El fallo donde se conoció la grave falta fue el que terminó con la condena de Fernando Muñoz, el chofer del Transporte Escolar de Agustoni, quien recibió una pena de 8 años de prisión efectiva por abusar en reiteradas oportunidades de una nena que llevaba a la escuela.
El yerro surgió en un procedimiento donde se ubica en una sala especial a las víctimas o testigos menores de edad, solamente acompañados por un psicólogo que se encarga de recoger el testimonio. Detrás de paredes espejadas están las partes presenciando la Cámara Gesell, a fin de controlar lo que en ella ocurre.
El abogado defensor, el doctor Armando Agüero, pidió la nulidad de la segunda entrevista que debió realizarle la psicóloga Mercedes del Pozo a la damnificada. El juez de audiencia consideró a ambos procedimientos pruebas distintas e independientes, por lo que aceptó a las dos y además se valió de ellas como prueba fundamental a la hora de condenar al abusador.
El magistrado dejó constancia en su argumentación que “fueron los padres de la niña quienes le advirtieron –a la psicóloga- que la menor no había dicho ‘todo’ lo que le había pasado en la entrevista de Cámara Gesell por vergüenza. Fue la misma niña la que dijo que al encontrarse en la sala de la entrevista sintió que había hombres que hablaban y se reían, lo que le provocó temor y vergüenza”.
“Luego, en un ámbito de mayor intimidad, habiendo establecido vínculos de empatía y confianza, pudo contar -el mismo hecho que ya había relatado- con mayor abundamiento en conductas y detalles”, agregó el juez.
Ante esta situación, el doctor Pellegrino estimó “necesario reparar en los motivos que llevaron a la menor a no realizar las manifestaciones en la oportunidad de la entrevista en Cámara Gesell”.
Admitió que “la situación puesta en evidencia por ella, en relación a que se inhibió de contar toda su verdad, por escuchar conversaciones y risas de hombres, lo que le dio vergüenza, no debió producirse, pero de hecho, es habitual que suceda, sobre todo cuando los operadores judiciales, en virtud del acostumbramiento a la actividad que desarrollamos y a la excesiva desformalización que le imponemos a nuestra labor, perdemos el sentido de los actos y la significancia que los mismos tienen para los extraños a los pasillos judiciales, a quienes el solo hecho de tener que concurrir, ya hace activar sus nervios”.
Por ello, consideró “oportuno poner en conocimiento de lo ocurrido a la Oficina Judicial, a efectos de evitar la repetición en el tiempo de este tipo de situaciones”.
Fuente: InfoPico.com
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