un trabajo, de una relación, tanto rupturas de pareja como de familias. Así lo detalló la psicologa Ángela Ianni que puntualizó que afectó en muchas personas en diferentes etapas evolutivas, en adolescentes, personas mayores y adultos en los que se vio cambios en el estado de ánimo y la conducta. «Si bien el virus no deprime a la gente, es la consecuencia del virus por el aislamiento, hubo perdidas laborales, familiares, de gente queridas», detalló.
En este marco, la licenciada Marina Casas remarcó en diálogo con este medio la importancia de no patologizar la tristeza y la necesidad de una consulta con un especialista, pero también darse el tiempo de proceso. «La cuarentena forzó a una falta de acción y la falta de la presencia del cuerpo en ciertos escenarios con el aumento de la virtualidad. Entonces el cuerpo queda fuera de escena e inactivo y esto genera ansiedad y termina en un desgano más ligado a la depresión y esto de la consecuencia de esta dificultad de volver a salir«.
«Este escenario también conlleva a atravesar muchísimos duelos tanto sea por la perdida de algún familiar como el duelo aquello que no fue como metas a lograr, relaciones, ideales, todo aquello que quedó ahí sin realizarse, y el trabajo de duelo lleva su tiempo y su tristeza que no necesariamente tiene que ver con una depresión. Sin embargo, se observa muchas veces la dificultad de los sujetos de permitirse los tiempos del duelo y la tristeza ya que la sociedad no permite muchas veces el tiempo de hacer un duelo, la tristeza y se busca todo el tiempo estar bien y es importante que el sujeto identifique lo que le está sucediendo, que es un punto importante», sostuvo la profesional que hizo hincapié en la importancia de «correrse de la mirada de que hay que siempre estar bien, de patologizar la tristeza: no es todo lo mismo y es importante diferenciar«. «Qué duelos y situación de tristezas hay que dar lugar en estos tiempos. Hay que diferenciar y no clasificar todo el sufrimiento en enfermedades mentales», agregó.
No estigmatizar el sufrimiento y hablar: el principal paso para salir adelante
La especialista admitió que son pocos realmente quienes tiene la posibilidad de darse un espacio para justamente priorizar lo que le sucede como sujeto y ponerle en palabras, además sostuvo las faltas de acceso a un tratamiento psicológico y psiquiátrico para muchas personas que lo requieren: tanto sea por cuestiones económicas como también por ciertos prejuicios. En este marco, Calmels instó en la necesidad de apelar a las prácticas solidarias y colectivas de cuidado y a la vez a poder trasmitir y construir una sociedad que no estigmatice el sufrimiento, sino que por el contrario contribuya a que aquel o aquella que está en un momento difícil, no se sienta con vergüenza o temor de poder compartir lo que le pasa y que eso también permite construir otra salida que no sea en soledad, con vergüenza y con estigma.
«Estamos en un tiempo en el que indefectiblemente hay un aumento del sufrimiento de la población en términos emocionales, pero es una pregunta abierta cuál va a ser la evolución de eso y hay una apuesta determinada, de algunos estados, de construir una salida colectiva de ese sufrimiento, además de los procesos de atención y cuidado individuales y singulares que en la provincia de Buenos Aires no solo se mantuvieron durante la pandemia sino que permanentemente se van incrementando cada vez más», remarcó.
Aquellas personas que sufren depresión o problemáticas y transtornos psicológicos en la provincia de Buenos Aires cuentan en los Hospitales Generales de la provincia con 38 equipos interdisciplinarios donde se atienden situaciones de urgencias (ver mapa donde podes rastrear por localidad cuál es el dispositivo más cercano) y además existe la línea telefónica 0800 222 5462 para poder recibir acompañamiento.
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