Okupas se emitió originalmente entre octubre y diciembre del 2000 y funciona en parte como un paisaje social de espanto: la serie retrata las aristas que llevaron a que el país vuele por el aire a fines de 2001. Veinte años después, la ficción fue remasterizada y reestrenada en la plataforma Netflix y, sin caer en comparaciones innecesarias, el contexto vuelve a no ser el mejor; una pandemia mundial sacudió a la economía argentina y son muchos los compatriotas que no la pasan bien.
Sin embargo, mucha agua corrió bajo el puente en estas dos décadas: si a principios del milenio Okupas fue de comentario obligado en oficinas y colegios, hoy el epicentro donde se debate su “renacer” son las redes sociales, donde la discusión por momentos asemeja más a la de una nueva ficción que a la de un reestreno.
Sobre esta y varias aristas más conversó largo y tendido minutouno.com con Ariel Staltari, el actor que le dio vida al espontáneo, descontracturado y por momentos ingenuo “Walter”.
¿Qué te genera el boom que tiene el reestreno de Okupas a 20 años de su emisión original?
– Superó ampliamente nuestras expectativas. Las mías seguro. Es tremendo lo que está pasando. Hay un gran rebote en las redes. Creo que tienen mucho que ver las redes sociales. Las nuevas generaciones se coparon como las de mi época, solo que en mi época era «boca en boca» y ahora es a través de las redes. Todo eso generó un fuerte impacto. Además, hace 20 años que se viene haciendo desear y se viene hablando. Toda esa mística fue creciendo. Ante tanta espera y tanta ansiedad, el impacto está a la vista.
Okupas fue realizada en el contexto de una época catastrófica para Argentina desde lo socioeconómico: ¿cómo encontrás el diálogo de la serie con el presente del país?
– La verdad que lo encuentro en el mismo lugar digamos. No la veo totalmente fuera de contexto, mucho más allá de lo social y económico. Apunto a lo que más me importa, lo sustancial de la historia, que es la gran historia de amor entre estos cuatro flacos. El vínculo de amistad que se genera entre ellos y el núcleo irrompible que se genera hacia el final, haciéndolo honor a esta frase de “dar todo sin esperar nada a cambio”, hasta dar la vida por un amigo. Creo que eso no tiene fecha de caducidad, lo hace universal y lo hace eterno también.
¿Cómo lo ves a Walter en perspectiva? ¿Cambió en algo tu percepción sobre tu personaje en estos 20 años?
– A Walter lo veo auténtico, vivo, orgánico. Cambió mi percepción porque ahora me puedo dar cuenta de que estoy de esa forma. Ahí estoy jugando, divirtiéndome, siendo feliz. Estoy como un niño. Era muy ingenuo en esa época y eso favoreció a que mi personaje sea tan fresco.
Okupas y Un gallo para Esculapio deben estar entre las 5/6 series mejores logradas en nuestro país. Al ver Okupas, amén de ciertas cuestiones de contexto obvias, uno no siente que está ante “algo viejo”: ¿qué tiene Bruno Stagnaro como director para lograr esto?
– Bruno Stagnaro lo primero que tiene es un enorme talento y una visión muy afinada de las cosas. Tiene sutilezas y matices que sorprenden. Tiene una estética, un lenguaje y una manera de contar, de ubicar la cámara. Tiene una poesía alucinante. También mucho humor. Le da mucha importancia a la historia, a los personajes, a la profundidad de los personajes. Es un distinto y se nota. Es un orgullo para todos los que laburan con él siempre pasar por sus proyectos. Quizás no te das cuenta mientras estás trabajando con él de lo maravilloso que es. Cuando te alejás y lo ves en perspectiva te das cuenta de la magnitud que tiene lo que él hace. Para mí, que hoy por hoy comparto laburo con él desde los guiones, es un aprendizaje día a día (N. de la R: Staltari coescribió con Stagnaro los guiones de Un gallo para Esculapio). Me voy nutriendo de todas sus enseñanzas. Es un gran apasionado por lo que hace. Es un gran laburante. Trabaja de sol a sol por la historia. Es muy celoso de su trabajo. Me encanta. Es el uno.
Okupas tiene cierta “austeridad” en cuanto a recursos técnicos priorizando otros aspectos. En esta remasterización de la serie entraron en juego Santiago Motorizado y la música de “El mató a un policía motorizado” para el soundtrack, justamente una banda que de la austeridad de recursos ha hecho una bandera.
¿Qué dimensión sentís que le dio a la serie su música?
– A mí me gustó mucho lo que se hizo en cuanto a la música. Siento que Santiago supo respetar el espíritu de la obra sin modificar nada. Por el contrario, algunas cosas se potenciaron con su música. No de casualidad lo convocó Bruno (Stagnaro) para trabajar en el proyecto. Bruno donde pone el ojo, pone la bala y no se equivocó con Santiago. Muy felices con eso. De hecho, hay una escena donde vienen los cuatro caminando yendo hacia la playa de Quilmes: esa escena antes tenía un tema de los Beatles y ahora está el tema de ellos “Vienen bajando” y quedó genial. Muy piola todo eso. De por sí, la obra ya tiene su contundencia, su peso específico y ni que hablar que se conservaron temas icónicos dentro de la serie y eso ya le da cierta paz y tranquilidad a los fans de la primera hora. Con lo cual la sumatoria de grandes artistas, como en este caso lo es Santiago potenciaron aún más lo que se conservó.
Una vez finalizada la grabación de la serie: ¿tuviste algún contacto posterior con Stompy, el perro que hizo de Severino?
– Ningún contacto. Lo más parecido que tuve fue un perro siberiano que me regaló mi hermano Leandro, el del medio, y le puse “Severino” obviamente. Ahora ya desapareció de este plano y tengo una perrita chiquitita, una maltés.
Fuente: Minuto Uno
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