En cuatro años el consumo de drogas ilegales por parte de los estudiantes de los colegios secundarios de la ciudad de Buenos Aires prácticamente se duplicó.
Del 12% de los jóvenes escolarizados que reconocían en 2011 haber fumado un cigarrillo con picadura de marihuana, al menos una vez durante ese año, se pasó al 21% en 2014. Pero no sólo aumentaron un 75% los consumidores de Cannabis sativa, sino también aquellos que inhalan clorhidrato de cocaína.
Un impacto fuerte se puede considerar también en el uso de éxtasis y otras sustancias altamente tóxicas llamadas drogas de diseño. Pero, todavía fue mayor el incremento porcentual del consumo de drogas sintéticas, que, de la mano del aumento del mercado de venta y producción local, tuvo un importante salto que alcanzó el 300% en ese período, según un informe del Observatorio de Políticas Sociales en Adicciones de la ciudad de Buenos Aires, a cargo de Roberto Canay.
«Sí, me han ofrecido droga más de una vez. Hoy no hay que hacer mucho para conseguir un porro (cigarrillo de marihuana), por ejemplo. En cualquier boliche si buscás, lo encontrás», dijo con naturalidad un estudiante de un colegio secundario porteño a LA NACION, al dejar en claro que para los adolescentes y jóvenes no es complicado comprar drogas en las calles de la ciudad.
Se agrega en el estudio que el año pasado el 35% de los que fumaron marihuana lo hicieron una vez cada tres días.
Este estudio desarrollado por el Ministerio de Desarrollo Social porteño fue realizado con una encuesta a 1887 estudiantes, de 1°, 3° y 5° año de 30 escuelas de la ciudad de Buenos Aires, en una muestra dividida en partes iguales entre los establecimientos de formación pública y privada, además de representarse proporcionalmente a los adolescente escolarizados en las comunas del norte, centro y sur.
MÁS ALCOHOL QUE TABACO
La prevalencia del uso de drogas ilegales durante 2014 indicó que el 21 por ciento de los encuestados aceptó el consumo de picadura de marihuana, el 4 por ciento señaló que inhala clorhidrato de cocaína (2 por ciento en 2011), también el 4 por ciento probó por lo menos alguna vez éxtasis (tomado como genérico de drogas sintéticas y con un registro del 1 por ciento en 2011), mientras que se solamente se mantuvo estable el 1 por ciento del uso del paco, sustancia altamente tóxica (realizada con el residuo de la cocaína) que es asociada con riesgo de vida por los adolescentes.
Entre las sustancias psicoactivas que prevalecen en el mercado legal, el 58 por ciento de los estudiantes de nivel medio porteño aseguraron consumir distintas bebidas alcohólicas -varias de ellas de alta graduación-, mientras que el tabaco alcanza solamente al 26 por ciento de los adolescentes.
BAJA LA EDAD DE INICIO DE CONSUMO
«Una de las circunstancias más preocupantes es que baja la edad de inicio en el consumo de las drogas, al referirse los estudiantes tanto al alcohol como a la marihuana. Se da dentro de una situación regional que muestra realidades parecidas en las grandes ciudades, pero estos estudios sirven para focalizar los esfuerzos en la prevención y el tratamiento. Frente a esa disminución de la edad de comienzo en la relación con las drogas ilegales, haremos este año un plan piloto para trabajar profundamente en este tema desde las escuelas primarias», explicó a LA NACION la ministra de Desarrollo Social porteño, Carolina Stanley.
Para coordinar el trabajo de prevención, se reunieron el mes pasado en la ciudad de Buenos Aires los responsables de las políticas públicas de salud y adicciones del gobierno porteño junto con sus pares de Córdoba y La Pampa. Se buscará avanzar en trabajos conjuntos entre los tres distritos.
La situación de consumo de drogas ilegales en la Argentina está en ascenso, a partir de una combinación de tolerancia social a las sustancias prohibidas y una fuerte penetración del narcomenudeo en las ciudades, según coinciden varios especialistas consultados.
Por eso no resulta hoy extraño que los alumnos de colegios porteños de 5° año muestren tasas de consumo de estupefacientes en ascenso. Según el citado estudio oficial, en ese grupo de estudiantes se registró un 32 por ciento de consumidores de cigarrillos de picadura de marihuana y un 7 por ciento de compradores de éxtasis u otras drogas sintéticas.
Ese último dato, cabe destacar, es de una fuerte importancia, ya que debe ser contextualizado con las opiniones de los analistas del narcotráfico que señalan el cambio a futuro del consumo de drogas de origen vegetal por las sintéticas. Pues bien, en el caso de los adolescentes porteños, los usuarios del genérico éxtasis superaron por dos puntos porcentuales a aquellos que inhalan cocaína.
CONSUMO DE MARIHUANA
Este estudio oficial también permite prestar atención al consumo problemático de las drogas, tanto las ilegales como las de venta abierta, tales como psicotrópicos, entre otras.
El 35 por ciento de los estudiantes consumidores de picadura de marihuana fuma esa sustancia por lo menos diez días al mes, en tanto que un 12 por ciento lo hace en forma diaria. Esto implica que la mitad de los encuestados son consumidores casi cotidianos de Cannabis sativa.
Un 15 por ciento de aquellos que inhalan clorhidrato de cocaína presentan síntomas de adicción, mientras que el 12 por ciento de los usuarios de drogas sintéticas las ingieren más de diez días de cada mes.
Y el problema del alcoholismo juvenil puede ser incluso más alarmante, con un consumo promedio de 11 días por mes, con un dato por seguir: el 29 por ciento de los estudiantes reconoció haber tomado distintas bebidas alcohólicas cuando se encontraba solo.
Los porcentajes de consumo de sustancias no exhiben mayores diferencias entre aquellos estudiantes que concurren a escuelas públicas o a las privadas.
Surgen también con pocas variaciones si se toma en cuenta la zona del establecimiento educativo, ya que es algo mayor el consumo de estupefacientes en las comunas del norte de la ciudad, con 24 por ciento en drogas ilegales; sobre las del sur porteño, 22 por ciento, y centro, 18 por ciento.
Según los especialistas, los mensajes públicos sobre la tolerancia a las drogas ilegales cruzaron todas las capas sociales y fueron entendidos por los adolescentes con una única lectura: un permiso social que hizo aumentar el consumo.
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