Hija de hacheros, tuvo que dejar de estudiar para trabajar en casas de familia cuando tenía
apenas 12 años. A los 52, aprendió a leer y egresó de la escuela primaria. Ante más de 8.000 personas, la presidenta de la Nación le entregó el diploma.
Mientras Cristina Fernández de Kirchner bajaba del avión presidencial y saludaba a los pampeanos que la recibían en el aeropuerto de Santa Rosa, Norma Ester Cabral, una telenense de 52 años, la esperaba ansiosa en el Club Estudiantes. Sentada detrás del escenario, con varios efectivos de seguridad rodeándola, la mujer se preguntaba cuánto faltaría para que llegue. Miró su reloj y suspiró. Sintió nervios. El salón estaba repleto, la gente cantaba y el piso parecía moverse. Pensó en que nunca había estado en un lugar así. Pensó en el día anterior, en la ceremonia donde le entregaron el diploma por haber terminado la primaria y por haber sido una de las cuatro egresadas del Plan Fines del ciclo lectivo 2014 en Telén y la número 100 en la Pampa. En ese acto le habían dicho que «quizás», que «era muy posible», que la mismísima presidenta de la Nación le entregue al día siguiente otro pergamino. Norma pensó que no era cierto lo que le decían ¿Por qué a ella?
La espera entre bambalinas terminó cuando el reloj marcó las 12.50. Un portón de chapa se abrió y en menos de un segundo apareció una combi blanca cargada de hombres trajeados y una mujer. Los aplausos se escucharon cuando el locutor del acto dijo: «Ya está con nosotros la presidenta de los 40 millones de argentinos».
Hija del monte.
Norma es hija de hacheros. Se crió en medio del monte, al oeste de la provincia junto a sus cinco hermanos. La casa donde vivía -dice- era un ranchito, una choza, una especie de carpa con techo de paja. Cuando tenía 12 años le dieron dos posibilidades para irse a vivir a Telén, el pueblo más cercano: estudiaba o trabajaba. Terminó siendo empleada doméstica en una casa de familia con cama adentro. Con los años se casó con Florencio, tuvo hijos y crió unos cuantos ajenos. La mayoría de los criados por ella suele llamarla «mamá».
«En mi familia somos cuatro mujeres y dos varones, pero solo tres sabemos leer. Yo terminé el primario porque mis hijos me insistieron mucho. Antes no sabía nada, no sabía explicarme. Mi hija se está por recibir de maestra y eso me alegra mucho. Yo pasé toda mi vida fregando pisos y de niñera y siempre me propuse que mis chicos tengan una vida distinta a la mía», dice Norma.
Abrazo.
A las 13.32, la presidenta ya pasó por tres videoconferencias y ahora -dice el locutor- les llega el turno a los dos egresados del Plan Fines. El primero es Carlos, un albañil que terminó el colegio secundario. Después de recibir el diploma, la cara de Carlos aparece por las pantallas gigantes desbordada por el desconcierto. No sabe qué hacer. Está duro, tieso, serio ¿Qué debe responderle a esa gente que lo aplaude como a una estrella de rock?
Cuando aparece la telenense, emponchada con su campera gris, el locutor le pone color a la historia: dice que Norma es hija del monte, que su padre era un hachero y que no pudo terminar los estudios porque tuvo que trabajar. Después la presidenta abraza a Norma, le dice algo al oído y vuelve a abrazarla. Detrás de las mujeres, los ministros de ponen de pie y la gente, que está de pie hace tres horas y media, festeja que la mujer haya aprendido a leer, festejan de la misma forma que se festeja una definición por penales en la Copa América.
-¿Qué te dijo Cristina cuando te entregó el diploma?
-Me dijo «quedáte tranquila, no llorés. Esto es un bien para vos». Y después me prometió que iban a mandar más materiales de estudio a Telén.
-¿Qué sentiste cuando la gente te aplaudió tanto?
-Mucha emoción. Nunca pensé que iba a encontrarme con la presidenta del país, nunca tuve una cosa tan importante.
-¿La votaste alguna vez?
-No, yo no creo en la política. Nunca fui de nadie. Casi siempre voté en blanco.
-¿Vas a hacer el secundario?
-Por ahora no. Quiero que mi hija se reciba de maestra y para eso tengo que ayudarla, tengo que trabajar. Además no hay Plan Fines Secundario en Telén. Hay en Carro Quemado, y el problema es que no hay colectivo para ir. En Telén hay mucha gente que no sabe leer, y que tampoco sabe que existe el Plan Fines. A muchos les da vergüenza que se sepa que no saben leer.
Maestra.
Camila Díaz es la maestra de Norma, y con sus 29 años bien podría ser su hija. Camila nunca fue a un acto peronista porque ella es más bien todo lo contrario, de familia radical. Cuando los militantes de La Cámpora Telén la vieron en el Club Estudiantes, no entendían muy bien qué hacía ella ahí. «La verdad es que no creímos que era verdad ¿por qué iban a fijarse en nosotros que somos de un pueblo tan chiquito? A mí no me dejaron pasar con ella, por el tema de la seguridad, tuve que quedarme detrás de la valla», relató Díaz.
-¿Cómo es Norma como alumna?
-Es muy buena, solidaria. Me hubiese gustado que fuese la niñera de mis hijos.
Camila y Norma llegaron a Santa Rosa el miércoles a la tarde. Los responsables de la Subsecretaría de Educación les habían asegurado pasajes y una habitación en el Hotel San Martín para que recibieran el diploma en una ceremonia provincial. Finalmente las ceremonias fueron dos, con más de 8.000 personas y presidenta incluída.
Al finalizar el acto en Estudiantes, maestra y alumna fueron a comer hamburguesas a un tradicional café frente a la Plaza San Martín. En el camino la gente las saludaba y felicitaba a Norma por el diploma, por el esfuerzo, por el abrazo con Cristina. El avión presidencial despegó con toda la comitiva a las tres de la tarde. Abajo, detrás de un alambrado olímpico, quedaron varias familias diciéndole chau con la mano al pájaro de acero que retornaba a Cristina a Buenos Aires. Cuatro horas después, con sus bolsitos a cuestas y un par de pergaminos, Norma y Camila se tomaron el ómnibus que las llevó de regreso a Telén.
Fuente: LaArena.com.ar
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