En Nudos Mentales, el psicólogo invita a reemplazar pensamientos limitantes por ideas liberadoras para lograr paz mental y cambios duraderos; asegura a este medio que la clave es saber mirar hacia adentro con conciencia y responsabilidad.
El desenfreno con el que se vive y la reflexión no suelen ir de la mano de la rutina y de la fisonomía que ésta adquiere en la mayoría de los casos, en los que los relojes parecen acelerar sus agujas más que de costumbre y los días acortarse solo porque la lista de pendientes no deja de crecer.
Pero de algo de eso o una combinación de varias de estas sensaciones se hace eco Bernardo Stamateas y su nueva invitación a pensar las dificultades cotidianas que «tuvimos, tenemos y tendremos alguna vez», para lograr «un poco más de paz mental», bajo una mirada aggiornada, que interpreta que el tiempo se diluye y es necesario actuar (rápido).
«Me gusta preguntarle a la gente sobre su currículum de batallas ganadas. Todos tenemos logros en nuestra historia personal y hemos vencido a un Goliat. Lo interesante es ver cómo lo hicieron, ya que algunos principios que sirvieron en el pasado pueden seguir siendo útiles en el presente e inspirar a otros a seguir adelante», plantea a este portal el psicólogo al inaugurar la entrevista.
«Hacia atrás están las pérdidas y hacia adelante, las oportunidades »
Lejos de un estilo académico que, por momentos puede volverse aburrido o si se quiere monótono, el autor de Nudos Mentales (Vergara) propone reemplazar aquellas ideas que no dejan avanzar por otras que resultan liberadoras, y lo hace desde un costado práctico, con consejos y ejemplos basados en la realidad común de sus pacientes y lo que suelen traer al consultorio.
«Los miedos, el aburrimiento, el duelo, la perfección, la rigidez, la falta de compromiso afectivo, y la culpa, entre otros 30 pensamientos, ocupan con mayor o menor fuerza un lugar en la mente, las 24 horas, y determinan la calidad de vida que llevamos. No podemos ir más lejos, pero sí mirar hacia adentro, ver qué sucede y qué podemos hacer para cambiar», asegura el autor de Gente Tóxica. En simultáneo, aclara que sabe que su propuesta «no le va a cambiar la vida a nadie» ni es análoga a «una varita mágica», aunque sí será un «un disparador, que llamará a la reflexión» y, eventualmente, a un cambio de la propia conducta. «Todos los recursos están en nosotros», recuerda, entusiasmado.
– Supongo que, más allá de las historias personales, habrá barreras asociadas a cada edad y a cada etapa de la vida. ¿Cuáles se manifiestan con más énfasis?
– Un nudo mental en un adolescente, que se siente omnipotente y vive en la inmediatez del ahora porque no ha construido un puente entre su presente y su futuro, hace que la opinión de sus pares ejerza una gran presión, a diferencia de un adulto, que tiene 50 años y está armando una nueva pareja y/o cambiando de vocación. Es necesario saber que en el área donde estamos estancados o angustiados hay un nudo, una idea, una creencia, que no nos permite avanzar. Hacia atrás están las pérdidas y hacia adelante, las oportunidades. Es fundamental descubrir cuál es ese «nudo mental», pero mucho más es qué podemos hacer para resolverlo. En psicología decimos que lo mínimo es lo máximo. Muchas veces un pequeño cambio puede generar una catarata de cambios que traen como resultado un círculo virtuoso. El que enseña vuelve a aprender. Si hacemos algo que funciona, hagámoslo más y más y, si no funciona, necesitamos hacer algo diferente. Lo importante no es lo que pasó, sino qué vamos a hacer con eso.
«Lo importante no es lo que pasó, sino qué es lo que vamos a hacer con eso »
– ¿A qué apunta el proceso de desanudarnos? ¿Cómo evitamos volver a incurrir en esa idea recurrente que nos mantiene paralizados?
– En primer lugar, a tener introspección. Hay ciertos tipos de personalidad, como el narcisista, el histriónico o el que tiene rasgos psicopáticos, que son más superficiales y no generan introspección. Ellos siempre atribuyen los problemas a los demás y los colocan afuera, porque no pueden mirar hacia adentro. Cuando desarrollamos la capacidad de auto-observación sana logramos ver qué ocurre y por qué. Nudos Mentales es una invitación a mirar hacia adentro: propongo cambiar y hacerlo por uno mismo, porque esa es la mejor manera de no volver a incurrir en lo mismo y poder mejorar. En segundo lugar, a pensar en qué otras circunstancias de nuestra vida pasamos por una situación similar y la resolvimos. Al poner el foco en nuestras fortalezas y ver qué fue lo que hicimos cuando nos fue bien, podemos tener las llaves que usaremos en el presente.
– ¿Cuál podría ser una situación común a todos en la que se aplique la técnica?
– Cuando una pareja discute, muchas veces, les preguntó qué días no lo hacen. Se sorprenden y responden: « Bueni, en tal momento, no dicutimos» ¿Y qué es lo que hacen para no discutir? Se quedan pensando y dicen: «Nada». Entonces, les hago reconocer que algo hacen para llevarse bien. Podemos identificar una situación útil en los momentos en los que estamos bien para traspolarla a los que estamos mal. Obviamente, modificar la conducta no es tan sencillo. Todo el mundo sabe que fumar es malo. Sin embargo, hay mucha gente que no deja de fumar. La razón es que en la mayoría de los casos el cambio es emocional.
«Con la capacidad de auto-observación sana, logramos ver qué ocurre y por qué »
– Pese a que apunta al racionalismo, el libro tiene un costado pragmático bien marcado…
– Uno de los comentarios que me suele hacer la gente que lee mis libros es que se caracterizan por su sencillez. En una oportunidad un mago me contó que, cuando quieren esconder algo, lo dejan a la vista de todos, porque «lo obvio se vuelve invisible». La frase me impactó. Al escribir, no intento descubrir la pólvora ni elaborar un texto académico. Intento brindar ideas que, a veces, se nos vuelven invisibles. Es poder pensar qué nos pasa.
– Imagino que no todos los nudos se superan de la misma forma. ¿Cuánto incide en el proceso de «desanudarnos» la herencia familiar?
– Todos recibimos una serie de cartas que «nos vinieron por herencia». La forma en que las mezclamos y las barajamos depende de la libertad que tengamos. Yo no elijo mis batallas, pero puedo elegir mis reacciones. El genial Víctor Frankl nos enseñó que la libertad interior es la capacidad de poder elegir nuestra actitud. Hay problemas complejos que tienen soluciones sencillas y para hallarlas necesitamos activar el deseo de seguir creciendo. Todos los recursos están dentro de nosotros. Nadie nos puede decir cómo vivir o qué hacer, pero todos podemos mirar hacia el FMI (Fondo Monetario Interno), esa caja de recursos de la que disponemos y hemos utilizado en más de una oportunidad. Podemos desanudarnos y avanzar, pues la vida se trata de eso: crecer hasta el último momento.
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