A 280 kilómetros de Santa Rosa, entre las bardas y el río Colorado, esta localidad ribereña desarrolló durante la última década importantes instalaciones y variada oferta de servicios turísticos. En el preludio de un verano histórico, este fin de semana los visitantes ocuparon gran parte de su capacidad hotelera, superior a las 300 plazas. «Llegaron turistas de Mendoza, Neuquén, San Luis y muchos pampeanos» confirmaron desde el municipio. Hasta 2009, el único alojamiento eran 25 plazas del ACA.
Al otro lado del puente está Río Colorado (Río Negro). Entre ambas localidades conforman una comarca con circuitos profundamente vinculados, como toda la vida social y comunitaria. «Durante noviembre inauguramos la temporada para turismo interno y en diciembre empezamos a recibir viajeros de la región y el resto del país» explica Noelia Albornoz, responsable municipal del área. «Desde hace un mes no han dejado de llegar visitantes», agrega. Eso confirma una tendencia satisfactoria: en apenas diez años La Adela se fortaleció como destino y cada temporada recibe más turistas: «trabajamos con escuelas y colegios, también con centros de jubilados, colonias de vacaciones y familias». Además de hoteles, cabañas, moteles, hostería y un cámping a la vera del río, tienen un «Albergue Municipal completamente renovado, con 40 plazas» ubicado en un terreno contiguo al Polideportivo Municipal.
Travesías por el rio.
Andando junto al Colorado los visitantes pueden llegar hasta El Parador de Kumelén Co, punto de partida para «múltiples recorridos en kayak, desde paseos de pocos kilómetros y algunas horas, hasta travesías de dos días» con salida en Salto Andersen (80 kilómetros río arriba, en la reserva ambiental Pichimahuida) y haciendo noche en algún paraje ribereño.
Instalado en 2012 por Darío Schiebelbein y Ceferino «Pepe» Cartagena, Kumelén Co se posicionó como un emprendimientos de jerarquía en esta comarca. De todos modos, antes de aventurarse a tamañas navegaciones las familias pueden escoger una opción más recreativa que «sale del casco histórico de la bodega Nazar Anchorena (La Vitalicia), actualmente conocida como El Viñedo». Abandonada desde hace muchos años, alguna vez trabajaron allí más de 60 personas. «Era una estancia con viñedos, producción fruti hortícola y una planta para procesar y elaborar conservas: de allí los productos salían envasados y etiquetados. Había una capilla, una proveeduria y una oficina bancaria» comenta Noelia. Actualmente el circuito turístico solo conserva la capilla, ya restaurada.
Paseos en bici.
Otra opción es pedalear entre las bardas, bajo la guía de Verónica Currinca, titular de Cicloturismo «Rumén Paihuén», por recorridos de distintas extensiones y complejidad. En bicicleta se puede pasear también por el circuito frutícola, a través de senderos, chacras y canales, saboreando un pelón aquí, una cereza allá. «Son circuitos muy bellos, entre aromas y colores de flores y frutas de estación» comenta Noelia.
Varias chacras ya implementaron servicios de agroturismo. «Frutos del Colorado, de Mary Contreras y Edgardo Ferroni, es la primera productora de frutillas a escala comercial en la comarca». La finca cuenta con alojamiento y los propios dueños conducen una visita guiada por su producción. También se puede visitar «Granja La Llave», donde crían aves de corral y sirven una recomendable merienda. O acercarse a Almendras Pampeanas, cuyo cultivo de 20 hectáreas respeta las especies nativas y evita el desmonte para mantener la biodiversidad.
Para quienes vienen habitualmente, este año la novedad será la flamante bodega Trina, instalada hace apenas unos meses. Sus dueños»inauguraron un restaurant junto al río, con capacidad para 100 personas (mitad salón y mitad patio) donde ofrecen variedades de vino y tres menús por noche».
Cabalgatas y paisajes.
La estancia «Los Amigos», de la familia Sepúlveda, «organiza todo tipo de excursiones a caballo». Según Noelia trabajan «de acuerdo na los requerimientos del turista: puede ser tanto una cabalgata por el monte, como un paseo en sulky o una travesía más larga».
A la hora de almorzar y cenar también se encuentran variantes. En La Adela hay dos parrillas: «Como en la Barda» sobre la ruta 22 (kilómetro 857), con vista a las bardas, capacidad para cien personas y deck al aire libre, y «Parrilla Mi estilo», ubicada en avenida Libertador 1.150 «junto a la costa, con espacio al aire libre y un gran salón». Otra opción es el snack bar «La Costanera», que sirve comidas al paso, cerveza artesanal y una picada bien pampeana. Y también hay varias casas de comida para llevar.
La combinación entre bardas y río ofrece como resultado paisajes bellos y singulares. Para la observación hay sitios tradicionales como la histórica ermita del pueblo y también miradores novedosos: «el Balcón de la Comarca, por ejemplo, permite disfrutar los atardeceres más bellos».
A mediados de enero se celebra aquí la Fiesta Provincial de la Barda, que esta temporada deberán suspender, y en abril se convierten en subsede de la Fiesta Nacional del Asador. Desde hace un tiempo vienen tomando mucha fuerza también dos encuentros deportivas que cada edición convocan más competidores. Uno es «Dejá tu huella en la barda Running», con circuitos de 7 y 14 kilómetros, que en pocos pocos años pasó de 60 a más de 250 atletas.
La otra, un clásico del ciclismo abandonado hace casi 40 años, que acaba de resurgir con nuevos bríos: «la Doble Salinas». Organizada por el municipio, el primer día incluye una cronometrada y 10 vueltas a un circuito callejero, y al día siguiente una prueba de 110 kilómetros sobre la ruta nacional 154.
Marcada por la pandemia y sus protocolos estas vacaciones podrían contribuir a fortalecer el turismo interno. «Muchos pampeanos no conocen La Pampa», lamenta Noelia. Desconocida para muchos, desde su enclave estratégico la Adela trabaja para posicionarse como uno de nuestros grandes destinos.
Fuente: La Arena
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