Alberto Adrián Hurwitz tiene 33 años, es piquense, y desde 2009 vive en Ofakim, una localidad de casi 28 mil habitantes, cerca de la Franja de Gaza. Ahora, luego de la experiencia, pretenden retornar para instalar en General Pico un hogar para niños y niñas en riesgo.
Nació en General Pico, en el año 1982, cursó primaria en esta ciudad y secundaria en Mar del Plata, primera “parada” de un recorrido que lo llevó muy lejos de su pueblo natal, y de Argentina. Alberto Adrián Hurwitz, que de él se trata la historia, formó familia con una coterránea y retornó a la ciudad turística, en busca de nuevos horizontes. Mar del Plata no fue la “Feliz” que todos conocen para este piquense, porque dentro de esa sociedad halló sinsabores provenientes del antisemitismo que aún persiste en varios rincones. “En el año 1999 me pintaron leyendas frente de mi casa, sólo por el hecho de mi origen judío. Mi padre nació en Santa Fe y en Pico fue el dueño de la histórica confitería Munich, mi abuelo también era judío. La policía de Mar del Plata, luego de las pintadas, recomendó a la familia irse del país, por lo que primero mi padre y luego yo fuimos a parar a Palmas de Mallorca. Yo tenía mi primera hija y, en Málaga, nacen dos más. Hoy tengo 4, porque el más chico nació en Israel, donde vivo en la actualidad”, contó.
¿España fue el punto intermedio del viaje que terminó en Israel?
En España sufrí el acoso y discriminación por ser sudamericano, como les pasa a muchos, eso sumado a una estafa que sufrió mi esposa con un español decidimos mudarnos a Israel. Pude “subir” allí por mi origen judío, luego de comentar mi caso en la sinagoga de Mar del Plata. Llegar a Israel en 2009 resultó muy chocante, el idioma, la cultura, el clima y la escritura fueron complicados para nosotros, al segundo día nos queríamos volver, pero fuimos resistiendo y al final nos adaptamos.
Vos, tu esposa y tres hijos, ¿cómo fue hallar el lugar para establecerse y un trabajo para sobrevivir?
Muy difícil, comenzar fue mucho más complejo que hacerlo en España, pero una de las cosas que nos alentó siempre fue recordar que mi abuelo se tuvo que escapar de la guerra en Israel. El llegó a la Argentina con los mismos miedos que tenía yo, y rápidamente analicé: ¿si lo pudo hacer él, por qué no yo?
Historias a montones entonces, en cosas tan sencillas como pedir comida no?
Es así, pero la gente tiene mucha apertura y ayuda al que viene de afuera, especialmente si sabe el origen. Apenas llegamos nos dieron una canasta básica que incluía té, leche chocolatada para los niños, y la traducción para pedir en el mercado.
Insertarse social y laboralmente también habrá sido duro no?
Totalmente, en principio vivimos en una especie de comunidad donde se recibe a toda la gente que retorna a Israel por su descendencia judía. Son pequeños departamentos, uno al lado de otro, se le llama el “Titanic” por su extensión, tiene como 200 metros de largo. Esa fue nuestra primera parada, luego pudimos alquilar nuestro propio departamento en Ofakim, un pueblo de casi 28 mil habitantes muy cerca de la Franja de Gaza. En el tema trabajo hice de todo: fui albañil, acompañante de camionero y barrendero, hasta que me involucré en una ONG protectora de animales, donde continúo trabajando.
¿Valió la pena la experiencia, la idea es continuar allá?
Totalmente valedera la experiencia, pero hoy estamos convencidos de que podemos volver a la Argentina, a La Pampa, y a General Pico para encarar un proyecto que me viene dando vueltas desde hace tiempo: queremos fundar la Asociación Civil Neve Shalom, un lugar
de contención para niños y niñas en situación de riesgo. Yo dejaría todo lo que tengo allá, que es mucho desde lo económico hasta lo familiar porque tengo mi hija transitando una alta instrucción, para venir a Pico a concretar esa obra.
¿Y ya dieron el primer paso para lograrlo?
Estamos en plenos trámites administrativos para conseguir la personería jurídica. La idea es empezar con una decena de chicos para luego ir ampliándolo de acuerdo a las posibilidades. Pretendemos armar una organización que tenga una administración pública, que la gente la vea, seremos totalmente honestos con aquellas personas que se quieran involucrar. Si eso se da, nuestro retorno estará cada vez más cerca de cumplirse.
Fuente: DiarioLaReforma.com.ar
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