Las pruebas reunidas hasta el momento no le permitieron al juez de Instrucción Penal Nº 2, Leandro Estrada, probar sus sospechas de que Cristina del Carmen Paredes se tomó el trabajo de buscar y pagarle a Alberto Martínez Quiroga para que matara a Pedro Omar Fridel, el empleado que le cuidaba la casaquinta que tiene en las afueras de Villa Mercedes, San Luis.Pero sí bastaron para que el martes último resolviera el procesamiento y la prisión preventiva de ambos por el asesinato del hombre de 58 años. La parapsicóloga y el carnicero de José C. Paz están acusados de ser coautores de homicidio simple, informó el magistrado a colegas de El Diario de la República.
Es decir, los dos colaboraron para matarlo. No necesariamente significa que ambos, por ejemplo, lo hayan ahorcado, pero sí hicieron aportes que conllevaron al crimen, explicó. Aunque los elementos recabados no fueron suficientes para probar, en esta instancia de instrucción, que existió un ‘homicidio por precio o promesa remuneratoria’, el juez comentó que profundizará la investigación, puesto que pueden surgir en adelante otras pruebas que denoten circunstancias más agravantes. Estrada resolvió el procesamiento pasadas las 14. La autopsia, realizada por la forense Alba Pereira, reveló que “El Ruso” murió por asfixia. Su cuerpo no tenía heridas de bala ni de arma blanca. Tenía improntas de golpes en la cara, en los labios y marcas de defensa en los brazos, precisó una fuente. Lo que hace suponer al juez de que al pampeano lo atacaron a trompadas.
Cómplices
Fueron varios los elementos que endurecieron, desde un principio y en una primera instancia, las sospechas sobre la mujer de 62 años. Varios testigos y pruebas dejaron en claro que la relación entre la parapsicóloga y el hombre que desde hacía seis años le cuidaba la casaquinta estaba rota. Fridel había llegado de su natal Colonia Barón para trabajar como sereno en esa vivienda del kilómetro 751 de la ruta 55. Por esa tarea el pampeano no tenía un sueldo, pero la mujer acordó con él un comodato. Ella le permitía vivir en esa casa con la condición de devolverla cuando dicho contrato expirara.
El problema nació cuando ese contrato llegó a su fin y Paredes no quiso renovárselo. Ella lo denunció en varias oportunidades para que se fuera de su domicilio, hasta lo acusó de haberla amenazado con un cuchillo. “El Ruso”, en realidad, no tenía inconveniente en marcharse de la propiedad, mas no iba a hacerlo hasta que ella le devolviera la plata que le había prestado todos esos años, detalló el informante. Él había cobrado parte de un dinero de un juicio que les había iniciado a sus antiguos patrones. Parte del efectivo lo usó para comprarse un caballo de carrera y el resto se lo prestó a la imputada.
A eso se le sumó los aparatos de aire acondicionado que había comprado e instalado en la vivienda. La deuda rondaba los 48 mil pesos, y la víctima dejó constancia de ello en varias anotaciones. Ése pudo ser el motivo, presumen los investigadores, que llevó a Paredes a ponerse en contacto con Quiroga. El hombre de 41 años es un pariente lejano, que vivía en José C. Paz, lo suficientemente falto de escrúpulos como para matar a alguien, porque hacía doce años que estaba prófugo de la Justicia por asesinar a un menor de un balazo en la localidad bonaerense de San Miguel.
El 9 de octubre, diez días antes de que desapareciera “El Ruso”, la mujer compró un pasaje para Quiroga, pero no lo sacó a nombre de él, sino de Héctor Aguirre, la persona por la que se hacía pasar el acusado para evadir la Justicia. ‘Tampoco sacó el pasaje para que abordara el micro en José C. Paz, sino para que lo hiciera en Talar de Pacheco‘, para despistar, dijo la fuente. Otro de los elementos que la complicó fue el hecho de que el día que denunció la desaparición y fue llevada a la comisaría, a las 4 de la mañana, llamó a Quiroga. Los investigadores sospechan que lo hizo porque el hombre aún estaba en la quinta, escondido.
Finalmente, la tarde de la desaparición fue vista por dos alambradores que casualmente pasaron por el frente de la casaquinta, quemando en el asador cosas. Objetos que, luego, tres pericias determinaron que eran ropa, un bolso, cuadernos y los anteojos de Fridel.
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