Durante los equinoccios, que se producen en marzo y septiembre, los polos de la Tierra están a la misma distancia del Sol, lo que significa que le da la misma luz a los dos hemisferios, lo que genera que tanto el día como la noche duren exactamente lo mismo.
El equinoccio se define como el momento en el que el Sol atraviesa el plano del ecuador celeste, cosa que sucede dos veces al año.
Lo curioso es que este año el equinoccio tuvo lugar el mismo día que el eclipse que oscureció parte de Europa, la mayor parte del norte de África, Asia occidental y parte de Oriente Medio y, como si fuera poco, también tuvo lugar la quinta superluna del año, que se trata del momento en el que la Luna se aproxima a la Tierra y luce mucho más grande.
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