Prevé un sistema de becas para los que sigan la carrera docente. Cada estudiante recibiría un monto no inferior a la mitad del sueldo de un maestro. Y además deberán rendir un examen de nivel antes de recibirse.
Alguna vez fue “mi hijo el doctor”, hoy es “mi hijo el ingeniero”, ¿será mañana “mi hijo el maestro”? Hay consenso en torno a la idea de que jerarquizar la profesión docente es un requisito crucial para mejorar la calidad educativa. Jerarquizar significa muchas cosas: desde aumentar los sueldos, hasta fortalecer la formación de los educadores. Implica también captar a los mejores para esta tarea, tal vez la más delicada para el futuro del país.
Atraer al aula a los mejores candidatos –y retener a los estudiantes destacados de los profesorados– es uno de los objetivos centrales del proyecto de Ley de Formación Docente que debatirá próximamente la Comisión de Educación del Senado, elaborado con el Instituto Nacional de Formación Docente (INFD) y el Ministerio de Educación. Allí se propone crear un sistema de becas para incentivar a los mejores promedios de la secundaria a elegir la carrera docente. El proyecto apunta a “promover la opción por la docencia”, en particular de “estudiantes con desempeño académico destacado y vocación”. Para eso, propone crear una beca “de un monto no inferior a la mitad del salario inicial docente”.
“Los estudios internacionales revelan que la atracción y retención de los mejores candidatos en la profesión requiere un trabajo sobre el status de la docencia”, plantean Cecilia Veleda y Florencia Mezzadra, investigadoras de CIPPEC y autoras del libro Apostar a la docencia. En Argentina, con maestros desprestigiados y hasta agredidos por los padres de sus alumnos, parece haber un largo camino por delante para recuperar el prestigio de la profesión.
Si bien en estos diez años se sumaron 235 mil docentes al sistema educativo, en algunas jurisdicciones aún faltan maestros. El proyecto establece que sea el Consejo Federal de Educación el encargado de asignar las becas, en función de las provincias y las áreas con mayores necesidades. “Jerarquizar la profesión docente y garantizar una formación de excelencia son los grandes desafíos pendientes en educación. La calidad del aprendizaje depende de la calidad de la enseñanza”, explicó a Clarín el senador chaqueño Eduardo Aguilar (FPV), autor del proyecto.
Desde 2009, la duración de los profesorados de primaria, inicial, educación física y especial se extendió de 3 a 4 años. Aunque las carreras ahora son más largas, aumentó un 29% la cantidad de inscriptos. La creación del INFD en 2007 buscó coordinar las políticas de formación a nivel nacional: un desafío enorme, si se tiene en cuenta que hay 1243 institutos de formación en todo el país, y que en los últimos 15 años la cifra creció 40%. Pese a los avances, los expertos coinciden en que los profesorados aún tienen un déficit importante de calidad.
En su libro, Veleda y Mezzadra cuestionan la excesiva fragmentación del sistema de formación docente y sugieren concentrar la oferta en los que tengan mejores resultados y condiciones: “La gran cantidad de instituciones es un problema de compleja resolución, que dificulta el gobierno del sistema formador y la generación de estándares de calidad comunes”.
Otra de las propuestas centrales que se debatirá en el Senado es la creación de un examen integrador en el último año de los profesorados. “La idea es que sea una evaluación censal y que se incorpore al promedio de los estudiantes”, añade Aguilar, y subraya que el proyecto también prevé “la creación del Fondo Nacional para la Formación Docente, que asegurará los recursos (un 0,2% de los ingresos públicos) para este proceso de fortalecimiento de la profesión”.
Desde CIPPEC destacan la necesidad de crear una nueva carrera docente con diversas especializaciones que ayuden a fortalecer la profesión, como la especialización en alfabetización inicial. “Esto permitirá prestigiar la profesión, motivar y reconocer la formación continua y, en definitiva, mejorar los procesos de enseñanza a nivel sistémico”, señala Mezzadra.
En ese sentido, la aprobación de la ley implicaría avanzar en la consolidación de una política nacional de formación docente. El investigador Axel Rivas agrega: “Hay lugares del país donde faltan y otros donde sobran maestros. Es clave planificar bien la cantidad de docentes que hay que formar según materias y lugares del país, como parte de un proceso de creación de un sistema formador federal”. Para que ese proceso sea sostenido, en CIPPEC se animan a sugerir el diseño de un plan educativo nacional a 10 años, consensuado por las principales fuerzas políticas. Habrá que ver si, al menos en este caso, la promesa de un futuro mejor logra imponerse sobre la mezquindad habitual de los dirigentes.
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