La licenciada Liliana Barg, reconocida profesional del trabajo social se reunió con sus pares de La Pampa, donde ofreció una charla que organizó e Consejo Profesional de Asistentes Sociales de La Pampa. En ese marco, y en diálogo con La Reforma, aseguró que “a pesar de las crisis, las fracturas y las dificultadas, la gente sigue apostando a la familia”
Además, se refirió a las cuestiones de violencia de género y a la necesidad o no de construir refugios para las víctimas. “ Es un problema muy serio y difícil de resolver. Quien ejerce violencia de género, no ejerce violencia sobre cualquier mujer; con esto quiero decir que la posición de víctima de una mujer que está siendo golpeada tiene que ser cambiada, pero esa posición no se cambia de un día para el otro”, manifestó.
“Es un placer y un honor que el Consejo de Profesionales me haya convocado para venir a General Pico, en este caso para tratar un tema que es difícil y que atraviesa todas las prácticas profesionales, y es cómo abordar las complejas situaciones que sufren hoy las familias. Para eso hay un nuevo marco legal, de los últimos 10 o 15 años, que tiene que ser estudiado, comprendido y llevado a la práctica”, explicó Liliana Barg.
Acotó que “estamos intercambiando, con los colegas de las distintas áreas e instituciones, lo que es absolutamente necesario, porque no tenemos la receta de cómo trabajar con una situación sufriente de una familia. tenemos que analizar su singularidad, su problemática actual, quiénes son las personas que los rodean, y para eso hay que cambiar los paradigmas, porque antes pensábamos que la familia tenía que ser de una determinada manera, en función de nuestro propio esquema y marco familiar, pero hoy tenemos que entender y acompañar, que hay distintas formas de vivir en familia. De eso se trata, poder liberarnos de prejuicios, de preconceptos, de ver cuáles son las omisiones del Estado, qué podemos hacer para reparar algunos derechos que han sido vulnerados o amenazados, cuál es nuestra intervención en las distintas áreas, municipal, de salud, de Justicia, o niñez. El protagonismo que tiene que asumir el profesional de trabajo social, hoy no se hace sin espacio de reflexión, no se hace en la soledad de una institución, no se hace sin compartir con otro una mirada diferente”.
Liliana Barg agradeció “a los colegas de La Pampa, porque uno también aprende de estas actividades, ya que no venimos con un saber y lo sabemos todo, al contrario, entiendo que los espacios de encuentro son muy necesarios para mejorar nuestras prácticas profesionales, que de eso se trata”.
¿La familia está desmembrada o simplemente no responde a los conceptos de familia tradicional que la mayoría de la sociedad ha adquirido?
Yo creo que lo que hay, en principio, es un temor en la sociedad a cambiar las leyes, por eso la gente tiene miedo y se plantea, por ejemplo, lo del matrimonio igualitario, y cómo es que una pareja con dos personas del mismo sexo puede adoptar chicos…, como puede ser que tenga derechos una pareja que no está casada, en fin.
Yo diría que sería trágico que la comunidad no quiera vivir junto con otro, independientemente del sexo que tenga, que la comunidad no quiera tener hijos, pero en nuestro Código Civil hay todo un capítulo en cuanto a la fertilización asistida…, es decir que la gente sigue apostando a la familia, más allá de las crisis, de las fracturas, las dificultades, que hay familias diversas…, perfecto, pero la familia no ha desaparecido.
Tenemos que entender a la familia desde otro lugar, ya no como papá, mamá y los hijitos, como fue la familia nuclear que apareció tras la revolución industrial, porque ese modelo también tuvo un efecto, pero hay familias extensas donde conviven distintas generaciones, donde hay un papá y una mamá con chicos que no son de la misma pareja, que conviven con hermanos de la nueva unión y hasta con hijos de abuelos que se han casado por segunda vez…, pero están apostando al amor.
No me pueden decir que no existe la familia, se sigue apostando al amor a pesar de las dificultades que tenemos. Seguís creyendo en los núcleos.
¿Como juegan los límites en este nuevo escenario familiar?
Las leyes marcan un montón de derechos, pero también de deberes. No existe un derecho si no hay un límite, porque el límite también es amor.
Muchas veces vemos que los adultos se han adolescentizado, diría, por lo tanto aparece la corriente de ser amigos de los hijos, pero tiene que haber una brecha generacional. Uno puede comprender a sus hijos, pero no dejar de lado su rol y su responsabilidad parental, porque el adulto tiene esa responsabilidad frente a un niño, por lo tanto, el límite tiene que ver con el amor, porque si uno no quisiera al chico, no le importaría que éste haga lo que quiera. No puede ser que un niño de seis años le diga al padre, o a quien esté a cargo, qué es lo que hay que hacer.
¿Y en cuanto a la violencia?
Es un problema muy serio y difícil de resolver. Quien ejerce violencia de género, no ejerce violencia sobre cualquier mujer; con esto quiero decir que la posición de víctima de una mujer que está siendo golpeada tiene que ser cambiada, pero esa posición no se cambia de un día para el otro. No es que porque hizo la denuncia en el Juzgado, esa mujer puede separarse de ese hombre violento, sino que necesita de un acompañamiento y un tratamiento, porque de una situación de violencia no se sale de un día para el otro.
>¿El Estado está a la altura de las circunstancias en este aspecto?
>Respecto a esto creo que hay muchos avances en cuanto a lo legislativo, seguramente falta, pero lo más importante es cómo vamos a trabajar con aquellas mujeres que padecen este flagelo. De nada sirve que nos llenemos de hogares de contención, porque la situación se va a repetir.
Es necesario un abordaje integral, no alcanza con una ley, que la hay, pero esperemos que se tome conciencia que es necesario avanzar en programas para el cuidado de las víctimas, pero lo más importante es que todos entendamos que es un proceso muy largo que requiere de profesionales preparados y, sobre todo, no juzgar a la mujer que no puede salir de la situación de violencia, sino acompañarla para que pueda cambiar de posición y que nunca más tenga una pareja violenta al lado.
>Mucho se debate en Pico sobre la necesidad de construir un refugio, ¿qué piensa usted sobre este tema?
El refugio sirve para sacar a alguien de una casa, donde está el violento, pero ¿están los mecanismos para evitar que el maltratador llegue a este refugio?. ¿Es suficiente que la mujer cambie de identidad, salga de su núcleo social…, porque para eso está en un refugio, está aislada porque si no el victimario la va a ir a buscar y la va a matar. Entonces, transitoriamente esa puede ser una respuesta, para los momentos de emergencia, pero no podemos dejarla allí para siempre.
¿Qué hacemos con el hombre?, es acá donde la Justicia juega un rol importante. ¿Lo metemos preso?, ¿quién trabaja con el victimario para ver si es un perverso, que no se va a curar, o es alguien que está atravesando una situación particular, por consumo problemático o ha tenido una historia de violencia? Este es un tema muy complejo, no alcanza con hacer un refugio, sino que hay que prevenir.
La Reforma
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