La presidenta Cristina Fernandez de Kirchner utilizó para cerrar su último discurso ante la Asamblea Legislativa una frase con la que ensayó un balance de su gestión y a través de la cual dejó abierto un desafío para quienes aspiran a sucederla: «Yo no dejo un país cómodo para los dirigentes, dejo un país cómodo para la gente. Va a ser muy incómodo si piensan recortar derechos».
La mandataria arribó a esa reflexión tras un mensaje de 3 horas y 40 minutos con el que dejó inaugurado el 133 período de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, en el que repasó los alcances de su gestión al frente del Gobierno y elaboró una radiografía del modelo de país que dejará cuando ceda la Presidencia el próximo 10 de diciembre.
Al referirse a «los que quieren cambiar», la mandataria pidió que quienes aspiran a ocupar el sillón presidencial evidencien qué piensan hacer con políticas impulsadas por su gobierno como la recuperación por parte del Estado de empresas como Aerolíneas Argentinas e YPF o, en otro ámbito, la sistematización de las negociaciones paritarias, todos temas abordados.
La Presidenta había comenzado su discurso pasadas las 12.20 con la mención de un mensaje que había publicado un periodista del Financial Times en la red social Twitter que decía, en inglés: «Lo lograron finalmente, lo lograron. Los bonos reestructurados de Argentina al 2033 cotizan sobre la par».
«Los bonos reestructurados cotizan por sobre su valor nominal», tradujo la jefa de Estado que luego felicitó al equipo económico comandado por el ministro Axel Kicillof. La referencia le permitió abrir el discurso por el cual daría cuanta del «estado de la nación» a través de la cartera Económica.
En sus primeras afirmaciones, la mandataria se refirió a un documento internacional que sostiene que «la Argentina es el único país que ha descendido su deuda externa en forma negativa en el mundo», tras lo cual remató: «Hemos desendeudado definitivamente a la República Argentina».
Más de media hora le insumió a la Jefa de Estado el repaso de la agenda económica y en ese tiempo tuvo espacio suficiente para afirmaciones de alto calibre como aquella en la que aseguró que «ya nunca más un gobierno tendrá que tomar deuda para pagar deuda».
En ese pasaje del discurso destacó que Argentina había logrado sortear la crisis económica y financiera mundial y que, gracias a lo que definió como «el modelo», este país recibió felicitaciones de distintos organismos internacionales por el desarrollo de políticas con el foco puesto en la inclusión social y por lograr el sostenimiento, cuando no el crecimiento, de los niveles de empleo.
Ayudada por un block de hojas llenas de datos aportados por los distintos ministros, continuó el repaso de su gestión a través de la cartera laboral, y destacó la creación de 6 millones de puestos de trabajo, felicitó a todos los legisladores nacionales por haber sido participes necesarios de la sanción de 48 leyes laborales y puso en relieve lo que consideró uno de los grandes logros del kirchnerismo: los 12 años consecutivos de negociaciones paritarias libres.
Otra de las políticas publicas sobre la que puso el foco la mandataria fue la recuperación por parte del Estado del sistema previsional. Sostuvo que el Banco Mundial remarcó que la política de empleo impulsada por el gobierno luego del fin de las AFJP permitieron a la Argentina ser una excepción a nivel mundial capaz de sostener su nivel de empleo entre 2011 y 2013.
Industria, Educación, Cultura y Salud, fueron los temas que siguieron en el discurso de la mandataria en el que destacó planes como el «Ahora 12», que permiten comprar en cuotas, o el Plan Nacer y el Plan Sumar, que tienden a universalizar la cobertura médica.
Párrafo a aparte le dedicó al calendario de vacunación que incluye 19 vacunas gratuitas. «Soy la Presidenta con el calendario de vacunación más grande de la historia de la República Argentina», dijo.
El tramo siguiente se lo dedicó a Planificación Federal, Desarrollo Social, Agricultura, Transporte y volvió a detener la marcha cuando arribó a Justicia y Derechos Humanos. Eran las 15.15 cuando detectó los carteles que algunos diputados opositores habían puesto delante de sus butacas con las consigna «AMIA, apertura de archivos».
«Hablo de la AMIA desde 1994, no necesito carteles para hablar. Han pasado 21 años y no tenemos ningún condenado. Yo puedo ir al frente con carteles de la AMIA. Hay un presidente de la DAIA, Ruben Beraja, que está procesado (por encubrir)», enfatizó la mandataria. Dentro del recinto, los legisladores del Frente para la Victoria la aplaudieron. En la calle, los militantes comenzaron a cantar.
La Presidenta opinó que no se puede hablar de los atentados contra la Embajada de Israel y contra la AMIA sin analizar los contextos locales e internacionales en los que ocurrieron, reclamó que se sepa en qué estado está la investigación del atentado contra la embajada que lleva adelante la Corte Suprema y se refirió a la denuncia en su contra por el presunto delito de encubrimiento que presentó el fallecido fiscal Alberto Nisman.
Lamentó la muerte del hombre que conducía la fiscalía especial que investiga el atentado contra la AMIA, defendió el Memorándum de Entendimiento con Irán como herramienta para tomar declaración a los acusados y exigió a los a todos los actores políticos «que no utilicen la causa AMIA». «Pidan justicia en serio, lo que ha pasado es bochornoso», se quejó.
Cuando pudo retomar el repaso de la gestión de la cartera de Justicia y Derechos Humanos, la mandataria lamentó que la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual fuera «frenada por un sector del poder judicial que se ha convertido en un partido».
Allí la mandataria se refirió a la presunta independencia de la justicia del Poder Judicial respecto de la política y de algunos sectores del poder económico pero lamentó que «el Partido Judicial» se haya «independizado de la Constitución». Una buena parte del plenario la aplaudió.
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